Capitulo diez: Encontrándome

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Haruka
Al volver a mi planeta tuve que enfrentarme a un frío estremecedor, casi insoportable. Las personas usaban ropa muy olgada para mantenerse abrigados, la imprudencia y la rabia que sentía al haberme ido de aquí ya no estaba conmigo. Ahora sentía una profunda pena por haber dejado una parte de mí aquí.

Toque el piso, concentrándome en sanar. Sanar un corazón furioso y enjaulado.

—Planeta protector, Urano, planeta del viento— concentre mi energía vital en sanar —Yo curo tus heridas, que también son las mías— sentí el frío cubrir mis manos, parecía querer adherirse una fina capa de hielo a mis manos.

—Yo sanare contigo planeta Urano— cerré mis ojos, dejando que el resplandor me cubriera por completo. Al abrir los ojos me encontré vestida de una manera diferente, un largo vestido me cubría el cuerpo.

—¡Haruka!— sentí los brazos de mi nana rodearme, el planeta ahora estaba reiniciado. Para gobernar de una mejor manera. La union con el planeta Neptuno, nos iluminará desde hoy y para siempre.

No pienso aceptar personas que traten de persuadir mis decisiones con pensamientos que solo me corrompan. Debo estar dos años separada de Michiru, para que pueda encontrar la manera de que esto funcione para ambas. Así lo acordé con las demás guardianas...

««  »»

Mantengo cartas a distancia con Michiru. La mayoría son para contarme lo mucho que le gusta salir de su zona de confort.

—Te ama tu bella Sirena— terminé de leer la carta, mientras mi nana escuchaba atentamente —.Ya quiero que la conozcas— 

—De tanto que me hablas de ella siento, que la conozco de toda la vida— me dijo con ilusión.

—Solo faltan seis meses, solo debo esperar seis meses para volver a verla— me apresure a escribir para responder su carta.

Para: mi bella Sirena, Michiru.

Soy la más feliz de saberte tan plena y libre, anhelo estar en tus brazos con ansías. Estoy muy orgullosa de la mujer que conocí y de la que eres ahora, amándote desde entonces y amandote con la misma intensidad hoy. Mi reina de ojos azules como el mar, eres la guardiana de mi corazón.
Te ama Haruka.

Pd: ya quiero estar contigo y besar tus labios hasta el cansancio, mi dulce sirena.

Si que eres romántica— escuché decir a mi nana, ¡estaba leyendo lo que escribí! Me quedé absorta y avergonzada. Solo le leo las cartas que me manda Michiru, no las que yo le envío de vuelta.

—Un poco— respondí con las mejillas coloradas.

—¿Entonces ya la has besado?— me miró curiosa, esperando una respuesta larga seguramente.

—Sí— intente no ponerme nerviosa.

—¿Es igual que besar a un hombre?— frunci el ceño, un poco incómoda por la pregunta.

—No sé— suspiré —Nunca he besado a un hombre, pero según Michiru no hay comparación, ya que para ella es más agradable besarse conmigo— eleve ambas cejas con picardía.

—Oh ya veo— dijo ella riendo —.Bueno será mejor que cumplas con tus obligaciones— palmeó mi espalda y se retiró.

Durante la tarde camine por los alrededores, casi dos años con todo lo que Michiru me enseñó, pude ser más audaz para gobernar. Encarcelado a personas que no dejan vivir y ayudando a aquellos que sufren por un amor lejano.

—¿Guardiana cuántos bebés tendrá con la reina de Neptuno?— me preguntó una pequeña, mientras disfrutábamos junto con otras personas de una pequeña celebración. Las personas callaron incómodas ante aquella pregunta, pero no me sentí intimidada.

—Pues los que Michiru quiera tener— le respondí tontamente mirando hacía arriba, con mis pensamientos en Michiru.

—Pero mi mamá dice que usted no puede tener hijos con ella— dijo otro pequeño y su mamá lo tiro del brazo intentando callarlo, mi rostro se mantuvo serio y después de mucho pensar acabe riendo.

—Lo importante ahora es que estoy aquí, lo demás vendrá después— me levanté despidiéndome entre risas.

Si bien, he tenido que cambiar casi a totalidad para encontrar el balance, he tenido que actuar de una mejor manera y así enseñar a los demás como debemos tratarnos los unos a los otros. Sigo viviendo mi vida de la manera más apasionada que puedo, dejándome ser libre pero al mismo tiempo sabiendo que alguien me acompaña. No hay mejor sensación que vivir plenamente, pero tener la certeza de que eres libre incluso con la persona que amas, me ayuda a seguir intentando superarme para merecerla del mismo modo.

En cualquier lugar en el que Michiru este, sabe que mi ser vive con entusiasmo por volver a verla. Pronto muy pronto sé que será así...

Michiru
Ha pasado tanto tiempo, después de que Haruka tuvo que irse. Tuve que reconstruir me. Tome la fortaleza para parar la presión que todos querían ejercer sobre mi misma y renuncie a ello para centrarme en mí.

—Michiru, ¿te irás a Urano?—mi madre se acercó a mí y me miró preocupada.

—Así es— respondí sentada en el trono, comencé a gobernar justo de la manera que quería.

—Han pasado dos años hija ¿No piensas desistir?— mi padre se acercó frustrado.

—¿Desistir con qué?— eleve una ceja.

—¡Con tu capricho de vivir con una mujer!— grito. Lo mire consternada.

—No es un capricho— me levanté del asiento y me dirigí a él —¿Si Haruka fuese un hombre lo aceptarías?—

—Por supuesto— respondió cruzándose de brazos.

—¿Por qué?— me miró intimidado —¿En qué les afecta que sea yo la que esté enamorada de ella?— grite del mismo modo, manteniendo mi seguridad.

—Las personas no han dejado de hablar de eso— mi madre se tocó el rostro con frustración.

—Vaya—suspire —. Lo he sabido toda mi vida, lo que los demás piensen les importa más que su propia hija— murmure cabizbaja.

—Michiru— mi madre se acercó a mí y yo me separé al instante.

—No. Es suficiente— me retire del lugar, dejando mi corazón un poco herido, intentar sanar.

Me quedé profundamente dormida mientras escuchaba la oleada del mar...

—Michiru— abrí los ojos pesadamente, lo primero que percibí fue a mi madre observarme con una profunda pena. Me senté sobre la cama y me frote los ojos para despertar.

—¿Qué sucede?— pregunté con confusión.

—Yo..— la mire nerviosa —No sé cómo decirlo— se rió avergonzada —Quiero disculparme— me sorprendió mucho que estuviera aquí para disculparse.

—Mamá— respondí mirandola.

—Tienes razón, no hemos sido buenos padres para ti, lo único que hemos hecho todo esté tiempo es juzgarte— murmuró bajando la mirada —Solo quiero que sepas que, lo que sea que decidas hacer te apoyaré, como debí hacerlo desde hace mucho— se lanzó a mis brazos y me abrazo cálidamente. Podía sentir la tristeza en su llanto, pero me sentía muy distinta. Ahora sabía que ya no la tenía en mi contra y eso me hace muy feliz...

  Si se enteran  [HarukaxMichiru] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora