Polaris

96 16 5
                                    

La castaña nota su sangre hirviendo, los latidos de su corazón en sus oídos, los ojos secos con la ira.

Estaba rabiosa, colérica.

— Entonces es eso, ¿eh? Dime, ¿De dónde has sacado las agallas para venir arrastrándote por mí una vez más?

Un duro golpe se asesta en su mejilla izquierda, haciendo que sienta su ojo explotar.

Obviamente eso no pasa, pero la abrasión se instala en su piel y va coloreando toda la extensión como una araña tejiendo su tela poco a poco.

Eso la congela por completo, vaporiza su furia hasta dejar sus pensamientos líquidos como una sopa.

— Tú sabes mejor que nadie que yo no soy así, Beidou.— Dice la albina.— Mírate; mírame.

La de ojos rosas cual tulipán respira hondo y lo único que hace al mirar a la otra es encontrarse con su preocupación, su mirada dolida y su mano temblorosa.

Entonces, guarda silencio.

— Creo… Creo que somos capaces de tener un final feliz, ¿Sabes?— Suspira la de ojos color pasión.

Sin embargo, la otra no responde.

— Las dos hemos sufrido innumerables veces y no creo que podamos seguir haciéndonos daño la una a la otra.— Vuelve a tomar la palabra la de cabellos blancos y lacios como si fueran de la plata esterlina más brillante.— No lo sé. Todavía no consigo entrever lo que quiere decir tu mirada y muero por saber en qué piensas.

— Ningguang, no me hagas decirlo. No me hagas decir que te amo.— Corta Beidou, casi cayendo en el momento en que toda la presión anterior la deja como un cuerpo usado por la adrenalina. Una silla logra soportar aquel peso a punto de caer.

Sin embargo, ahora es Ninguang la que se queda en silencio.

— Ojalá… Ojalá pudiera volver al principio; de veras lo deseo. — Admite Beidou, con una voz quebradiza como el cristal.— Tal vez, si yo no hubiera aceptado, a lo mejor no estaría sufriendo tanto.

<○○○>

Beidou se revuelve en su cama y un dolor de cabeza casi la hace desmayarse.

Vaya resaca. Ni que hubiera bebido del barril.

En contra de su voluntad, sus ojos se abren, encontrándose la conocida escenografía de su camarote.

Su cama estaba prácticamente envuelta entre pieles que cumplían su función  como mantas, mientras que del techo colgaban objetos de gran valor.

Maquetas, corales, cristales bioluminiscentes, telas, redes cargadas de esferas de minerales desconocidos…

Cualquier cosa imaginable e inimaginable podía encontrarse allí.

Con un suspiro, Beidou se levanta, y por más que lo intenta, no recuerda absolutamente nada de la noche anterior.

Parpadea lentamente y decide acercarse a su escritorio, donde revisa algunos pergaminos para distraerse.

Pero la interrogante todavía ronda su cabeza después de terminar.

Entonces y sólo entonces, decide ponerse unos pantalones apretados, una camisa que deja entreabierta y su chaqueta color rubí más elegante.

Al calzar sus botas, sale por la puerta apresuradamente, saludando a todos los que están en la cubierta.

Se dirige a la proa y se agarra a una de las cuerdas cercanas antes de poner una pierna sobre la parte superior del casco del barco y mirar lo que había en frente.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Nov 15, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Tú y yo. [Beiguang]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora