Dragones en limerencia - [Lucemond]

Parte única

Hola!

Segundo aporte para "House of the Dragon", pero esta vez vengo con un Lucemond porque estos niños nada más no me dejan! Ah!

Uhm, se supone que era un fic de almas gemelas, y de cierta forma lo es, el tema es que tengo un kink que me fascina que es el de la lactación, así que... He aquí el resultado.

Antes de leer, favor de considerar las advertencias, pls.

ADVERTENCIAS:

*AU!Canon divergente

*Vínculo de alma

*Intersex!Lucerys

*Smut explícito

*Lactation kink

*Feminización (un poco)

A leer!

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Su Sangre Flameante le llamaba. Podía sentirlo en el cosquilleo de la cuenca hueca. Aemond tuvo que finalizar la redacción de cartas que le había solicitado la reina, su media-hermana mayor, Rhaenyra, para ir a los aposentos que compartía con Lucerys, su esposo y madre de un precioso niño de cabellos castaños y ojos violeta llamado Laenor. El primogénito de ambos que nació dos años después de la boda.

Muchos se mostraron escépticos sobre la supuesta fertilidad de Lucerys, pues el chico no presentó signos de embarazo semanas después de la noche de bodas. Lo que no sabían era que Aemond no consumó el matrimonio por completo, sino que esperó pacientemente hasta que el cuerpo de Lucerys madurara lo suficiente para poder gestar. Había muy poca información sobre las Almas Sagradas (para la Fe de los Siete) o Raíces de Arciano (para el Norte) o Sangre Flameantes (para la Antigua Valyria), por lo que no quería arriesgar la vida de Lucerys con tal de tener un hijo. Los maestres traídos por Rhaenyra desde Rocadragón fueron de vital importancia para asegurar la salud del príncipe bendito por las flamas del Panteon.

Aemond sonrió al rememorar el instante en el que supo de la existencia de algo que podía considerar propio. Al ser el segundo hijo varón, del entonces rey Viserys Targaryen y reina-consorte Alicent Hightower, no había nada bajo su nombre; ni tierras, ni títulos, ni la atención que tanto anhelaba, ni un dragón como el resto de la familia. Aemond nació condenado a recibir migajas o la nada misma. Es por ello, que, desde temprana edad, tuvo que abrirse paso en el mundo con uñas y dientes. Tenía que demostrar que era mejor que Aegon en todos los aspectos, desde lo más sencillo como la cortesía hasta lo más absurdo como llevar a cabo todos los deberes de un príncipe. La perfección se volvió la constante en su vida. Era lo único con lo que contaba. Mas todo sufrió un cambio drástico cuando reclamó a Vaghar.

Aquella noche en Marcaderiva ocurrieron tres cosas relevantes: se volvió el jinete del dragón más grande del mundo; perdió un ojo a mano de Lucerys con quien creó un vínculo de sangre y despertó por completo la naturaleza de este como Sangre Flameante.

Por más esfuerzo que empleó, nunca pudo recrear lo que siguió después de la trifulca entre todos los niños. Voces inconexas, imágenes borrosas, el olor a sangre, el color rojo como predominante y la mirada afligida de Lucerys fue todo lo que su mente logró memorizar. La siguiente memoria más nítida fue despertar con un dolor indescriptible y la sensación de llamas ardiendo en la cuenca ahora vacía.