Las secuelas de solo haber dormido una hora en el avión de Nevis a Nueva York estaban golpeándolo más de lo había pensado. El sol se estaba ocultando detrás de los lejanos edificios de Manhattan, los cuales veía desde el puente en el Bronx. Las noches cálidas en el Caribe ahora solo eran un recuerdo, y la maleta que llevaba colgando del hombro era lo único que Alex llevaba consigo de su hogar. Había estado caminando desde que se había bajado del avión, sin un destino en específico y con la esperanza de que para la noche tendría un lugar para quedarse.
—Pero si eres un niño, no necesitas trabajo —una señora le había cerrado la puerta en sus narices, compadeciéndose de él, pero sin hacer nada para cambiar su situación.
Su hermano le había advertido que sería difícil, que quizá habría días en los que no sabría si tendría para comer y que una vez que iniciara las clases en la universidad, era probable que lo discriminaran por cómo estaba vestido, por donde venía o porque estaba estudiando en una universidad a la que no pertenecía socialmente.
Cada una de esas cosas las podía soportar si simplemente imaginaba que su vida era una película, y que esta recién se encontraba en los primeros diez minutos de exposición que se necesitaban para explicar la triste historia del protagonista.
—Me llamo Alex; mi hermano, James, y mis vecinos ayudaron con el dinero para el boleto de avión; mi madre murió hace unos años, pero antes de eso mi padre se fue para conseguir dinero y aún no ha regresado. Quiero ser alguien importante, quiero generar impacto en la vida de las personas, quiero que me recuerden —le dijo a un hombre de mediana edad que estaba recostado contra uno de los pilares del puente que había recorrido desde la mañana.
Al verlo llegar a su escondite, Alex le había comenzado a hablar para que no lo echara del lugar, y de tanto divagar, el hombre se había quedado dormido en su sitio. Parecía que ahí pasaría la noche.
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—Levántate, niño —le sacudieron el hombro, unas gotas de la nieve derretida del gorro del hombre le cayeron sobre la frente.
Ahora que no estaba con el rostro cubierto, Alex pudo reconocer mejor al señor. Tenía una barba envidiable que esperaba copiar dentro de unos meses, unos rizos largos y esponjados debajo de su gorro, dientes caídos y labios resecos que esperaba no heredar, y una fuerza inexplicable con la que lo hizo caer sobre el cemento sucio al ver que no reaccionaba ante su llamado.
—¡Hey, nada de dormir hasta tarde! Este es mi espacio. Búscate el tuyo y haz lo que quieras con ese —lo sujetó de la capucha del abrigo y lo sacudió hasta despertarlo por completo—. ¡Fuera!
—No, no, no, espere —Alex levantó sus manos en el aire—. No quiero robarle. Quiero... quiero aprender. No ocuparé mucho espacio, se lo prometo, además soy muy hábil. Aprendes mucho cuando tienes una madre muerta.
El hombre chasqueó la lengua y asintió, estiró su mano para levantarlo del suelo.
—Más te vale no causar problemas, niño. Y habla más alto, no escucho de este oído.
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Conforme pasaron las semanas, Alex descubrió que la mejor forma de obtener la simpatía de las personas era no hablar. La pena y la disonancia se creaba sola al ver a un chico de dieciséis años sucio y con hambre, en medio de la ciudad que proponía ser las puertas a la oportunidad. Esto les rompía su idealismo en el acto y de paso le daban unas cuantas monedas que luego le servirían para comprarse unos zapatos que lo protegieran del frío. De vez en cuando hablaba con su hermano por mensajes o correos, asegurándole que no debía preocuparse por él, que había encontrado a una familia que lo había acogido y que estaba estudiando para el examen de ingreso a Columbia o NYU.
En realidad, todos los días, quien le aseguraba su desayuno era una furgoneta que pasaba por el sector repartiendo sándwiches y condones a todo aquel que los necesitara. Alex intercambiaba los condones por otros sándwiches, y a veces por drogas que volvía a cambiar por condones y calcetines.
Al hombre le había terminado por pagar por el espacio mínimo que ocupaba debajo del puente, y por los pedazos de abrigos que usaba como cobijas. Más o menos el costo se trataba de la mitad de lo que conseguía de las personas y de escucharlo hablar de discos indie de los 70, de los que nunca había escuchado. Su tiempo, su dinero y sus oídos, luego de un mes, ya no daban para más.
—Con el dinero que te va a quedar, a lo mejor te alcanza para unas dos semanas en las camas calientes. Te va a tocar trabajar, eso sí —una risa silbante le siguió al comentario.
—¿Camas calientes?
—Te da tiempo para descansar —señaló a lo lejos un edificio de paredes resquebrajadas—, unas cuantas horitas, de ahí, a la calle. Vas a buscar trabajo, mientras alguien más duerme y así. Entiendes por qué me gusta vivir debajo de este puente.
—Pero sí, necesito trabajo y una ducha.
—Paga lo que me debes y te puedes ir.
Con una sonrisa sincera, Alex le entregó la mitad del dinero que había recaudado por la tarde y se sentó en el espacio que había sido suyo.
—Una noche más. Mañana de mañana tendrá de nuevo todo su espacio.
—Trato —dijo el hombre y contó las monedas, sin prestarle mucha atención a él.
A las tres de la mañana, Alex se despertó con su maleta lista y sin moverse demasiado, cogió el dinero que le había dado al hombre y, en su lugar, dejó una funda con todos los condones que había recolectado. Sin mirar atrás, huyó al condominio que le había señalado. Con eso le alcanzaría para un mes completo en las camas calientes.
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N/A Un poco de la vida de Alex antes de tener apartamento, antes de conocer a John y antes de vivir con George. ¿Esto es publicidad para que vayan a leer el AU en Bar_Writer? Quizá. O a lo mejor solo soy yo tratando de mantener mi producción de shots viva mientras ando en la universidad. Sí, este es un shot escrito especialmente para la universidad. ¿Y lo será el siguiente también? Exactamente, sí. Lástima que ese no podré publicarlo porque contiene muchos spoilers de lo que sucederá en junio dentro de "Pasado Imperfecto". Mientras tanto, espero que hayan disfrutado esto y que mi semana de exámenes no acabe conmigo.
Nos leemos,
Andrea
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In the Winter's Trail - one shots lams
RandomEsta es una colección de historias, algunos cuentos y por lo general one-shots de parejas que rondan a menudo en mi cabeza. Adéntrate a mi mundo si te atreves, quedas advertido. Para más información, revisar el índice. Incluye: • Lams • Kingbury • H...