Yvonne
Lo evito a toda costa en los pasillos, ignorándolo con la más fría de las máscaras, a la vez que los celos hacen de las suyas consumiéndome el alma, como una roca dolorosa paseándose por mi pecho. Me llama a los lejos y sigo de largo hasta mi casa sumergiéndome en las teclas de mi computador para no matar a alguien.
Intento repetir lo que me ha dicho mi padre desde niña, son negros, no sirven para nada, están para servirnos.
Pero no lo logo, porque si de niña no me lograron inculcar eso, ahora menos de adulta lo voy a logra y así este hecha una furia, tengo este fuerte sentimiento.
Rechazo sus llamadas sumergiéndome en estudiar, leer, pero ver el vestido, la pulsera, la caja de música y recordar los pequeños paseos así sean solo por las instalaciones, las cenas improvisadas, todo, me hace llorar de tanto sentimiento que termino con los ojos hinchados.
Duermo en mi habitual sofá como siempre para despertar con migraña al otro día y bajar con cara de pocos amigos.
-Buen día -saludan todos.
Me siento donde me corresponde con un moño mal hecho y mis gafas, nunca he querido operarme la vista. Tengo cara de perro, la cogestión apenas si me deja respirar.
-¿Cómo estas, hija? -pregunta mi padre.
-Fatal -toso cubriéndome los labios.
Y no me refiero a lo físico, la tristeza que llevo en el alma es mucho peor.
-No deberías de ir entonces a la universidad -se mete como siempre Joe -, ni al trabajo.
Hoy según el menú de mi padre, me toca avena y kiwi, no está mal. Mastico un bocado.
-Eso no es asunto tuyo -es el trillón de vez que le digo que deje de meterse en mi vida.
-Basta los dos -interviene George.
-Diosa -volteo hacia el abuelo -, ¿Quién es ese jefe tuyo del que nunca hablas?
Se me resbala la cuchara de la mano por el nerviosísimos, estoy muy enojada con Essoh, es más, no lo quiero volver a ver si es posible porque sé que explotaré si solo se me acerca. Sin embargo, no soy capaz de decir quién es, no quiero que le hagan daño verbalmente.
-Yo...
-El jefe de Yvonne...-habla Joe, se me saldrá el corazón por la boca, él sabe, estúpida Yvonne, sabe que es un negro y no se va a callar -, es solo un estirado más.
Me lanza una mirada sombría, una advertencia macabra.
-¿Conocemos su marca? -continua papá insistiendo.
Me siento acorralada bajo la mirada juguetona de Joe y sus advertencias.
-Me tengo que ir -empujo el plato lejos de mi vista, tengo el estómago con nudos, ya no tengo hambre.
-Es temprano todavía -Joe se mira el reloj mientras habla.
-Quedé de reunirme con mi amiga para cuadrar algo -explico sintiéndome presionada.
-Ve con cuidado, cielo -indica mi madre, asiento con la garganta seca.
-Te veo allá, Rapunzel -se despide Ethan, le doy un beso al abuelo, mi padre me abraza, sintiendo que solo es un medio de recordarme que, a pesar de todo, él es quien manda.
Salgo de la casa como un torbellino y el corazón en la boca, trato de controlarme porque no quiero parecer una estúpida, además, tengo tanto estrés que haré algo con lo cual voy a ponerme en evidencia.