CAPÍTULO 34. EL FUTURO ES MI NUEVO TIEMPO VERBAL FAVORITO
14 de mayo
Froté las palmas de mis manos antes de llamar al timbre del piso.
Ya llevaba cinco meses yendo al psicólogo, y aunque seguía teniendo esperanza, admitiré que ir una vez a la semana a hablar de mis problemas no me motivaba mucho.
Venía de merendar un trozo de tarta y llegaba un cuarto de hora antes. Hacía un mes que me encontré a Leo, el hijo de Vera, en la sala de espera y mi corazón tenía un palpito que le decía que el chico de pelo moreno iba estar ahí. No sé, llamarme ilusa.
Desde que lo vi y pasé una semana soñando con él, sospechaba algo ¿me estaba pillando por el chico de la sala de espera?
Mordí la uña de mi dedo índice, no solía hacer eso, pero estaba nerviosa. «Me dijo que conversar conmigo es estupendo», recordé.
Subiendo lo escalones me alisé la falda marrón de volantes y me chequeé en el reflejo de la ventana. La camiseta de tirantes blanca estaba bien metida por dentro, no creaba bulto. La chaqueta de cuero estaba recta y mi pelo alisado en contra a mis ondulaciones naturales. ¿Que me había arreglado? Pues sí, pero entenderme, yo no había tenido novio. Ni un mísero beso en mis diecinueve años de vida. Unos cuantos tonteos y poco más, todo lo que no requiera de contacto, o sea, poco. Y es que además, lo había conocido en el psicólogo, lo que quiere decir que no hay por qué esconderle nada, conoce el mundillo. Es fácil.
Coloqué mi pelo rubio ceniza detrás de las orejas y abrí la puerta de la sala de espera. Mi pecho subía y bajaba hiperactivo. Humedecí mis labios y recorrí la sala con la mirada.
Fruncí el ceño y miré la hora en el móvil. Llegaba a tiempo, exactamente en el mismo minuto que la vez anterior.
Pero él no estaba.
El cuerpo se me deshinchó, mis hombros se bajaron al igual que las comisuras de mis labios. ¿Por qué, mundo? ¿Por qué no podía pasarme una historia como las de Wattpad?
Me dejé caer en el asiento sin preocuparme por colocar bien la falda, se iba a arrugar, y me daba igual.
*
Un cuarto de hora más tarde, lo que era pena se había convertido en ira.
Empujé la puerta a la sala de Vera y me crucé de brazos.
Ella podía estar sonriendo desde el escritorio del fondo, pero yo apretaba los labios.
—Te veo muy guapa, Thesa. ¿Tienes luego algo especial? —me preguntó. Y continuó al ver que no respondía—. ¿Antes?
Solté aire por la nariz.
—¿No sabe por qué voy así? Le refresco la memoria. ¿Qué día es hoy?
—Catorce de mayo —respondió.
—Bien. ¿Qué pasó exactamente hace un mes?
—¿Quieres que lo recuerde? —se rascó la nuca y me invitó a sentarme en uno de los sillones de cuero. Ella hizo lo mismo en frente de mí—. Tendría que mirar los registros si es lo que quieres.
—Esperé, ¿anota todo lo que hablamos?
—Redactó tus progresos y los archivos, sí. Y teniendo en cuenta que me preguntas a mí, deduzco que el catorce de abril nos vimos.
—Pues sí. Y también vi a alguien más.
Vera levantó las cejas y suspiro en plan "¿qué remedio?", no me gustó.
—Es por Leo —afirmó.
—Justo. Quería verle —dije resignada.
—Te puedo dar su número. No te iría nada mal quedar con él.
—Usted no lo entiende. Que me dé su número no es romántico, yo quiero una historia. Hace un mes lo vi, tendría que estar aquí. ¿Es que no ha vuelto?
—Sí, claro. De vez en cuando viene para ir a cenar o cuando necesita que le compre algo. Ayer estuvo.
—¿Ayer? —me pasé una mano por el rostro frustrada—. Que mala suerte tengo.
Vera no dijo nada.
—¿Quiere saber cómo me siento al respecto? Es una de sus preguntas favoritas —entrelacé mis manos sobre el regazo—. Me siento dolida, con el corazón roto. Mis ilusiones se han ido a pique. Considero que esperar ver, ver a un chico en una sala de espera no es pedir tanto como para que Dios no me lo conceda. Estoy bastante enfadada, y podría romper un papel en cachitos, de hecho me vendría muy bien —alargué el brazo para alcanzar un folio de la mesa de centro y Vera lo sujetó por el otro lado. Me retrepé en el sillón poco resbaladizo y eché la cabeza hacía atrás—. Su hijo es un... ¿Puedo decirlo?
—Si te sientes mejor.
—Su hijo es un capullo. ¿Ahora vas a defenderlo?
—Él no sabía que querías verlo.
—Vas a defenderlo... —murmuré por lo bajini—. Los tíos nunca saben nada.
Saqué el anillo de mi dedo y lo mordí.
Me quedé en silencio.
—¿Tienes comida? Acabo de merendar pero el drama me ha dado hambre.
—Abre el armario de arriba y coge lo que quieras. Pero antes de volver a sentarte realizas dos respiraciones y te preparas para pensar, y no en chicos.
—¿No en Leo? Es que creo que me estoy obsesionando.
—No Thesa, no te estás obsesionando con mi hijo.
—No lo puede saber. —agregué levantándome.
En una esquina de la habitación había una pequeña mesa con un mueble colgado en la pared. Abrí la puerta y me sorprendí por todo lo que había dentro. Aquello era un botín.
—Te conozco, me lo habrías contado —me dijo mientras rebuscaba entre las cajas de bombones y paquetes de galletas.
—No estoy tan segura —Con todos esos dulces se me estaba pasando el cabreo.
Encontré una caja redonda de metal y sonreí al ver lo que contenía: todo tipo de galletas de esas que tienen los abuelos en su casa, al menos los míos. La mayoría eran de esas con un círculo de mermelada en el centro, no me gustaban.
—¿Puedo coger dos?
—Claro.
Relamiéndome escogí una rellena y otra cubierta de chocolate. Cerré el armario y al ver a Vera con los papeles en la mano me paré de golpe.
—No te he preguntado si querías algo —Me reprendí mentalmente por ser tan maleducada.
—Estoy bien —puso rectos los folios con ayuda de la mesa y me miró— ¿Ahora me vas a tutear? Has tardado mucho, ¿qué te ha hecho cambiar eso?
—Me has dado dos galletas de tu almacén secreto. No puedo no tutearte después de un gesto tan bonito —añadí con todo el sentido del mundo de mi parte.
—Me parece bien —preparada para la pregunta de hoy.
Hice lo que me había ordenado antes de sentarme en el quebrado sillón de cuero y asentí.
—¿Cómo te ves dentro de diez años?
—¿En serio? —pregunté con la voz más aguda que de normal. Y si os lo imagináis con la voz de Tom Holland en Spiderman, mejor.
Un trozo enorme de galleta llegó directo a mi boca.
—Pues mira, Vera. El futuro, para mí, es eso, futuro. No me molesto en pensarlo —expliqué con la boca llena y cierta dificultad.
—Muchos dicen eso, pero yo quiero que te atrevas a imaginarlo, a ilusionarte con él.
—No soy una cobarde —agregué tragando.
—Nunca he dicho eso.
—Bien —dije con recelo—. Dame unos minutos para pensarlo.
Vera asintió con la cabeza y me dijo que se iba a no sé donde para hacer no sé qué cosas. Lo que significa que me dejaba espacio para pensar. Nunca había hecho eso, siempre me observaba y yo me sentía como un animal del zoo, una jirafa, tienen su encanto.
Fu.
Tu.
Ro.
Ay, pues ni idea. Supuse que habría acabado la carrera, bueno, eso claro, que no era tan poco brillante como para pegarme diez años. Tendría veintiocho años. Debería tener pareja estable, ¿pero, podría? ¿En diez años conseguiría superar la hafefobia? Son muchos, y la vida da muchas vueltas, o eso dicen, a mi no me daba tantas. Ostras, realmente esperaba haberlo superado, es que si no que mal.
Me puse de lado en el sillón y mis piernas colgaron. Cogí un folio en blanco de la mesa y empecé a romperlo en trozos muy muy pequeños.
Buah, si no me habían besado a los veintiocho, depresión, fijo, fijísimo. No, lo superaría, estábamos en mayo y ya había visto avances. Sabía controlarme un poco, respiraba mejor, comprendía mi comportamiento y era consciente de que no era normal, mentía mejor (aunque eso no se lo decía a Vera) y poco a poco iba a mejor. Seguro que en diez años estaba casada. Guau, yo, Thesa Lagos, casada. Eso sería glorioso. E hijos.
Realmente nunca me había atrevido a pensar de esa forma. La hafefobia colapsa bastante los pensamientos. Podría ser la aprendiz de Vera, igual me enchufaba en su trabajo, (juraría que tenía una posición elevada dentro del núcleo de psicólogos, ¿se dice así?). Pero trabajar aquí como psicóloga me pondría en riesgo de encontrarme con el capullo de Leo. Aunque bueno, salir con él y tener una corta pero intensa historia de amor no estaría mal.
Me gustaba ese futuro. Prometía cosas interesantes.
Sonreí y cerré los ojos. A lo mejor la vida era interesante, más de lo que pensaba.***
Pues aquí tenéis el capítulo que no pude subir hoy. Espero que os haya gustado, y si es así no os olvidéis de votar. Gracias.
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Simplemente Thesa
Novela JuvenilThesa Lagos, y solo Thesa, llega a TeDI, un campamento perdido al norte de España y con las siglas erróneas, aconsejada por Vera. Vera, es su psicóloga y la misma que la acompañara durante el año más ¿increíble de su vida? Parece adecuado hasta el...