Estoy viendo por la ventana como la nieve cubre todo el pueblo de Johnson's con ese blanco pacífico, a pesar de mi pijama y que la chimenea esté encendida puedo sentir el frío hasta los huesos.
Paso los días mirando por la ventana, fantaseando con poder salir, hacer amigos, cosas que una chica de mi edad debió haber conocido a éstas alturas de la vida, quizás tener una boda blanca, justo igual de blanca que el camino, que a pesar de que no dejan de pisar los caballos y carretas que circulan sin parar deja de ser blanco.
Puedo verlo todo, imaginando que alguna de esas personas baje de su valiente corcel, toque mi puerta y pida mi mano, justo como en aquellos libros que la abuela dejó en el ático.
Pero eso solo pasa en los libros ¿ Cierto ?
Después de unas horas de contemplar la ventana, por fin me levanto, aún tengo mi pijama blanca, ya salió el sol, mis padres no tardan en llamarme para desayunar.Estoy de pie desnuda en mi habitación, hay un enorme espejo delante de mio, con un suspiro cansado observo mi cuerpo.
Delgado, puedo ver los huesos de mi pecho, casi no hay grasa para agarrar y mis rodillas son patéticas bolitas que unen mi muslo con mi pierna, mis ojos grises combinan con mi cabello, igual de canoso que el de la abuela, hay pecas esparcidas en mi rostro, sobretodo en mi nariz, dándome un aspecto bastante desagradable, tengo ojeras enormes, además, también soy pálida. . .Entra una anciana de piel morena, con una postura encorvada, jorobada y acabada.
- Tata, puedo hacerlo sola.-
Digo sin ánimos y sin mirarle.- Tonterías, señorita, hoy es un día muy especial.-
Entra a la habitación, la nana que me cuidó desde que nací, una de las tantas sirvientas que está al servicio de mis padres, pero ella. . . Es casi como mi abuela, tiene arrugas en sus arrugas, casi no tiene dientes y sus manos suelen temblar, pero aún así consigue hacer todos los trabajos del hogar, es la única sirvienta que vive con nosotros, puedo verla cerrando la puerta detrás de sí. Sus manos en la espalda traen algo, en una forma patética de ocultar una sorpresa.- Su cumpleaños número 16, hehe. . .-
Su risa de anciana consigue arquear mis cejas, me contagia su emoción con la ternura que me genera.- Gracias, Tata.-
No creo recordar su nombre, siempre ha sido "Tata" pues así le decía de pequeña al intentar decir su verdadero nombre.- Y tengo la sorpresa perfecta para ti, ya eres toda una señorita.-
Emocionada revela lo que tenía atrás de si, una caja de color azul con un moño rojo, cariñosamente envuelto. Ella misma lo desenvuelve con sus manos temblorosas mientras continúa hablando.- Es perfecto para ti, pasé todo un mes haciéndolo y. . . Mira.-
Saca de la caja un hermoso vestido de color azul, con un lazo en la cintura.- Oh. . . Tata, es muy hermoso . . . -
Más allá de que el vestido fuera lindo o no, sentía el calor del cariño al notar que le había puesto todo el esfuerzo y amor que alguien puede dar, ya no era por "servir" si no por amor verdadero.
El vestido tenía detalles en color blanco, cómo el cuello semejante al de una camisa y una pequeña flor tejida a mano.- Aún no es lo suficientemente hermoso, le falta la doncella que lo use.-
Se acercaba a mi, dando pasitos, mesiendose de lado a lado al caminar, con aquel precioso vestido en sus manos acabadas, llenas de cicatrices, callos y arrugas.
Lo colocó encima de mi, mientras me miraba en el espejo.
El tamaño era perfecto, no a los tobillos como todos los demás vestidos que he usado, si no casi a la altura de las rodillas, ¡Eso sí que era mostrar piel !
Me sonrojé un poco al imaginar que el amor de mi vida se fuera a enamorar de mi con tan solo verme usarlo, alguien tan fea como yo podria pasar por alguien normal con un vestido tan lindo.- Ésta es quién tú eres.-
Habló mientras seguía sosteniendo el vestido, con una sonrisa en su rostro, satisfecha de su trabajo y de mi reacción.
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The Valley
Short StoryValentine, una jovencita que luego de sufrir un golpe de estado en contra de su familia tiene que vivir un infierno del que solo se puede bajar.