El anillo

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1 de diciembre 1997

Me encontraba en el automóvil de camino a casa pensando en lo que me iba a preparar de comer, ajena a mi alrededor, repase los ingredientes que utilizaría. Cebolla, huevos, Verduras, tomates, en fin cualquier cosa que reciba mi estómago. Era de noche y tal vez algo tarde para pedir comida rápida.

La calle estaba envuelta en un ambiente sombrío; apagado, en el que sólo podía percibir las ráfagas de lo que serían los árboles de diferentes especies, que decoraban las tristes calles del pueblo de Emille, junto a varias casas hechas de zinc y algunos contenedores en el que sus habitantes eran solo familias humildes que se ganaban la vida trabajando en las zonas rurales. Yo, Zania, residía en la profundidad siendo esta la parte mas tranquila del sitio. Mis padres construyeron una no muy pequeña vivienda en el que lamentablemente no crecí, siendo yo la única en criarme en la zona urbana de la ciudad de Pristina, Kosovo.

Regresaba todas las noches cansada, acostumbrada de mi rutina diaria; despertar, desayunar, salir a trabajar, regresar, dormir, despertar, desayunar; y así sucesivamente...

Acostumbrada a esta rutina, nunca imagine que en esta ocasión mi pulso se elevaría drásticamente al notar algo inusual.

Luego de desmontarme de mi amado Mustang 1979. Me percate de que la puerta de mi vivienda se encontraba levemente abierta, en ese mismo instante traté de no entrar en pánico, pero no podía evitar sentirme algo angustiada.

-Por favor que no me hayan robado, por favor por favor!- reproducía esa misma oración mentalmente.- por favor- decía, esta vez en voz alta, mientras me acercaba sigilosamente a la entrada.

Ya al frente, abro lentamente el pórtico sin emitir ningún sonido, introduzco media parte de mi cuerpo en el interior para asegurarme de que este despejado.

-Hay alguien aquí?- pregunto a la nada sin ánimo de esperar respuesta, atenta trato de percibir algún sonido en particular. Nada. No escucho nada. En el acto aprovecho para adentrarme directamente en el comedor y revisar si mi tesoro mas preciado seguía allí. Abro el cajón con manos temblorosas, al ver mi objetivo, sonrio.

El alivio me invade plenamente, el anillo sigue ahí, regreso a la entrada y procedo a cerrar la puerta asegurándola por segunda vez para terminar de calmarme, deposito mi blazer marca Anne Karim en el perchero que atraviesa el umbral del acceso del sitio. Pero no termino de dar ni 2 pasos hasta que escucho un perro ladrar, extrañada escorro, sin mucho esfuerzo, las cortinas gruesas color blanco que hacen contraste con los tonos pasteles que decoran la sala iluminada. Es un pitbull de pelaje grisáceo, ladra enérgicamente -pensé. Miro hacia los lados esperando que en cualquier momento aparezca su dueno y se lo lleve de mi propiedad, nada, aun no aparece nadie para llevarse al perro de ahí. Sin prestarle mucha atención, cierro el telón, con intención de no seguir perdiendo el tiempo, atravieso el estrecho pasillo que me lleva directamente a la cocina. Antes de que tuviera tiempo de abrir la puerta de la nevera, escucho un gran estruendo proveniente de una de las habitaciones.

Instintivamente doy un respingo, inmediatamente el perro deja de ladrar, tengo un mal presentimiento. Quiero salir corriendo de la casa pero pienso que no tendría nada de que preocuparme, si el perpetrador no salio ni huyo, no tendría que estar perdiendo el tiempo aqui, o si?- NO ES GRACIOSO- grito- TENGO UN SARTÉN- vuelvo a gritar.

A continuación procedo a recorrer lentamente el pasillo que separa la cocina de las habitaciones, luego de pasar al frente de la habitación de los huéspedes, me detengo abruptamente. Debido a la sensación extrema que experimentaba al sentir que mi corazón se saldría de mi pecho, precisamente por la adrenalina que recorría mis venas, y el sudor frío cayendo por mi sien, retrocedo unos tres pasos. Instintivamente me pongo en posición de ataque. Creí haber visto algo, la puerta se encontraba media abierta, pero estaba segura de que habia percibido un movimiento extraño. Extiendo mi mano hacia la manija, pero no había terminado de reaccionar cuando la puerta se terminó de abrir sola, chocando con un límite mayor de  180 grados contra la pared, mi aliento se habia estancado en mi garganta al no poder gritar cuando presencié lo que estaba parado ante mis ojos.

En un parpadeo, aquella niebla oscura y espesa en forma humana se abalanzó contra mi. En un intento desesperado por escapar de esa presencia aterradora, de alguna u otra manera logré esquivar su ataque. Corrí lo más rápido que pude desde el corredor hasta el comedor, durante el recorrido no me había detenido a lamentarme por las múltiples heridas que me causaba al chocar varias veces con las esquinas de las paredes, las mesas y cuando casi me tropiezo con una silla siendo la razón por la que me costaba llegar hacia mi objetivo. A lo lejos visualizo el cajón del estante abierto y vacío. Estupefacta, me detengo de golpe sintiendo como una ola de aflicción y pesadumbre invadía cada parte de mi al darme cuenta de que lo único que me protegería de cualquier amenaza inminente estaba desaparecido. O eso creía...

Con dolor en todos los sentidos, caigo de rodillas dejando así que lo que sea que me amedrentaba previamente, me consumiera sin que yo nada pudiera hacer. Sin saber que existe un ser superior que pudo ir a mi rescate si así lo deseaba.

El anillo era un objeto muy preciado para Zania, una joya que le fue otorgada por parte de su abuela desde que tuvo conciencia. Sin embargo, sus padres no querían que la tuviera, por eso pasó la mayor parte de su infancia en la ciudad, alejada de sus familiares. Lo que no sabía es que esa sortija de numerosas piedras preciosas, poseía un significado oculto que nunca le revelaron, pero la abuela de Zania disfrazó ese minúsculo aro en una fantasía, asegurándole que la protegería de cualquier mal que se le atravesara. Zania de ingenua, conservo el anillo como un tesoro único, y no se equivocaba en eso, solo que este no lo debía tener nadie, pero la abuela no tuvo ninguna opción que poner en riesgo la vida de su nieta para continuar la suya sin preocupaciones, no temía por su nieta, pues su hija le podria dar mas. No se le había ocurrido venderlo ni enterrarlo en algún lugar, mas tenía sus razones las cuales nunca reveló.

Todos sabían el destino que le deparaba a Zania, por eso la mantuvieron lejos sin encariñarse con ella. No tenia amigos, no tenia una verdadera familia, no tenia a nadie que la defendiera, solo el falso cariño de una abuela y un artefacto que debía terminar y ser enterrada con ella.

1, 2, 3. Despierta.

De un sobresalto me despabilé, aún con pavor y los ojos nublados, apenas podía distinguir mi habitación. Confundida repasé todo lo que creí que me habia pasado. Sentía escalofríos, sudaba frió y aún temblaba confundida.

-Todo fue un sueño?- dije, sentía mis cuerdas vocales lastimadas, como si acabara de gritar, extrañada volví a acostarme con recelo, asegurándome una y otra vez que todo era un sueño de mal gusto. Me sentía realmente agotada y algo no me cuadraba -pensé- todo parecía tan real.

Zania se había dormido luego de cuestionarse por última vez, si había alguna posibilidad de que todo haya sido un extraño sueño. Pero no tuvo la suficiente valentía para comprobarlo.

Mientras que en el comedor, aun yace el cajón vacío, sin el anillo en él, acompañado del desastre causado por su intento de huida.

Unos minutos más tarde, otro ruido la obligó a abrir sus párpados por última vez, acompañado de los ladridos del misterioso pitbull. Desde esa noche del mes de diciembre, no se ha vuelto a saber del anillo enigmático ni mucho menos de Zania, nadie la buscó, nadie se atrevió a investigar su ausencia, demostrando la poca empatía y moralidad que sentían hacia ella.

                                                                                    FIN.

                                                                                                 -Escrito por:  𝒶𝓈𝓉𝓇𝑜𝑔𝒾𝓇𝓁👽🌟


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