Only my captain

One kiss

Sanji sabía a lo que se metía cuando accedió en irse con aquel chico de goma; estaba preparado para cualquier capricho o cantidad de comida que el otro pudiera pedirle, pero nunca esperó escuchar aquella extraña petición.

— ¿Qué dijiste? – Preguntó para asegurarse de no estar imaginando cosas.

— Quiero un beso. – Repitió mientras se acercaba al rubio con entusiasmo.

— ¿Tiene que ser de mí? – Retrocedió unos pasos hasta que su espalda estuvo contra el refrigerador al estar ambos en la cocina.

— Por favor. – Juntó las manos rogando. — Solo puede ser de ti. – El rubio lo pensó un poco, conociendo la inocencia de su capitán seguro que solo quería un poco de cariño. Miró hacía la puerta para cerciorarse de que nadie estuviera cerca o pudiera verlos.

— Está bien, pero no le digas a nadie. – El otro asintió con la cabeza y tras un ultimo suspiro Sanji tomó las mejillas del menor para girar levemente su cabeza para así unir sus labios por menos de un segundo, antes de hacerlo a un lado para alejarse y salir de cocina dejando un muy confundido Luffy en la cocina.

Usopp le había dicho que había un postre llamado "beso" pero que el cocinero solo se lo hacía a las chicas, pero que si lo pedía seguramente le cocinaría uno a él, pero en lugar de tener un postre se encontró con los suaves labios del rubio, el aroma a nicotina mezclada con menta y un extraño hormigueo sobre sus labios. Salió de la cocina ignorando como el tirador parecía buscar golpes o algo sobre su cuerpo, terminó por sentarse en la cabeza del Merry mientras contemplaba el basto océano. No es que nunca hubiera recibido un beso antes, pero no en los labios y mucho menos había sentido lo que hace unos momentos.

Sanji era un amante de las damas, pero no podía evitar sentir cariño por todas las criaturas (a excepción de cierto marimo andante) y no tenía demasiada referencia en la muestra de cariño entre familia; su madre fue la única que le abrazaba y besaba su frente cuando estaba viva, Zeff le mostraba su cariño con patadas y algunas palabras de aliento, pero con sus hermanos solo sufrió abusos y maltratos, así que no le quedaba más que ceder ante los caprichos de su inocente capitán.

Las semanas pasaron y para el rubio se había vuelto una rutina más; despertar, darse una ducha, hacer el desayuno y darle un beso a Luffy si era el primero en llegar o el ultimo en irse. A sus ojos era lo mismo que besar la mejilla de un pequeño niño o niña que hacía berrinche hasta que se le daba lo que pedía, una muestra de cariño cualquiera, aun así, prefería mantener aquellas muestras en privado para evitar malentendidos.

Las sensaciones en el pecho de Luffy solo iban en aumento cada vez que sus labios probaban los del cocinero, no podía evitar prestar mayor atención a quien le preparaba tan deliciosas comidas; sus labios a veces rojizos por probar la comida caliente mientras la condimentaba, las pequeñas cicatrices en sus manos, las callosidades en las mismas por tantas horas que tomaba el cuchillo para prepararle banquetes sin quejarse ni una vez. La manera en que le mostraba una radiante sonrisa cuando se comía todo y decía lo delicioso que era. No entendía porque sus manos sudaban un poco cuando el otro estaba cerca o porque sus mejillas se calentaban cuando recibía un beso suyo, solo sabía que cada vez que sus labios se unían sentía una enorme necesidad de gritar con todas sus fuerzas. Quería preguntarle a Usopp que le pasaba, incluso a Nami, pero prometió mantener el secreto de sus besos, así que tendría que averiguar por su cuenta a que se debían las sensaciones en sus adentros. Sacudió un poco su cabeza para salir de sus pensamientos que no le llevaban a ninguna parte y decidió ir a la cocina encontrándose al culpable de su confusión sentado mientras anotaba algunas cosas en una hoja de papel sobre el comedor.