Capítulo 42

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Hola a todos!! Volví muy pronto pero no quería dejarlos con la intriga después del último capitulo. Como siempre gracias por los votos y comentarios, sigan comentando porque me motiva mucho leerlos. Los quiero!!

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Capítulo 42

>>Lucrecia<<

En el preciso momento en que Roxana entró a mi casa todo el pasado vino a mi mente, todo lo que viví con ella y cuando me envolvió con sus brazos mi cuerpo se tensó por completo. Por Romi me propuse tratar de hacer como si no existiera pero eso fue imposible cuando mi madre me envió a la cocina y justo cuando estaba quitando el corcho de la botella ingresó la mujer que me enseñó mucho sobre sexo

- Veni aca – pidió con firmeza y sin poder evitarlo caminé hacia ella – Me encanta que sigas obedeciéndome – tragué pesado - Te pusiste mucho más hermosa – dio un paso hacia mí - ¿Me extrañaste? – bajé la cabeza al sentir que las palabras no querían salir de mi boca – Tu actitud me dice que si – me tomó del mentón haciendo que la mirara a los ojos – Pensé mucho en vos todos estos años, las cosa que pasaron... - acarició mi labio inferior - ¿Vos pensaste en mí?

Antes de poder responder que no lo había hecho unió su boca a la mía, fueron unos pocos segundos los que tardé en reaccionar y cuando lo hice la aparte sintiéndome muy enojada por lo que acababa de hacer

- No vuelvas a besarme – sentía mi cuerpo temblar – No quiero saber nada de vos

Agarré la botella, regresé al comedor y al ver que la silla en la que estaba Romina se encontraba vacía me preocupé

- Tuvo que irse – comentó mi madre – La llamó su tía porque necesitaba que fuera con urgencia

- ¡Mierda! – exclamé saliendo de casa

Marqué su número varias veces pero no respondió ninguna de las llamadas, le envié muchos mensajes en los que le pedí que habláramos pero no los leyó por lo que no dudé en pedir un auto para poder ir a la casa de Verónica. Casi media hora después estaba afuera tocando el timbre

- ¡Romi! – golpeé la puerta con desesperación – Hablemos, por favor

- Hola Lucrecia – la dueña de la casa abrió – No quiere escucharte, dale su espacio y mañana quizás puedan conversar

- No puedo esperar hasta mañana – comencé a llorar – Por favor Vero, dejame pasar para hablar con ella

- Voy a respetar su pedido – contestó seria

- Vero... - dejé las palabras en el aire

- Anda a tu casa, es lo mejor – la miré suplicante pero de nada sirvió – Adiós Lucrecia

Cuando cerró la puerta me quedé durante largos minutos mirando la madera frente a mí, no quería regresar a casa pero no sabía a donde ir así que comencé a caminar y a las pocas cuadras recordé que solo había una persona sabia a medias sobre lo ocurrido con la esposa de mi tío. Sin importarme que no me gustaba caminar sola de noche fui hacia el edificio en el que vivía Sabrina, toqué el botón con el número quince y esperé pacientemente

- ¿Quién es? – suspiré aliviada al saber que estaba

- Soy Lucrecia, ¿Puedo subir? – pregunté nerviosa

La puerta pitó anunciando que había quitado el seguro, subí en el ascensor y al llegar al piso de mi amiga la vi esperándome en la entrada

- ¿Paso algo con Romina? – interrogó preocupada

Donde Menos te lo EsperasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora