Palermo, Sicilia.
12 julio del 2015
La iglesia se encuentra vacía y solo iluminada por velones en cetros dorados mientras Abramio Belucci se mantiene de rodillas en la primera fila con la cabeza gacha y sus manos al frente, como si rezar treinta minutos borrara la sangre de sus manos. Permanezco atento a los hombres que se mueven por el lugar mientras mis manos las mantengo contra mi espalda y el silencio es casi tenebroso, pero no temo porque, aunque pueda ser malo, estoy del lado del diablo. Las puertas permanecen cerradas mientras esperamos y solo cuando Abramio se levanta puedo notar un relicario que me hace levantar las cejas porque solo significa una cosa. El hombre que porta un traje de tres piezas se gira en mi dirección y asiento con la cabeza a la espera de su orden, él mira al santo a unos metros de él antes de levantar su mano en señal para acercarme, respiro hondo y obedezco dejando que se apoye en mi hombro.
—Necesito ser firme con esto, no puedo postergarlo más —dice con pesadez y permanezco en silencio—necesito que vayas por él y lo traigas ante mí, no importa que tengas que hacer.
—Como ordene, señor —respondo y él suspira antes de palmear mi hombro y caminar rumbo a las puertas que se abren dejando ver la tormenta que se desata afuera.
—¿Qué pasó con los otros? —cuestiona como si lo hubiera olvidado.
—El trabajo está hecho, señor. Todo fue como usted lo ordenó.
—Muy bien.
Hago lo necesario para que llegue al auto que se pone en marcha dejándome a mí, percibo el agua mojar la parte baja de mi pantalón y respiro hondo antes de moverme bajo la lluvia seguido de dos hombres que suben conmigo al auto. Soy rápido a la hora de manejar y busco en la guantera los tres archivos que me dejan ver sus rostros, niego y solo me fijo en la dirección. Las calles cambian por completo cuando me adentro a un vecindario de casas diminutas y colores opacos, me detengo en una esquina que me deja de frente a una casa que le hace falta poco para que se venga abajo. Salgo del auto y me voy en esa dirección mirando a mi alrededor y no hay más que soledad. Llevo mi mano a la parte trasera de mi pantalón donde me aseguro que vaya mi arma antes de volar la cerca que rodea la casa y solo doy tres golpes a la puerta de madera que cruje un minuto después dejándome ver a la chica rubia que me mira por unos segundos antes de llevar su mirada atrás donde están los otros dos. Le dedico una sonrisa y me atravieso cuando noto que va a cerrar la puerta, ella se encoje y solo hace falta segundos para que lo que realmente me importa salga de una de las habitaciones con el rostro pálido y levanto mis manos a modo de saludo, noto como cierra la puerta y esto me hace soltar una risa que resuena por el lugar.
—¿No me darán la bienvenida? Que mal educados —digo antes de llevar mi mano al cabello de la chica cuando noto que él se acerca.
—¡Déjala! —grita y tomo mi arma antes de dirigirla a ella, él palidece.
—No quisiste a las buenas, pequeño —digo y él se viene contra mí y solo hace falta apretar el gatillo que suelta el tiro que calla los lamentos de la chica que cae a mis pies.
—¡No, maldita sea! —grita lanzándose al suelo en busca de ayudar a la chica y suspiro antes de tomarlo del cuello de su camisa y arrastrarlo fuera mientras patalea.
—Pues tocó a las malas —mascullo lanzando el puñetazo que lo deja quieto por un momento antes de lanzarme la patada que me mueve y puedo sentir sus dientes enterrándose en mi carne y lo suelto solo para mandar otro golpe a su rostro.
Sus ojos negros se fijan en mí y sonrío ante su negativa, me voy contra él poniéndolo contra la maleza y él se remueve. Trato de tomar sus manos, pero es rápido a la hora de rodar entre mis pies y solo cuando ya la tengo a centímetros de mi cuello es que noto la navaja que porta, tuerzo su mano, pero manda una patada a mi estomago que me hace soltarlo y veo como trata de correr, pero los hombres lo toman y suben al auto a las malas. Grita y patalea en lo que yo subo y enciendo el auto, escucho sus gritos y sus lamentos, como maldice y como trata de salir, pero lo ignoro poniendo el aparato en marcha en busca de una salida más rápida del vecindario, pero justo antes de salir a la vía principal, escucho un grito y cuando me giro para ver qué pasa, su mano impacta contra mi rostro haciendo que mi visión se nuble y el auto quede a la deriva y solo siento como derrapa así como un golpe seco se escucha en lo que yo percibo un horrible dolor en mis costillas y pierna. Abro los ojos y lo veo correr calle arriba en lo que uno de los hombres baja y grito para que vayan por él, pero en medio del dolor logro ver como nuevamente el maldito se me escapa de las manos.
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SICARIA [Codicia #1]✔️
AcciónLas traiciones son mortales cuando de la mafia se habla, un mundo lleno de maldad y muerte que te consume a penas tocas su puerta. Sin necesidad de más, tu vida puede convertirse en un paraíso lleno de lujos o un infierno ardiente que te llena de te...