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Las risa de sus compañeros estaban comenzando a irritarlo, no podían simplemente ver las obras porque, obviamente, los adolescentes se tenían que reír de todo aquello que fuera erótico. No podían encontrarle lo bonito sino lo sexual, y claro, no era como si Mo pudiera entender a la perfección lo que la obra quería transmitir (de hecho, no entendía nada) pero algo artístico tenía que haber en la imagen de dos hombres manoseándose. No por algo estaba siendo exhibida en un museo.

Suspiró al darse cuenta de que se había quedado mucho tiempo observando la pintura y carraspeó la garganta, bajando la mirada y llevando sus manos a los bolsillos de su vieja chaqueta beisbolera, una que su tío le había regalado en algún cumpleaños y que, por arte de magia, le seguía quedando a pesar de los años. Quizás era el hecho de que cuando se la regaló, ésta era muy grande.

Volvió a escuchar las risas de sus compañeros, ahora combinándose con las de las chicas, y sus manos comenzaron a temblar. Miró a sus pies dándose cuenta de que sus calcetas ya estaban amarillentas, sus pantalones estaban desgastados y sus viejos zapatos escolares -anteriormente negros- ahora estaban cubiertos de polvo y algo de tierra, dándoles el aspecto de suciedad y, por supuesto, pobreza.

Patético.

─Es asombroso, ¿no? ─Se sobresaltó al darse cuenta de que le hablaban a él. La persona era alta y demasiado atractiva para su gusto. Las grandes ventanas del museo permitían la entrada a la luz natural del sol, alumbrando los alrededores y, de paso, las pinturas y esculturas, añadiéndoles un toque más estético. Los rayos del sol alcanzaban los oscuros cabellos del chico, y a Mo le dieron unas ganas de enormes de golpear esa linda cara que era adornada por una sonrisa socarrona.

─No se de qué me hablas. ─Volteó a ver otra pintura y se dirigió para allá, la primera que vió, sin prestarle atención a la descripción o al nombre, sólo estando alerta al cuerpo que le perseguía sin querer separarse. Era molesto. ─¿Qué crees que haces?

─Mhm, ¿mirar las pinturas? ─Respondió con obviedad. Mo rodó los ojos y se quedó parado frente a lo que parecía ser una escultura de dos hombres abrazándose, uno pasando su mano por debajo de los muslos del otro, hundiendo su piel como si no quisiera soltarlo nunca. Era maravilloso el nivel de detalle con el que hacían aquello. Por un momento, Mo entendió lo que el artista quería transmitir, pero borró sus pensamientos en tanto se le vino a la mente la palabra "exagerado" y volvió a suspirar. ─¿Qué te tiene tan cansado?

─Qué te importa. ─La voz de la profesora interrumpió lo que sea que el pelinegro iba a responder, salvando a Mo y "recolectando" a los alumnos que se habían dispersado por todo el museo.

Se acomodaron en filas y en orden fueron entrando a los autobuses que habían rentado para el viaje. Cada grado y salón iba en un autobús diferente, pero estaba claro que eso a He Tian poco le importaba, entrando justo después de GuanShan al autobús cuyo salón no era de él.

─¿Qué crees que haces? ─El pelinegro sólo respondió con una sonrisa divertida mientras pasaba su brazo por encima de los hombros del chico. Claro que todo su salón los estaba viendo, y Mo no se podía explicar cómo era que la profesora no se había dado cuenta de que había un alumno de otro salón en el autobús. Igual y nadie se quejó, la presencia de He Tian era bienvenida donde sea.

El trayecto transcurrió, en lo que se podía decir tranquilo. Mo se la pasó con los audífonos puestos escuchando alguna playlist que tenía guardada mientras que He Tian no volvió a molestar, de hecho, se quedó dormido en el hombro del menor, cosa que le molestó pero sabía que iba a valer la pena si el pelinegro se iba a quedar callado.

No supo cuánto duró el autobús en carretera, pero cuando llegaron a la ciudad se dió cuenta de que él también se había quedado dormido, ya que dió un salto cuando escuchó de repente unas carcajadas (para nada disimuladas) de parte del mismo grupito de amigos que en el museo. Seguro se estaban riendo de que estaba babeando. Se limpió la boca con la muñeca de su chaqueta y movió bruscamente a He Tian para que se despertara y se moviera de su hombro, estaba comenzando a arrepentirse de haberse sentado del lado de la ventana. El chico a su lado se despertó asustado, pero al ver al pelirrojo con su típica mirada de enojado, se calmó.

cigarettes after sex ☆ tianshanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora