Un día de esos malos

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Ricardo Ernesto Arrazola. 

Si, ese es mi nombre, pero mis amigos más cercanos me llaman Ricky ya saben de cariño, tengo 30 años, soy un hombre alto, claro, de cabello y ojos negros, según ellos todo un galán de revista pero de eso no tengo ni la ropa. Empezando porque tengo 8 años de ser taxista y aunque mi sueño era convertirme en un gran maestro de filosofía no pude mi familia es de escasos recursos y por más que quisiera no tenían el dinero suficiente para pagarme los estudios que yo quería, de cosa termine el bachillerato y eso porque el estado les brinda educación gratuita a toda la población en Colombia. Pero mis planes no eran quedarme allí, tenía ganas de triunfar en la vida y ayudar a mis papas como fuera posible, claro está sin tener que meterme en cosas indebidas. Por eso apenas cumplí los 18 años lo primero que hice fue empapelar la ciudad de Bogotá, con tan buena suerte que me llamaron de un almacén de calzado, porque estaban necesitando hombres para la bodega, de inmediato lo agarre y trabaje duro durante 4 largos años, pero no me arrepiento, porque gracias a esa chambita pude comprar mi navecita, un taxi Volkswagen del año 68. Sí, no es que sea el modelo exclusivo que todos quieren pero para mí lo es todo ya que con el he compartido los buenos y los malos momentos.

Principalmente como hoy, que es uno de esos días donde la lluvia no permite que haya clientes y lo peor de todo es que debes hacer la tarifa para llevarla a la empresa de taxis. Pero ni modo toca seguir luchándola ya que los dueños de dicha empresa nunca van a entender que también existen días malos, a ellos lo único que les importa es que se le lleve su dinero completo.

Ojala y contara con el apoyo de mi esposa Claudia pero en vez de eso lo que recibo es insultos y regaños para ella nada le es suficiente, siempre me pide collares vestidos y cosas caras sabiendo que no se las puedo dar. Se perfectamente que se lo merece como todas las mujeres en este mundo que quieren tener sus cositas personales para verse más bonitas de lo que son, pero Claudia no entiende que por el momento no se las puedo dar, ella no se casó con un ingeniero o con un arquitecto, se casó conmigo y sabía desde un principio que yo no nací en cuna de oro, que todo lo que tengo lo he obtenido es gracias a mi trabajo. Jairo que es mi mejor amigo me dice que cuando la mujer se empieza a comportar de esa forma es porque tiene a otro sin embargo yo hago caso omiso a sus comentarios tan subidos de tonos.

Se perfectamente que el distanciamiento que hemos tenido en estos 4 meses, es gracias al estricto horario que me colocaron en la empresa ya que mientras yo trabajo de noche ella labora de día y por más que se quiera solo logro verla para despedirme y en la mañana es ella la que se despide sin embargo trato de echarme una que otra escapadita para verla de noche pero siempre la encuentro durmiendo. Francamente me duele como nuestro matrimonio de 5 años se ha ido desestabilizando en menos de 4 meses.

Doblo a la derecha para llegar al barrio donde siempre he vivido, en las flores de suba y aunque a Claudia no le guste vivir por aquí yo amo todo lo que representa este lugar ya que me trae gratos recuerdos de mi niñez.

Estaciono mi taxi he inmediatamente me bajo para luego abrir la puerta. Termino de abrirla y al entrar a nuestro apartamento me percato de que ella no está, empiezo a buscarla por todos los rincones pero me doy por vencido. «Es evidente que no se encuentra» pienso luego de estar esperándola por más de 1 hora en esta silla. Me levanto y salgo a las afueras sin importar el tremendo frio que está haciendo y eso es debido a la fuerte lluvia que cayó hace 2 horas, coloco mi mano izquierda en la pared y estando en pie el desespero se empieza adueñar de mí.

—Ricardo que estás haciendo aquí —Escucho que me grita como si le molestara verme giro mi cuerpo para que mi mirada se centre en sus ojos negros.

— ¿Dónde estabas? —Pregunto ya que me doy cuenta que viene vestida como cuando va para una fiesta.

