CAN YOU FEEL MY HEART? | will x warren

apagar la mente

Warren tenía varios huecos en su memoria, podía recordar el primer desayuno que le preparó a su madre, era capaz de enumerar cada una de las veces que fue a visitar a su padre y explicar a lujo de detalle de qué trataron cada una de sus conversaciones e incluso podía decir con total certeza quiénes habían sido los primeros clientes que atendió cuando comenzó a trabajar en el papel de arroz y qué fue lo que ordenaron; sin embargo, no era capaz de tener una imágen clara de los rostros de sus compañeros de clase, si le preguntaban por sus nombres no era capaz de decir algún otro que no fuera el de Layla o el de Will, si le pedían que hablara sobre su vida escolar no se sentía capaz de hablar de algo más que el tiempo que pasaba en la azotea.

Despertar tan temprano era tener la mente apagada por al menos diez minutos en lo que entraba a la ducha y el agua de la regadera lo hacía reaccionar, pero incluso era más consciente durante esos diez minutos que durante las 7 horas que pasaba en la escuela. Pararse debajo de la regadera por al menos media hora se había convertido en la parte más disfrutable de su mañana, no había algo más que tranquilidad y relajación, agua caliente cayendo sobre su cuerpo, por un momento podía olvidarse por completo de todo el resto del mundo y fingir que solo él existía, que solo él importaba, porque en cuanto pusiera un pie fuera del baño tenía que volver a aceptar la clase de realidad en la que tenía que vivir cada día.

A las siete preparaba el desayuno, media hora después lo estaba comiendo junto a su madre y para las ocho ya estaba sentado en los últimos lugares del autobús, incluso cuando se encontraba casi vacío, aún cuando esa fachada de "chico malo" había disminuido un poco desde que empezó a juntarse con Layla y el resto de sus amigos, seguía prefiriendo mantener su distancia del resto de las personas siendo consciente que así como él no deseaba tenerlos cerca, ellos tampoco lo querían cerca; conforme las calles avanzaban, Jeremiah cambiaba su asiento y se colocaba a su lado, lo agradecía porque de esa manera no había riesgo de que, porque los asientos se terminaban, alguien odioso se sentara a su lado, pero también sabía que él no lo estaba haciendo por hacerle un favor, sino que Jeremiah detestabla el doble o hasta más a las personas que lo rodeaban, él tampoco iba a permitir que alguien más, héroe o asistente, se sentara a su lado.

—¿Qué tienes a la primera hora? —preguntó sin dirigirle la mirada, Warren volteó a verlo notando que estaba terminando con algún trabajo.

—¿No deberías hacer eso en tu casa?

—Es tarea de asistente, podría hacerlo cinco minutos antes de entregarla y las respuestas estarían correctas —aseguró y parecía ser cierto porque ni siquiera parecía estar leyendo las preguntas al responderlas— ¿No vas a responder?

—Ah, sí, es una clase con el profesor Médula, nos da como tres, no recuerdo cuál de todas es esta vez ¿A ti?

—¿Parece que me sé mi horario?

—¿Entonces para qué diablos sacaste ese tema de conversación?

—No lo sé, el silencio me aburre.

Warren rodó los ojos antes de dejar escapar un suspiro, no podía negar que agradecía que lo intentara, porque al menos de esa manera le era más sencillo ignorar sus propios pensamientos, no necesitaba llenarse la cabeza de ideas desagradables antes de siquiera empezar las clases, mínimo quería oírlo venir de alguien más antes que de si mismo, detestaba cuando esos pensamientos se hacían presentes porque sabía bien que no eran sus palabras sino que su cerebro solo repetía todo lo que otros habían dicho sobre él y estaba tratando de convencerse de que eran sus propias palabras, quizás porque quería hacerse daño o tal vez estaba empezando a creer que eran ciertas y quería aceptar la realidad lo antes posible.

Debía recordarse a si mismo de manera constante que las cosas no eran así, negaba con la cabeza en busca de alejar las ideas y trataba de concentrarse en todos aquellos que se le acercaban, a pesar de saber quién era su padre, quienes veían más allá de la etiqueta que se le colocó encima desde el momento en el que nació; no culpaba a su papá, sabía que él tomó sus propias decisiones y que eso lo llevó a los peores resultados, pero era su vida, eran sus acciones, él era consciente de lo que hacía y sabía mejor que nadie que sus intenciones jamás fueron "arruinarle" la vida a su hijo, no era esa clase de hombre, no era esa clase de padre, porque sabiendo que nadie más que él lo entendería, incluso con todos los actos que él cometió —todo aquello que lo llevó a estar en prisión actualmente— él estaba seguro de que no cambiaría a su padre por ningún otro.