𝐭𝐚𝐥𝐤 𝐭𝐨 𝐦𝐞 𝐢𝐧 𝐲𝐨𝐮𝐫 𝐥𝐨𝐯𝐞 𝐥𝐚𝐧𝐠𝐮𝐚𝐠𝐞.

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                         Kim Taehyung todavía recordaba ese fatídico día. Cinco de abril según el calendario en la pared, la fotografía del humorista Yoo Jaesuk impregnada como goma de mascar en su cabeza. Debía ser una de las mejores en su carrera. Su sonrisa pintoresca, sus lentes negros sobre el puente de la nariz, el cabello peinado hacia un lado, brillante y sedoso por el reflector detrás de cámaras. Llevaba un suéter rojo, una camisa por debajo y un par de pantalones negros. Se fijó en esos zapatos, pensando entre el incesante ruido que eran iguales a los suyos al llegar. De charol.

Si se hubiera quedado con ellos cuando tuvo la opción, ¿habría evitado el caos? Era probable. Tonto, tonto, niño tonto. La imagen de Yoo Jaesuk, sin distinguir entre lo que era real o no, pareció darse cuenta también del detalle e hizo una mueca graciosa, tenuemente vil. Empezó a burlarse de él por su ineptitud después, aquel par de ojos inmóviles analizando su figura desastrosa encima de ese taburete. No era el único. Todos alrededor lo observaban. Derecha, izquierda. De punta a punta. Lo difícil fue descifrar con qué.

¿Mofa? ¿Desprecio? ¿Asco? ¿Pena?

Decidió que no importaba cuando el frío envolvió su cuerpo, la gelidez del piso contra la planta de sus pies congelando cada nervio. Tuvo la intención de recoger la boa de plumas y devolverla a sus hombros, justo donde había estado hace unos segundos; el vestido de cachemira no tenía salvación, así como los tacones: su madre se encargó de destrozarlos con las uñas, pero la mirada perturbada de su hermana lo detuvo, diciéndole a lo lejos con la esclerótica roja y el iris tan dilatado que no era una buena idea.

Le hizo caso. Yoori siempre tenía la razón.

Y, de pronto, la bulla cesó. Silencio inminente en la habitación. No se había movido, pero el ritmo de su respiración era agitado, su pecho subiendo y bajando con una rapidez descomunal. Levantó la cabeza, encontrando a su mamá en un estado similar y quiso enrollar sus brazos en esas piernas para pedir disculpas, que no lo volvería a hacer, que iba a ser bueno, aunque no entendiera qué es lo que había hecho mal. Antes que pudiera arrepentirse, unos dedos acariciaron su mejilla, limpiando con una delicadeza familiar lágrimas que no creía haber soltado.

Esa mano tibia y amorosa que se hizo camino a su cabeza fue el inicio de su adoctrinamiento.

—Taehyung, creo que deberías lavar tu boca con jabón.

Él todavía recordaba ese fatídico día. El día en que dejó de ser humano y se convirtió en una decepción.


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                         Taehyung se declaraba oficialmente en huelga. Lo haría si tuviera la posibilidad, en realidad. Dio una ojeada lastimera al reloj colgado sobre la puerta. Eran las dos de la tarde con quince. La última vez que lo vio había sido hace unas cuantas horas atrás, tal vez a las ocho de la mañana cuando Chaeyoung entró de turno, saludándolo como siempre con una leve reverencia y un par de ojos saltones que fue imposible pasar por desapercibido.

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⏰ Última actualización: 3 days ago ⏰

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SUGAR RUSH 𝗜 kooktaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora