un día como cualquier otro

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Esa mañana tanto mi hermana como yo habíamos despertado temprano. Margaret siempre despertaba con la ilusión de que quizá ese día conocería a su hombre ideal, el le pediría matrimonio al verla, se casarían y ella tendría tantos hijos como dios le permitiera, siendo ella la mujer de la casa haría banquetes y fiestas. Sus sueños eran respetables claro, pero siendo realistas eso era algo que no pasaba a menudo y si pasaba el final no solía ser tan adorable.

 Sus sueños eran respetables claro, pero siendo realistas eso era algo que no pasaba a menudo y si pasaba el final no solía ser tan adorable

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Margaret


  Margaret

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Juliana


Vamos despierta vamos hoy será el día, decía ella mientras atravesaba de un lado al otro la habitación. Además debemos ayudar a mamá.

-si ya desperté, con tu voz nadie podría dormir por mucho tiempo.

-puedes hacer unas flores para poner en las mesas, las últimas ya están algo feas, te juro que lo haría yo pero las que hago, son bueno dijo mostrando una ..

-de una belleza poco usual, supongo.

-horribles, lo se, no tienes que ser amable .

-nada de eso. Solo que son diferentes y eso no tiene nada de malo, apuesto a que si un día encuentras al amor de tu vida amara tus flores tal como son. Ahora arreglate en lo que hago algunas ya que tardas años en arreglarte.

-es más que solo arreglarme uno nunca sabe cuándo, puede conocer al amor de su vida. Mientras salía de la habitación.

Pasada media hora y unas 10 flores listas, ambas hermana ya arregladas, bajaron a la cocina a encontrarse con su madre quien ya tenía la comida lista, ambas jóvenes se colocaron la servilleta en sus brazos, tomaron los platos y comenzaron a servir, en ese pequeño pueblo todos conocían a la familia y su trágica historia. El padre que había muerto hace unos años, la madre que se esforzó por sacarlas adelante y por la audacia de Juliana, quien apesar de ser una joven mujer de 17 años, y su hermana menor de 16. En el pueblo todos conocían la belleza indiscutible de Margaret, la amabilidad y buena comida de su madre y la rebeldía de Juliana. Fueron aceptadas con gracia en aquel lugar, aunque se empezaba a hablar de por qué traes jóvenes aún no estaban buscando un buen esposo.
Las mujeres solo podían ser delicadas y dedicarse al hogar, mujeres dignas para casarse o de no serlo y ser solo compañía para aquellos hombres que, ante los ojos de Dios eran dignos, pero fuera de su vista hacían lo que querían y de otros que bueno nunca fueron vistos por este.
La mañana pasaba tranquila, las mesas tenían desfiles de comensales y todos quedan satisfecho hasta que.

-señora Robin como está, le damos lo de siempre o quiere algo diferente? Pregunto Margaret

-lo de siempre querida, además me gustaría que mi sobrino usará el piano si no es mucha molestia

-para nada, úselo cuando guste dijo Margaret mirando al chico.

-madre faltan dos platillos para la mesa de la señora Robin, mientras limpiare la mesa que acaba de desocuparse. Respondí mientras salia, pero algo me detuvo.

-podria ser el, dijo Margaret mientras me mostraba al chico.

-quiza, por qué no limpio está mesa y tú atiendes la de la señora Robin, podrían querer platicar. Sabes cómo son.

-claro gracias.

Mientras limpiaba la mesa, comencé a escuchar un sonido afuera la temporada de vaqueros habia empezado y siempre solía ser la temporada alta para el pueblo, en cuanto a ganancia pero también en cuanto a problemas, la mayoría de ellos siempre estaban ebrios o peleando.
Juliana termino de limpiar la mesa y entro a la cocina para ayudar a sacar algunas verduras cuando. Entraron los vaqueros al frente estaba Phil los demás vaqueros tomaron asiento en la mesa que acababa de ser limpiada y empezaron a burlarse de aquel lugar.

-vaya que lugar tan limpio, tal vez no nos acepten aqui dijo aquel hombre

-buenas tardes, que van a ordenar...?

-vaya, que tenemos aquí, podría ordenarte muchas cosas, respondió mientras los vaqueros solo se reían

-Phill por favor, podrías traernos a cada uno el especial del día y unas jarras con agua por favor. Contesto un hombre regordete muy amable.

-si claro me dirigía a la cocina a entregar las órdenes

-no les hagas caso, solo ignorarlos, los vaqueros suelen ser así, comerán y se irán a tomar. Dijo mi madre cuando escuchamos

-que tenemos aquí, flores, me encantaría saber que jovencita hizo tal trabajo, debe ser muy buena con las manos, dijo con una pequeña sonrisa, mientras su compañeros de mesa intentaban no reír.

-fue mi hermana señor, le gustan las flores? Cuestionó Margaret con tono de inocencia.

-claro se ven sumamente reales, pero me interesa más quien pueda ser tan hábil con las manos, usted sabe, hacer las flores.

-no señor, ella es la que sabe hacerlas, puedo decirle que le haga unas si le gustaron.

-si, podría hacerme unas se ven muy reales, mientras las estrujaba un poco.

-mi mamá era florista y las hacemos para adornar el lugar. Dijo con mayor incredulidad

-se ven muy reales, pero me importa más su habilidad con las manos, quizá podrías decirle que me enseñe.

-Phil, reprimió el hombre al otro extremo

-sali de la cocina, con algunos platos ya servidos y un enojo, al llegar comencé a servir y al llegar con aquel hombre.

-fui yo quien hizo las flores, puede llevarse alguna si así le apetece, dije mientras le colocaba su plato y vaso .

-me gustaría más que me enseñarás como las haces. Dijo con un tono más que sarcástico y con una risa maliciosa.

-se les ofrece algún otro platillo o algo de beber,pregunté ignorando al hombre por completo

-estamos bien gracias, respondió el hombre amable.

-el solo quería saber cómo hiciste las flores Juliána, debiste contestarle.

-mi madre y yo solo nos miramos, de verdad mi hermana era ingenua. De verdad Margaret ese hombre no se refería a que quiciera hacer flores. Da igual no te acerques a esa mesa, entiendes.

-bien

-al salir de nuevo, solo pide observar como aquel hombre quemaba una flor para encender un cigarrillo.

-disculpa te molesta si fumo. Soltó con ironía mientras los demás en la mesa reían

-no para nada respondí amable, pero sería minutos después aquel hombre se paró a reprender a la mesa de la señora Robin quienes estaban tocando el piano y cantando. Todos salieron para evitar confrontaciones.

-nos vemos señora Robin. Dijo Margaret

-claro querida nos vemos en la noche para la celebración, viendo a esta y su sobrino mirarse tiernamente .

Después de 30 minutos, los vaqueros salieron dejando al hombre amable en la mesa.

-madre creo que ya terminaron, bien vayan a sus habitaciones para alistarse para la celebración, mientras cobro, ahora las veo.

basada en the power of the dogDonde viven las historias. Descúbrelo ahora