Desperté gritando de dolor. Era como sentir mil cuchillos clavarse por cada parte de mi cuerpo. Entre abrí los ojos para ver lo que estaba pasando. Una sonrisa para nada amable me recibió cuando pude identificar dónde y con quién estaba.
—Eres fuerte. Pensé que ya habías muerto a estas alturas —habló tranquilo, como si no me estuviese matando por dentro.
Intenté moverme pero otra oleada de dolor me invadió. Estaba tumbada sobre una mesa, pero no portaba ningún tipo de atadura física. Su magia contenía a la mía, dejándola a merced de su voluntad.
—Es igual. Dentro de poco ya ni siquiera quedarán tus restos. Tu magia es lo suficientemente poderosa como el estallido de una bomba. Tranquila, solo duele por ahora. Más tarde te liberarás de este mundo terrenal y dejarás de sufrir —lo miré con odio. Un odio que no había sentido jamás por nadie. Ni siquiera por la señora Evans.
—Púdrete —logré decir a pesar de sus esfuerzos por acallarme.
—Mal educada hasta en tus últimos momentos. Los magos egocéntricos supongo que sois todos así —su despreocupación me enfermaba. ¿Cómo una persona podía vivir así? ¿Deseando el mal a los demás? ¿Sin que sienta la más mínima empatía?
Por un momento, pensé en la posibilidad de morir allí. Sola con ese pirado...
Ni siquiera me había podido despedir. No pude ver de nuevo a Sophia ni a Jim... Ya no podría decirles lo mucho que los quería.
Y en ese momento pensé en él. Aunque le hubiera dicho como me sentía por fin, no tendría la posibilidad de compartir más momentos juntos. Ya no podría sacarlo de quicio, ni montar complot con Wong para salirnos con la nuestra... No llegaría a verlo sonreír de nuevo...
Me retorcí de agonía. No sabía que fuera posible experimentar algo así, notar que te secan por dentro y te quedas vacía. Como si te arrebataran tu alma.
Y de repente, se hizo el silencio. Una quietud que me aterrorizó. Dejé de sentir.
El mundo se detuvo a mi alrededor. Exhalé con dificultad, intentando procesar lo que estaba sucediendo.
Me notaba ligera, liberada, sin ataduras de ningún tipo. ¿Era así cómo se sentía el final? Tanta paz...
Pero no duró tanto como esperaba. Algo me ataba en corto.
—Avril.
Por fin pude escuchar. Una voz lejana me llamaba. Quería correr a ella.
«¿Y dejar esta tranquilidad? —mi consciencia navegaba lejana, en otra dirección—. Tan apacible...»
—Avril. Abre los ojos —ordenó la voz, y aunque no quisiera hacerlo, en el fondo sabía que debía hacerle caso.
Al abrirlos me encontré de lleno con la luz brillante de la mañana bañando mi rostro. Miré a mi alrededor para ver donde me encontraba. Era extrañamente familiar.
—¡Hey, Avi! ¿Ya estás holgazaneando? Muévete, tenemos que llevar los pedidos a las mesas cuanto antes.
Mis movimientos eran muy lentos, pero alcancé a girarme para ver a un chico rubio sonriendo mientras pasaba por mi lado cargado con varias bandejas.
Lo miré fijamente, sintiendo desesperación por no saber decir quien era exactamente cuando me resultaba tan familiar...
Una mano se posó en mi hombro, sacándome de mis pensamientos. Una chica de cabello castaño me miraba con algo de preocupación en su rostro.
—¿Qué pasa, Avril? Estás en las nubes —bromeó. Pero cuando fui a responder, su visión se desvaneció y me fundí en la oscuridad de nuevo hasta aparecer en otro lugar. La sala era oscura y algo antigua, repleta de estanterías y libros.
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𝐓𝐡𝐞 𝐌𝐚𝐠𝐢𝐜 𝐈𝐧 𝐘𝐨𝐮 || 𝐃𝐫. 𝐒𝐭𝐫𝐚𝐧𝐠𝐞 𝐱 𝐎𝐜 ||
Romantik"Si me dieran a elegir entre cambiar el pasado o quedarme con este presente, elegiría la segunda opción. Porque prefiero vivir mil veces todo lo que pasé para llegar hasta aquí, que vivir un presente en el que no estés aquí. Conmigo."