Se acomoda su corta cabellera negra hacia tras para poder pasar, pero cruzo mi brazo para impedírselo —Vas a contestar —Insisto.

—No tengo nada que hablar contigo, no soporto cuando te pones en tu rol de detective porque no te largas en tu estúpido auto y me dejas la vida en paz —Sentencia.

—De aquí no me voy hasta que me expliques donde carajos estabas metida tengo 1 hora de estar esperándote y lo mínimo que me merezco es una explicación de tu parte ¡contesta! —Le grito fuertemente ya que en estos momentos estoy que me lleva el innombrable.

Ella intenta quitar mi brazo con todas sus fuerzas pero yo la agarro para que me suelte y en medio de ese forcejeo la aprieto por sus muñecas dejándola completamente desarmada —¡Eres un bruto, un animal, acaso que quieres pegarme, anda eso es lo único que te hace falta! —Me desafía con rabia.

—Sabes que soy incapaz de ponerte una mano encima, deja de gritar para que podamos hablar civilizadamente ya que con tus gritos lo único que vas a conseguir es que todo el barrio se despierte ¿Eso es lo que quieres? — Le hablo mirándola a los ojos para ver si intenta tener un momento de lucidez. Soy consciente de que en una discusión alguna de las dos partes tiene que ceder.

—Por mí que se despierte toda Bogotá si es posible, para que se den cuenta de la clase de atarban que tengo como marido, y de una vez por todas se enteren de que Ricardo Arrazola no es el santico que todos piensan ¡suéltame! —Me advierte gritándome.

Y si alguna vez pensé de que en nuestra relación jamás existiría un conflicto como este me doy cuenta de que estaba completamente equivocado, como es posible que esa muchacha tan linda de la que me enamore hace más de 8 años haya cambiado de esta manera tan sorprendente a tal punto de querer que todo el mundo se entere de nuestros conflictos matrimoniales por la terquedad de no quererme explicar donde andaba. Es que si ella me dice que estaba con una amiga o donde sus padres yo lo entendería perfectamente porque soy consciente de que llevamos meses sin salir y eso abierto un abismo enorme entre nosotros dos. Sin embargo prefiere discutir antes de llegar a un dialogo conmigo de verdad que no la entiendo.

Suelto suavemente sus muñecas y ella me mira con tanto desprecio que entiendo, que de esta relación ya no queda nada — ¿Quieres que te deje en paz? —Pregunto.

—¡Es que eres sordo! acaso no entiendes que solo tenerte cerca me produce nauseas, que si te estaba soportando era porque mis padres no querían que me separara de ti, pero esto se acabó Ricardo estoy aburrida de la miseria en la que me has tenido, cansada de que nunca tengas tiempo para mí, de tener que estar viviendo del día a día y cuando no tienes para el arriendo sea yo la que te cubra tus irresponsabilidades. Lo siento, pero no merezco vivir así, cuando tengo la oportunidad de tenerlo todo en la vida —Confiesa y sus palabras me rompen el alma cómo es posible de que a mí me esté pasando todo esto.

—Perfecto a partir de este momento dejare de ser un estorbo en tu vida, pero quiero que te quede claro, di lo mejor de mí para que este matrimonio funcionara y la que no quiso luchar por esta relación fuiste tú —Digo con el corazón destrozado.

Ella se ríe en mi cara y por más que quiera no sentir rabia es inevitable pareciera como si estuviera disfrutando este momento — ¿Lo mejor de ti? ¡Por favor si tú lo único que hiciste fue darme miserias y prueba de ello es que me trajiste a vivir a este cochino barrio que nunca me gusto! —Me hace saber con sus palabras tan hirientes y cada vez que habla más me convenzo de que esta no fue la mujer con la que me case, parece una completa desconocida.

Llevo mis manos al cabello y en un respiro profundo intento calmarme —De acuerdo te dejo para que puedas ser feliz sin mí —Respondo para luego dar la vuelta y subirme en mi carro mientras ella me grita que espera que cumpla lo que he dicho.

La carrera de mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora