La lluvia era torrencial, increíblemente densa.
Comenzaba a resultar muy difícil incluso ver a través de la espesa cortina de agua que ya les había dejado completamente empapados, y que parecía ser el presagio de que algo muy, pero que muy malo estaba a punto de ocurrir.
En un instante se encontraban en medio de un juicio por la custodia de Titi, y al siguiente instante ya estaban corriendo fuera, mientras una lluvia imposiblemente violenta les azotaba sin piedad.
—¡Ahí está! ¡Miradle!—
La inconfundible voz de Vegetta, ya despojado de su atuendo de juez, quien señalaba una figura difusa que lentamente se volvía más y más gigantesca.
¿Qué demonios era eso?
¡Una bestia que parecía salida de los cuentos de horror!
A partir de ese momento todo se convirtió en caos, gritos y destrucción.
Luzu simplemente se movía en automático.
Incluso antes de entenderlo, ya estaba luchando contra aquella cosa que, según algunos de sus compañeros, parecía ser el padre de Titi.
No quiso pararse a pensar en lo peligroso que era aquello, en que todo a su alrededor comenzaba a volverse escombros y ceniza, en que su vida estaba en peligro.
¡Ah! Él y su inconveniente complejo de héroe.
Además de la determinación de salir victorioso en aquella batalla, había un pensamiento insistente que le empujaba más allá de sus propios límites, y ese pensamiento tenía nombre: Quackity.
Tenía que protegerle.
Tenía que asegurarse de que aquél monstruo no fuera a hacerle daño al chico que desde hacía un tiempo parecía haberse adueñado por completo de su mente.
¡No! ¡No es que le gustara, ni nada parecido!
Simplemente el pelinegro era extremadamente despistado y confiado, y eso lo volvía un blanco fácil para todo aquél que quisiera sacar provecho de él. Luzu había convertido en su misión el cuidarle de toda esa manada de lobos que conformaban el pueblo de Karmaland.
No es que fueran malas personas, en realidad, pero cada uno velaba por sus propios intereses y estaban dispuestos a meterse en el fango si esto implicaba el lograr sus objetivos.
El castaño no estaba seguro del por qué, pero algo en su interior le hacía resentir a sus compañeros de vez en cuando, como si muy dentro suyo existiera alguna herida que no había acabado de sanar.
Un estallido muy cerca suyo le dejó con los oídos zumbando, mientras su cuerpo salía despedido un par de metros para finalmente impactar contra el suelo mojado, provocando que su rostro y ropas quedaran embarrados de fango.
—¡Luzu, ayúdame cabrón!—
La inconfundible voz de Quackity le hizo reaccionar, mientras sus ojos buscaban frenéticamente entre los escombros y disparos. ¿Dónde? ¿Dónde estaba?
Lo vio, oculto tras una pared que se caía a pedazos. Se aferraba el brazo izquierdo con la mano, y entonces Luzu pudo distinguir el inconfundible carmesí de la sangre que brotaba de una herida invisible y manchaba sus ropas azules a una velocidad alarmante.
Poco le importó en ese momento su seguridad, ni los gritos de Alexby pidiéndole que cargara de nueva cuenta contra el alienígena. Pasó volando entre flechas incendiadas y espadas al rojo vivo, inhalando polvo y lluvia, mientras su cuerpo le exigía ir aún más rápido hacia donde el chico pedía ayuda.
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𝐐𝐮𝐞𝐫𝐞𝐥𝐥𝐚 -𝐋𝐮𝐜𝐤𝐢𝐭𝐲-
FanfictionTodo sucedió muy rápido. Hubo una explosión que volvió todo blanco, y después de eso vino la oscuridad. Cuando sus ojos se abrieron nuevamente, estaban ante una realidad muy diferente. El pueblo, o lo que quedaba de este, se había vuelto un campo de...