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SeHun no pudo evitar la pequeña sonrisa que vino a sus labios cuando ChanYeol gimió, pero se acomodó en la almohada en posición de reposo. El labio inferior lo tenía atrapado entre los dientes, y jadeaba duramente.

SeHun sabía que ChanYeol desesperadamente quería correrse.

SeHun lo quería también. Pero quería que aprendiera a ser paciente y a obedecer. Ahora, como estaba demostrando ser un estudiante brillante. SeHun decidió que esa diligencia merecía ser recompensada.

Se inclinó hacia delante y tiró de la venda, quitándosela.

Quería ver a los ojos del hombre cuando se corriera. Cogió un puñado del pelo ChanYeol y ladeó su cabeza hacia atrás.

―Abre tus ojos y mírame, ChanYeol.

ChanYeol parpadeó rápidamente, fijó sus ojos en los de SeHun.

El deseo y la necesidad ardían en esos hermosos ojos marrón. Se hundían en el alma de SeHun, lo que lo hacía que se sintiera fuerte y poderoso, pero no tan fuerte y poderoso como para negarle su orgasmo.

El que creyera que un sub era más débil que un Dom era un idiota. La voluntad que tenía ChanYeol para negarse su orgasmo ante tal necesidad era sorprendente.

SeHun sintió un momento de asombro por el control de ChanYeol. Tal vez había algo más en su pequeño sub de lo que había pensado previamente.

―Córrete.

Una simple palabra parecía tener el poder de mover la tierra, o por lo menos mover a ChanYeol. Los deliciosos labios del hombre se abrieron cuando un suave grito llenó la habitación. Su espalda se arqueó. Su piel adquirió un impresionante tono color rosa, como si el placer lo hubiera pintado de pies a cabeza.

Cuerdas de blanco esperma perlado se dispararon al aire, aterrizando en el pecho de ChanYeol, su muslos, y hasta su barbilla.

Cuando ChanYeol comenzó a bajar de su nube, SeHun aumentó la presión sobre su pelo. Estuvo encantado cuando otro brote corto de esperma salió de la polla del joven antes de que el hombre se desplomara contra la pierna de SeHun.

―Buen chico ―dijo en voz baja mientras soltaba su cabello y comenzaba a pasar sus dedos a través de las hebras de seda.

ChanYeol había sido perfecto.

Justo como sabía que lo sería.

SeHun había sospechado durante mucho tiempo que los ojos de ChanYeol eran el espejo de sus emociones. Ahora, sabía que había tenido razón. Cada gramo de placer que tenía brillaba en sus ojos marrones, convirtiéndolos en pardo centellante.

Su satisfacción por correrse, su alivio por al fin poder hacerlo, e incluso su orgullo por haberse aguantado durante tanto tiempo, todo pasó por sus ojos mientras se corría.

―Arriba, mascota ―ordenó SeHun mientras tiraba de su pelo. Una vez que ChanYeol estuvo de pie, SeHun se tomó un momento para mirar a su nuevo sub.

Con salpicaduras de su semen decorando su cuerpo, parecía un ángel libertino. Era totalmente delicioso.

SeHun cogió la cesta púrpura y azul y sacó algunas toallitas húmedas para bebé que tenía para tales ocasiones. Con mucho cuidado lo limpió, y luego a sí mismo, antes de tirar las toallitas usadas al bote de basura que estaba a un lado de la mesa de café.

SeHun soltó las manos de ChanYeol, sonriendo, cuando el hombre ni protestó, dejando los puños a un lado. ChanYeol estaba tan eufórico que ni notaría un huracán. SeHun se puso de pie y luego lanzó a ChanYeol a sus brazos. Sabía que el pequeño y hermoso sub ya había tenido suficiente por esta noche. Ahora, ChanYeol necesitaba descansar.

𝐿.𝐿.𝐷.𝐶 || sᴇʏᴇᴏʟDonde viven las historias. Descúbrelo ahora