Parte única

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Hola! Ali viene de rápido a publicar este fic Braime que me ha estado dando dolores de cabeza por semanas!

Ah! Por qué es tan difícil escribir a Jaime?!  Espero me disculpen pero no he leído más que un capítulo desde la perspectiva de este chamaco, por lo que ando casi a ciegas para retratarlo lo mejor posible al canon.

La historia es una mezcla entre la serie e información de los libros que pude obtener de la wiki del fandom. 

No lo he editado muy bien, así que dispensen los errores :'D

A leer!

~°*†*°~+~°*†*°~

Jaime Lannister estaba nervioso. Ocho años habían pasado desde la última vez que vio a la doncella que le enamoró y diez de conocerla. Por mucho tiempo creyó que Cersei sería la única para él, mas solo bastó un viaje a Tarth para que su mundo se pusiera de cabeza. Brienne no era una joven convencional. En absoluto. A simple vista podía determinarse que la Doncella no le favoreció en nada más que en la virtud e inocencia. En su lugar, Brienne fue bendecida por el Guerrero; dios al que Jaime le rezó en varias ocasiones.

El color azul le recordaba a ella, no importase si lo veía en telas, flores o joyas. Jaime sonreía con solo verlo y la bestia en su interior ronroneaba en común acuerdo. Por diez años, bestia y Jaime dejaron de ser enemigos acérrimos para convertirse en lo que tanto el joven Lannister se negó a ser: un Terian.

El destino bendijo a los Lannister con los Terian desde los primeros reyes Lannister en Poniente. Hombres y mujeres capaces de adoptar la piel de un león —tan alto como un hombre, de melena espesa y brillante (en los machos), pelaje prístino, garras y colmillos filosos, capaces de envejecer más lento que el resto y tan fértiles incluso ya entrados en años— eran considerados los herederos de la Roca por derecho, sin importar el orden de nacimiento o si no formaba parte de la rama principal de la familia. El último registro de un Terian en la casa Lannister databa de hacía casi 200 años; justo al comienzo de la Danza de Dragones.

Así como los Targaryen perdieron a sus poderosos dragones, los Lannister perdieron la poca magia que corría en sus venas.

Sin embargo, Jaime nació con esa cualidad pensada extinta, lo cual marcó la reaparición de la magia en el mundo y un infierno para él. La tía Genna, Tyrion y Addam Marbrand (amigo de la infancia) eran los únicos que sabían de su condición. El temor de ser rechazado por Tywin y Cersei, quienes realizaron comentarios despectivos cuando pidió su opinión sobre los Terian en la familia, le llevó a aprender a reprimir ese lado mágico en él. Jaime siempre fue alguien que se regía por las emociones. Si amaba, lo hacía enteramente. Si odiaba, se encargaba de demostrarlo. No había medias tintas. Lo cual era una maldición pues la bestia en él respondía a ellas obligándole a cambiar de piel; en especial cuando enfurecía.

Quizás Tywin ya sabía qué ocurría con él, pero había decidido vivir en negación. Tal como lo hacía con los rumores (verídicos) de la relación que tuvieron sus mellizos. A lo mejor, en un intento por detenerlos, fue que mandó a Jaime con Lord Sumner Crakehall a Refugio Quebrado. En ese sentido, le debía agradecer haberle enviado como escudero y también permitido participar en la campaña contra la Hermandad del Bosque Real, pues, después de ser nombrado caballero por el mismísimo Ser Arthur Dayne la Espada del Amanecer, ambos fueron a la isla Zafiro en la Bahía de los Naufragios. Lugar en el que su corazón latió por la futura Lucero de la Tarde.

De solo recordar el primer encuentro de ambos la sonrisa afilada se suavizaba en un parpadeo. Durante la visita, había decidido recorrer las playas y admirar las aguas cristalinas de Tarth. De pronto, a lo lejos escuchó gruñidos y el chiflido generado por una espada. La curiosidad guió sus pasos a una parte oculta por algunas rocas y ahí vio a alguien practicando con la espada. Esta persona parecía rondar su edad, era alta, de hombros anchos, cabellos color lino y piel blanca debajo de pecas. Por unos minutos se limitó a observar el juego de pies y la forma en la que movía el arma, aplaudiendo mentalmente cuando lograba hacer una forma impecable o criticando si fallaba. Entonces las vio. Tuvo que parpadear repetidamente para asegurarse que no lo había soñado, pero eran reales. Había visto infinidad de veces los senos de Cersei como para identificar unos en alguien más. Tal vez los de esta desconocida eran más pequeños, mas estaban ahí, balanceándose o rebotando ligeramente dentro de una blusa holgada. Sin poderlo evitar lo primero que pensó fue «¿Es eso una mujer?».

Melenas solares - [Braime]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora