Capítulo 39- Hazel

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No.

No.

No podía más.

Necesitaba verle.

Estaba tan ciega de amor que me urgía como el respirar ver a Aaron.

Era de madrugada y verdaderamente quería ver de nuevo a Aaron. Verle cada mañana, o salir con él por el pueblo, o hablar de él con Myri. Pero él me había hecho mucho daño.

Los pensamientos se iban apoderando de mí poco a poco, mientras que yo me consumía en llanto. Derek dormía en la litera de arriba, así que con mucho cuidado, me levanté de mi litera y me fui a la cocina a tomar un vaso de agua. Los ojos me escocían de tanto llorar y mi pecho se debilitaba cada vez más.

─ ¿Hazel? ─ Mierda. Derek se había despertado ─. ¿Por qué tienes los ojos rojos? ¿Has estado llorando?

─ Ha sido un pequeño bajón, nada más ─ traté de evitar la conversación a toda costa, pero no lo conseguí.

─ Hazel, ya mañana todo pasará. Recuerda lo que hablamos. Últimamente has estado muy mal por Aaron ─ Derek me tomó de la muñeca.

Me tranquilicé bastante al recordar que al día siguiente, exactamente a las once de la noche, volvería al castillo. Ya estaba mejor por una parte, aunque por otra estaba a punto de morir de necesidad. Aún debíamos preparar la manera en la que me presentaría allí. No teníamos ni la más mínima idea, pero lo bueno era que vería otra vez a Aaron.

─ Tienes razón ─ reconocí ─. Pero tengo miedo de que haya dejado de quererme.

─ ¿No viste su entrevista? Todo el mundo está hablando de ella.

─ No, ¿qué decía? ─ Pregunté mientras pasaba el dorso de mi mano por mi nariz.

─ Básicamente, suplicaba que volvieras a casa.

Mi corazón empezó a latir con fuerza.

─ En tres horas debemos empezar a planear todo ─ añadió mientras tocaba su rostro, cansado ─. Son las cinco de la mañana. Vamos a dormir.

Le hice caso y traté de dormir. Abracé una almohada cuando me metí en la cama y pensé en Aaron. Pero esa vez, no fue en los momentos románticos que tuvimos, sino en los momentos clandestinos y secretos que vivimos. Aaron era alguien ágil y más a la hora de complacer a alguien con las manos. Él hacía magia conmigo en todos los sentidos. Pensé también en todas sus facciones y partes de su cuerpo; su rostro atractivo y cautivador, su cabello incitante, sus manos perfectamente talladas, su torso definido y atractivo, sus ojos penetrantes y fríos y esas cálidas sonrisas que solo me dedicaba a mí...

Sentí una pequeña sensación de cansancio, cerré los ojos y a partir de ahí, lo vi todo negro.

♕♕♕

─ Hazel, despierta ─ las primeras palabras que oí en el día fueron esas, junto a la figura de Derek tratando de despertarme.

Murmuré algo que ni siquiera yo entendí y me di la vuelta. Unos instantes después, noté unas gotas frías en mis brazos descubiertos.

¿¡Derek me estaba echado agua!?

─ ¿¡Qué coño!? ─ Me levanté de un bote al mentalizar que era agua con hielo lo que vertía poco a poco sobre mis brazos y me lo encontré riendo. Cogí la almohada y le di en toda la cara ─. ¡Joder! ¿¡Sabes el susto que me has dado!?

─ ¡Au! ─ Rió y mofé, pero al final solté una carcajada por lo bajo, y tomé un vaso de café para llevar que había comprado de la nevera cuando bajé a la cocina, acompañada por él ─. ¡No te despertabas!

─ ¿Quieres café? ─ Pregunté.

─ No, gracias ─ dijo con el tono de voz subido, debido a la distancia ─. Date prisa, debemos planear bien tu aparición.

Tomé mi café rápido, guardé mi teléfono después de hablar con Myri rápidamente y me apresuré a ir al cuarto, donde Derek me esperaba sentado en una silla, frente a una mesa blanca, con unos papeles encima, unos bolígrafos y un ordenador portátil. Tiré el envase a la papelera y me senté.

─ ¿Por qué has tardado tanto? ─ Preguntó.

─ Lo siento, le estaba contando los horarios a Myri ─ reconocí ─. Ella puede ayudarnos. Dijo que Aaron normalmente se va a una sala de música a tocar la batería o a veces, muy pocas, se va a una sala anecoica sobre esas horas. Me acabo de enterar que toca la batería, la verdad.

─ ¿Aún sigue tocando la batería? ¿Aún sigue estando la sala de música? ─ Derek dijo para sí mismo, pero me miraba.

─ No lo sé, me acabo de enterar de que toca la batería y de que el castillo tiene una sala de música. ¿Por qué lo dices? ─ Repetí.

─ Una vez que me escapé de mi casa. Seguí a mi padre, él entró a un cuarto extraño y estaba ahí Aaron, con poco más de trece años, tocando o aprendiendo a tocar la batería. Luego me castigaron, pero nadie me vio. Solo sabía que ese niño de ahí era mi hermano ─ sus ojos melancólicos me hicieron prestar atención hasta al mínimo detalle ─. Mi padre luego me contó que él era Aaron, que era mi hermano y que le encantaba eso de estar sentado frente a enormes tambores. Recuerdo que la entrada de la sala necesitaba una clave, y tenía dos puertas. Una principal, blanca con un manillar alargado, blanco también, y si ponías la clave correctamente, te encontrabas un pequeño escalón y una diminuta plataforma que apenas cabía un pie. En frente, había otra puerta con otra clave, de color gris y esta daba a la sala. Recuerdo que esta estaba cubierta de goma espuma acústica, y tenía una batería enorme con varios altavoces y maletines a los lados. No tenía ventanas ni nada, solo una lámpara de excelente calidad y un dispensador de agua con vasos de cartón como adicional.

─ Ahora lo entiendo... ─ repliqué para mí misma ─. Un día le vi guardando unas baquetas en un cajón.

─ ¡Espera! ─ Derek exclamó, a la vez que su rostro se iluminó ─. Preséntate allí cuándo él esté tocando la batería. Siempre lo hace cuando necesita escapar de la realidad y de sus problemas. Pídele a Myri que te esconda y... ¡Pum! Aparece en esa sala. Recuerdo que ella sabe la clave. Que solo Aaron sepa que estás allí.

─ ¿Nos seguiremos viendo tú y yo? Pero no para hacer un plan como este, sino como amigos.

─ Sería lo suyo ─ retiró la mirada.

─ Bien. Se lo diré a Myri ─ cogí mi teléfono del bolsillo ─. Gracias.

─ Hazel, ¿seguro que quieres hacer esto?

─ Derek, no puedo retroceder ahora ─ dije con una mezcla de sentimientos ─. Además, sí quiero ver a Aaron, a Myri, a Senila... Myri me ha dicho que Aaron ha estado muy mal desde que me fui, y quiero que deje de estarlo. Afortunadamente no se ha drogado ni ha bebido, solo ha fumado un par de veces ─ retiré la mirada y bajé la voz ─. Ha estado escuchando mi canción favorita también y ha estado mal en general. No quiero que siga mal. No quiero que lo haga por mi culpa.

─ Como quieras. Sabes que te ayudaré en lo que necesites.

¿Promesa? [✔️ COMPLETADA] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora