Esmeralda y Avellana

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Nota de autor

¡Hola! Si me conocen, demás está decir que es la primera vez que escribo un fic de este estilo así que espero que les guste el resultado, porque les cuento que estoy casi obsesionada con los fan arts de esta parejita y no pude tener mejor inspiración para escribir sobre ellos que el precioso fan art Nottpott (Theodore Nott y Harry Potter) de Ayaka_arts, y ustedes saben que amo y defiendo el Hinny (Harry y Ginny) a capa y espada jaja. Pero los retos son eso, retos y tenía que participar.

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Disclaimer: todos los personajes, escenarios y hechizos que reconozcan pertenecen a J.K. Rowling. El resto es producto de mi imaginación.

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Este fic está inspirado en un fan art de Ayaka_arts y participa en el «Reto Nottpott, porque juntos se ven lindos» organizado por la página El enigma de Kelpie y el grupo Accio Story.

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Como todos los últimos viernes de cada mes, aurores, inefables, entre otros empleados del Ministerio Británico de Magia se encontraban en Entre quaffles y mandrágoras —EQM como preferían llamarlo todos—, el bar de moda que había abierto Blaise Zabini en una de las tiendas del Callejón Diagon que había quedado libre posterior a la guerra, y cuya estrambótica decoración unía una de las más grandes pasiones del mago, el Quidditch, con la materia que más había odiado durante su etapa escolar, herbología y las gritonas mandrágoras.

Era el momento relajante de cada empleado del ministerio y el lema que se había implementado entre todos era «lo que pasa en EQM se queda en EQM», frase que había propuesto Harry Potter copiando el recién salido eslogan de la campaña publicitaria que incentivaba el turismo en Las Vegas, Nevada.

Cinco años habían pasado desde el final de la Segunda Guerra Mágica y había habido tantos cambios en las vidas de aquellos que habían participado en la batalla del dos de mayo de 1998, que nada en la vida de muchos de estos participantes de uno u otro bando recordaba el pasado. Es más, atrás habían quedado bandos, casas de Hogwarts o ideas supremacistas. El pasado había hecho mella en la mayoría de los magos y brujas del Reino Unido y muchos se habían propuesto mejorar el mundo mágico empezando por el corrupto ministerio.

Kingsley Shacklebolt había logrado en cinco años lo que ningún ministro había hecho en décadas anteriores; había mejorado muchas leyes e implementado otra más, había renovado el Wizengamot y muchos más etcéteras, apoyado por personas como Hermione Granger como asesora suya, Harry Potter como auror en jefe y el encargado de atrapar a cada seguidor de Lord Voldemort. Incluso algunos como Draco Malfoy, conocido por ser el mortífago más joven reclutado por el Señor Tenebroso y quién había sido absuelto junto a su familia de los cargos por uso de magia oscura y el papel desempeñado en la guerra, formaba desde hacía casi un lustro parte del Wizengamot.

Algo que también llamaba la atención entre esta generación era el giro que habían dado sus vidas amorosas. Harry, después de unos meses de relación con Ginevra Weasley, había decidido terminar con ella y desde entonces se había mantenido soltero, lo que lo había convertido en uno de los más codiciados del mundo mágico al lado de Theodore Nott y Draco Malfoy. Este último había vivido un tórrido romance con Daphne Greengrass durante tres años; sin embargo, de un pronto a otro había terminado esa relación que todos coincidían en asegurar que era casi idílica y, contra todo pronóstico, se sabía que ahora pretendía a la bruja nacida de muggles, Hermione Granger.

Precisamente esa noche de mediados de julio, Draco se encontraba sentado en una mesa viendo a su amiga Hermione —sí, porque por alguna razón había empezado a relacionarse con ella y los antiguos Gryffindors desde hacía tres años— sin importar que alguien más supiera de sus intenciones. Esa mujer lo atraía de una manera que no sabía explicar, probablemente por ser alguien prohibido para él, aunque ya ni él mismo recordaba por qué se suponía que no podía enamorarse de ella.

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