Una declaración discreta de amor
Pasaron algunas semanas desde el momento en la cocina del menor, días en los que ambos se volvieron más cariñosos y eso a ninguno de los dos le afectaba, al contrario, se sentían maravillados él uno con él otro.
Damien parecía no quererse ir de los brazos de Sam, sus delgados y blancos brazos lo envolvía por encima de su hombros descansando las manos en el pecho del mayor.
Se encontraban acostados en el sofá grande que se encontraba, esta vez, en el departamento 305, Sam con las piernas abiertas y Damien en medio de ellas recostando su espalda en el pecho del menor.
-No quiero Sam - se quejó el mayor a lo que el albino le decía - quiero quedarme contigo - giro su cabeza y dejo un beso en el ante brazo izquierdo del menor mientras agarra con firmeza sus manos para evitar que se levantará.
-Dami - el tono de la melodiosa voz del albino volvió hacer efecto en el cuerpo del pelinegro. - por favor bebé, tienes que ir. - hizo un puchero por la réplica que el pelinegro le daba.
Aquel día Damien recibió una llamada y necesitaban que fuera a la empresa, pero el pelinegro no quería separarse de su lindo chico albino.
- ¿Acaso no quieres que me quede contigo? - soltó un sonido lastimero dramatizando un poco más la situación.
- Claro que quiero, pero debes ser responsable - lo regaño Sam dándole una palmada en el pecho a como pudo ya que aún Damien sostenía sus dos manos - Muévete Damien.
En hombre mayor en un rápido movimiento soltó las manos del menor y se volteo quedando cara a cara con este. - soy Dami, bebé, cariño, hermoso, precioso - decía el mayor distintos motes cariñosos mientras repartía besos castos en la cara del menor - pero no Damien, no para ti.
- Ya, ya entendí - le dijo el chico bajo el gran cuerpo con una sonrisa - pero debes empezar a moverte... - iba a seguir hablando cuando sintió una fricción en sus caderas - Dami... -un jadeo salió de sus labios y de inmediato analizo sus palabras anteriores - no me refería a eso - su rostro se volvió rojo de la vergüenza.
- Ya iré a alistarme- la risa del pelinegro se escuchó por todo el departamento antes de levantarse y salir del campo de visión del albino.
- Es un tonto - susurro para sí mismo mientras lo observaba desaparecer
***
Ese sábado Sam no sabía que hacer, su turno en la cafetería terminó al medio día, pasó parte de la tarde en el departamento de Damien, que por cierto, de solo recordarlo sus mejillas se vuelven rojas de nuevo.
El punto es que se encontraba ahora solo sentado en su sofá extrañando la compañía de su pelinegro, el vecino sexy.
- Eres lo más hermoso que hay en esta vida - el actor susurraba a su chica en sus brazos - no me separes de ti Rouse.
La chica tenía por nombre el apellido del albino, aquello le intereso al chico. Un golpe de escucho desde la puerta de su departamento.
Se levantó con rapidez y se dispuso a abrir sin ver antes quien era. Damien se encontraba con el ceño fruncido y pasó su vista por encima de su cabeza escaneando el departamento con rapidez para volver su atención a Sam.
- ¿Qué sucede? - interrogó el menor cruzándose de brazos, sabía que aquella expresión en el rostro del pelinegro era por: celos
-Nada - su tono distante y serio lo confirmo.
- Te vez sexy cuando te pones así - se acercó al más alto descruzando sus brazos para pasarlos por alrededor de su nuca poniéndose de puntillas - celoso - sentenció dejando un pequeño beso en los labios del mayor.
- No estoy celoso - el rostro endurecido del pelinegro se suaviza ante el contacto del albino.
- Claro - respondió con diversión el más bajo volviendo a dejar un beso en sus labios.
- Si así voy a hacer recibido entonces me pondré celoso siempre- dijo sin pensarlo al separarse del beso.
- acabas de admitir que estabas celoso - el albino se hecho a reír haciendo su cuerpo para atrás.
Los fuertes brazos del hombre enfrente los envolvieron de su cintura pegándolo una vez más a su cuerpo - si eso me hace ganar más besos - se encogió de hombros con una sonrisa.
- Eres un tonto - palmeo el hombro del mayor.
- En todo caso sería tu tonto, petite étoile
Sin más volvió a besarle.
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Mi Destino |COMPLETA|
Short StoryTeoría del hilo rojo: "Los japoneses tienen la creencia de que las personas predestinadas a conocerse se encuentran unidas por un hilo rojo atado al dedo meñique. Es invisible y permanece atado a estas dos personas a pesar del tiempo, del lugar, de...