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10 de mayo de 2019

Narra Viviana

El vuelo de México a Barcelona resultó muy estresante; estuve a punto de perder la primera escala, pero la responsabilidad recae en Paula y Bryan, quienes olvidaron mis maletas en el departamento. Con el tráfico de la Ciudad de México, honestamente pensé que había perdido el vuelo. Afortunadamente, llegué a tiempo, aunque el vuelo se retrasó una hora, lo que me hizo perder la conexión directa a Barcelona. Agradezco mi suerte, ya que había otro vuelo disponible y decidí comprar el boleto para continuar mi viaje.

Aterrizamos a las 12 del mediodía, una hora antes de que comenzaran las prácticas. Aunque no sabía la distancia entre el aeropuerto y el autódromo de Cataluña, supuse que las prácticas ya habrían comenzado cuando llegara. Después de recoger mis maletas, me dirigí a la salida del aeropuerto y me senté en una de las bancas, sumergida en mi teléfono mientras revisaba mis redes sociales. No me di cuenta de que el chófer que me llevaría al autódromo estaba a mi lado.

—Disculpe, ¿usted es la señorita Viviana Lalli? —preguntó el chico castaño, regalándome una sonrisa.

—Sí, soy yo. ¿Usted es el chico que me envió Horner? —dije algo confundida.

—Está en lo correcto, señorita. Soy Lisandro, un placer —mientras decía eso, estrechó mi mano.

—Un gusto, Lisandro. ¿Nos vamos? —me puse de pie, guardé mi teléfono en mi bolso y tomé mi mochila que había dejado al lado de la banca.

—Por supuesto, señorita. Sígame —acto seguido, Lisandro tomó mi equipaje y comenzamos a caminar hacia la salida.

Salimos del aeropuerto, Lisandro subió mis maletas a la cajuela del vehículo y me abrió la puerta de la camioneta. Simplemente subí y dejé mi bolso a un lado, saqué mi celular y comencé a revisar mis redes sociales. Pensé que tomaríamos más tiempo, pero en realidad no tardamos mucho en llegar. Lisandro estacionó la camioneta y bajé de ella.

—Por cierto, señorita Viviana, aquí tiene su pase. El señor Horner se disculpa por no mandárselo antes —tomé los pases y cerré la puerta de la camioneta.

—Oh, está bien. Muchas gracias, Lisandro —y sin más, me dirigí a la entrada del autódromo.

Al llegar al paddock, observé cada garaje de las distintas escuderías y finalmente llegué al de Red Bull. Al enseñar mi pase y entrar, me encontré con Christian. No pasó mucho tiempo antes de que volteara a verme y me sonriera, acercándose a mí.

—¡Mi pequeña Viviana! —dijo mientras me abrazaba.

—Hola, Christian —devolví el abrazo.

—Tanto tiempo, pequeña. ¿Cómo has estado? Cuando te llamé, no te pregunté cómo te había ido. ¿Todo bien? ¿Qué tal el vuelo? —Christian parecía mi padre en esta situación, y su acción hizo que ladeara una sonrisa.

—Sí, me ha ido muy bien. De verdad, te agradezco la oportunidad de trabajo que me disté, Christian —dije algo apenada.

—No fue nada, princesa. Además, ¿cómo rechazaría a la hermana de uno de mis grandes amigos y sobrina de uno de mis ídolos?

—Jajaja, gracias de nuevo. Solo quiero pedirte una cosa —dije mientras jugueteaba con mis manos.

—Dime, nena, lo que necesites. Sé que estar casi 24/7 con uno de estos niños es algo demandante, pero... —antes de que pudiera seguir, lo interrumpí.

—No, no, no. Nada de eso, Chris —dije algo cabizbaja. —Es más sobre mi familia. Principalmente me fui de mi casa para demostrarle a mi madre que puedo lograr cosas sin usar el apellido de mi familia. Así que si pudieras omitir la parte de que soy parte de la familia Senna, te lo agradecería mucho —solte algo seria y ansiosa, pero él solo me dio un abrazo.

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