Primera parte: 30 años

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Por fin había regresado después de tanto tiempo a hillwood, apenas hace dos días cumplió sus 30 años, no podía quejarse, había escrito algunos libros los cuales eran un éxito, vivía una vida modesta, aunque con ciertos privilegios. Todavía mantenía esa actitud un poco dura y reservada, no le gustaba que le gente se interpusiera en sus planes, menos que menos si se trataba de sus momentos creativos.  

Traía el pelo largo hasta la cintura y era una chica pequeña, pero atlética, aun practicaba deportes, como podía escribir si no estaba en condiciones saludables.  Era sencilla para vestirse y salvo que hubiese algún evento importante prefería mantenerse al natural.  Nadie en su familia entendía porque la joven quería pasar la víspera de su cumpleaños sola y en una casa vacía. Los Pataki estaban de viaje con Olga y querían que ella también fuera, pero fue un no rotundo.  Su relación familiar estaba estable, pero Helga seguía manteniendo su distancia .

- Miriam estoy bien, tranquila, solo necesito estar un tiempo conmigo misma.

- Hija no me parece adecuado, te podrías deprimir estando sola en esa casa.

- Mama por favor no insistas, necesito recuperar la inspiración y creo que será bueno tomarme un descanso para meditar.

- Está bien Helga, no te insistiré, pero si te sientes sola, ¡¡me llamas!!

- Si mama, lo prometo.

Hacia un año que Helga estaba preocupada por su escritura, tenia un bloqueo creativo que no se resolvía con nada. Intento de todo, yoga, museos, charlas, lectura, constelaciones lo que fuera, pero nada parecía servir, simplemente se sentaba y quedaba en blanco. Un día mientras tomaba una copa de vino en su departamento en Inglaterra, donde vivía actualmente, intento recordar cuando fue la última vez que se había sentido tan motivada para escribir que las palabras fluyeran solas, ahí es cuando recordó su infancia en Hillwood, sus aventuras, sus amigos y a Arnold. Ese gran amor de toda su vida que duro hasta la universidad, pero que debió desistir de él para seguir con su sueño de ser escritora. Cuando uno va creciendo es muy difícil mantener el contacto con sus viejos afectos. El amor no era algo que le preocupara mucho, la verdad es que estaba resignada, había tenido alguna que otra elación esporádica, pero siempre terminaba por cansarse, pensaba que estaba mejor sola y que el amor no era para ella, solo para escribirlo y soñar para ella misma o darle esperanza a algunas personas. A veces es así, una no nació para el amor. Por eso cuando recordó aquel pasado que había dejado atrás hace mucho tiempo decidido volver para encontras aquella vieja inspiración que tanto le faltaba, después de todo gracias a sus aventuras pudo escribir hermosas novelas que fueron un éxito, como los "OJOS VERDES", "Chez Paris" y algunas otras.

Entonces allí estaba sola en su casa de toda la vida, intentando buscar quien sabe que, recuerdos, había cajas y cajas, toda su infancia y adolescencia metidas en un pequeño cubo de cartón, que tristeza se decía así misma. Había cantidad de libros rosas repletos de poemas, algunas fotos de ella con sus amigos y algo muy valioso, el relicario dorado con la foto de Arnold. 

Cuando el tiempo pasa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora