Capítulo 30

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—¿Puedes creer que Acar le creyó a esa víbora? —mi hermana comió otra cucharada con helado

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—¿Puedes creer que Acar le creyó a esa víbora? —mi hermana comió otra cucharada con helado.

Hice un ruido de confirmación dándole la razón, pero realmente no estaba prestando atención a la novela turca esta vez. Ambas estábamos en el sillón, ubicadas cómodamente mientras mirábamos la televisión, mi mirada se dirigía más a la ventana para poder identificar a los guardias, eran buenos escondiéndose.

—¿Quieres mi helado? —ella me ofreció su helado, pero con el mío estaba bien. Vainilla con caramelo era demasiado empalagoso para esta ocasión, negué y traté de enfocarme de nuevo en la novela.

Ella se movió tapándose con la delgada frazada y puso en pausa la novela dejando en la pequeña mesa el bote con poco helado. Me miró buscando explicaciones, la conocía bien y ella a mí también.

—¿Vas a decirme que te pasa? —tenía ese gesto en el rostro cuando algo no le gustaba y mis pocas respuestas desde que llegó hace dos días podrían ser la razón.

—Nada —traté de disimular y sonar feliz, como siempre.

—Eres pésima mintiendo.

Traté de evitar las preguntas, solo que no lograba poder identificar qué camino tomar para desviar la conversación. Miré de nuevo por la ventana, era de noche, por suerte la iluminaria era la suficiente para no inundarnos con la oscuridad.

—No constante nada sobre Marcus desde que volviste, ¿esto tiene que ver con él?

—Si —traté desesperadamente encontrar alguna palabra más para seguir—, es que terminamos.

—Pensé que seguían siendo novios.

—No contestó mis mensajes —mentí.

Ella hizo un gesto raro, como si no fuera realmente algo grave y no lo era, pero en mi situación al final sí.

—No mantuvimos conversación desde que llegué —admití—, demasiado ocupado en su trabajo y los entrenamientos. —Traté de dramatizar intentando que mi voz se quebrara, como si estuviera lastimada por la falta de atención.

—No te responde los mensajes —levantó una ceja—, que coma mierda.

—No seas grosera. —Traté que esas palabras no provocaran risa y distorsionara la conversación, conocía cuando estaba molesta y que empezará a hablar en español era un claro indicio.

—Soy realista —ella sonrió—, tu alma gemela... ¿No responde los mensajes? —me provocó al final.

—No es mi alma gemela —negué—, solo es alguien con quien pasé un lindo tiempo.

—Bah —hizo un gesto con la mano sacando importancia a mis palabras—, ni siquiera puedes creer esas palabras.

—Es verdad.

—Si tú lo dices —ella sonrió pícara—, ya que no quieres ver la novela te puedes ir de mi cama, mañana tengo un vuelo a las Vegas.

Me levanté del sillón, lo que ella decía era verdad, tenía un vuelo a las dos de la tarde para juntarse con el equipo. La carrera, según ella, tenía esos indicios de diversión, pero no para ellos, porque necesitaban ganar una suma de puntos importantes para dar ánimo al equipo que venía con varias derrotas.

Solo quiero estar a tu ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora