Capítulo 13

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Voy siguiendo las indicaciones que me dan tras poner la dirección que marca en la tarjeta en el GPS de mi móvil. Está un poco lejos de lo que me esperaba. Se aleja bastante de mi zona ya que está casi a las afueras de la ciudad. No creo que vuelva a venir andando hasta aquí nunca más. Esto es algo que ya me disgusta porque tendré que mirar los horarios y líneas de los autobuses que pasan por este lugar. En principio solo los de ida porque a la vuelta saldré muy tarde y a esas horas no funcionan hasta las 6 de la mañana.

¿Opciones para la vuelta?

El taxi o un Uber.

¿Qué significa?

Más gastos que tengo que afrontar. Espero que al menos paguen bien y pueda compensarlo.

Sigo camino hasta que al volver mirar hacia pantalla del móvil para ver si voy en la dirección correcta veo que me dirige hacia el final de una calle a partir de la cual ya no hay asfalto sino un sendero de tierra que parece el pasaje del terror a estas horas de la noche.

¿En dónde me estoy metiendo?

¿Cómo he llegado a este punto?

Estoy por darme media vuelta. No quiero pasar por ahí. Me quedo unos minutos indecisa sobre si continuar o no cuando veo que unas luces procedentes de un coche me deslumbran y se detiene justo enfrente de mí. La ventanilla comienza a deslizarse hacia abajo lentamente hasta que veo el rostro de quien lo conduce. Se trata de un chico aparentemente algo mayor que yo.

-¿Qué haces aquí sola? ¿Te has perdido?

Segundos pasan tras sus dos preguntas y yo no le doy respuesta porque mi mente está bloqueada al no saber qué contestar. De repente la puerta de su lado se abre y este comienza aproximarse.

-¿Estás bien? -ahora el tono de su voz suena preocupante.

<<Bella contéstale>> me grita mi mente.

-Sí... si estoy bien -balbuceo un poco.

-¿Qué haces aquí parada?

-Yo... estaba... ¿a dónde lleva ese camino?

-A un local -este me examina de arriba abajo con el ceño fruncido -El cual no creo que sea para ti -me dice en un tono de advertencia.

-¿Por qué? -me hago la idea de por qué lo dice, pero quiero saber su respuesta.

-Porque no, hazme caso y vete a casa -habla directo y luego se gira para volverse al coche.

-Iré igualmente -le informo antes de se suba.

Comienzo adentrarme en el sendero hasta que su voz interviene de nuevo.

-Tu misma -oigo como me dice entonces en ese momento sé que no tiene intención de detenerme -Pero si vas a ir sube al coche, te llevo. A no ser que quieras caminar con esos tacones 2 kilómetros.

Me paro en seco.

¿2 kilómetros? ¿Y por tierra?

Creo que acepto esa oferta.

-¿Qué es lo que pretendes encontrar allí? -continúa preguntándome segundos después de arrancar el coche-Trabajo.

-No lo entiendo -murmura.

-¿El qué no entiendes?

-Que una chica como tú busque trabajo en ese tipo de locales.

-No es lo que piensas. No soy esa clase de chicas.

-¿Entonces qué clase de chica eres?

-Una que solo busca dinero para poder sobrevivir. No me dedico a eso, ya me entiendes -no quiero decir la palabra- Únicamente vengo para conseguir un trabajo de camarera.

Sr. MagnateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora