Caía, no sabía cuánto tiempo llevaba cayendo. Solo sabía que caía en una inmensa oscuridad que pensaba que no tendía fin. Fue después de despertar que me daría cuenta de que estaba en la [Caída] y de los peligros a los que me había enfrentado.
No sentía el aire correr, solo oscuridad. Hasta que repentinamente sentí que me golpee fuertemente contra algo.
Todo a mí alrededor se fue iluminando y vislumbré lo que parecía ser una pequeña montaña. Decidí acercarme. Conforme avanzaba, la montaña se hacía cada vez más grande y para cuando estuve en la base de la montaña, ya no podía ver su cima la cual estaba cubierta por densas nubes blancas. Extrañamente, solo podía ver la base de la montaña y la montaña misma, todo a su alrededor era una densa oscuridad.
Empecé a caminar alrededor de la base de la montaña, sin acercarme mucho a la oscuridad. No sabía lo que ésta podía albergar.
Luego de haber deambulado un buen rato, llegué hasta un agujero el cual a su alrededor tenía una especie de tinta roja, verde, amarilla y azul. Por aquél agujero tenía el presentimiento de que si me echaba cuerpo a tierra podía ir el agujero, así que me eché cuerpo a tierra sin saber de lo que me depararía después de haber entrado. Además, tenía el presentimiento de que era seguro y peligroso el haber entrado por ese agujero. Después de haberme arrastrado cuerpo a tierra un rato, llegué a lo que parecía ser una cueva gigantesca donde pude ver estalactitas y mucha espeleotema. De las estalactitas, gotas de agua caían directamente hacia pequeños charcos de agua que se fueron formando con el tiempo. Caminé dentro de la cueva, cauteloso y atento a cualquier cosa que podía aparecer.
Mientras caminaba empecé a ver, en las paredes tallados de cientos, probablemente miles, de criaturas amorfas, humanoides, teriántropos y varios otros seres con formas extrañas. Contemplaba yo aquellos tallados mientras avanzaba lentamente por la cueva.
La cueva era inmensa, no podía ver si este tenía techo y tampoco ver la profundidad de esta. Además, de vez en cuando escuchaba gritos, alaridos y lamentaciones, para mis adentros me decía que era mi cerebro quien creaba esos sonidos.
Después de un rato de estar contemplando los tallados, estos se acabaron y al mirar hacia adelante vi varias piedras a mí alrededor. Aquellas piedras tenían la forma y una altura más o menos la mía o eran más grandes. Estas piedras podía confundirlas fácilmente por esculturas, a pesar de que los rasgos no eran definidos, en cambio, su forma sí y eran muy similares a los que se encontraban tallados en las paredes de la cueva.
Entre más me adentraba, más piedras de esas encontraba. Al principio, solo eran unos cuantos peros conforme avanzaba, ya no solo eran unas cuantas y lo ancho de la cueva se ampliaba cada vez más, a tal punto que en mi campo de visión podía ver decenas, tal vez cientos de aquellas piedras. En este punto, solo podía comparar lo que veía con los guerreros de terracota, la diferencia solo era en la forma, el material, la forma y rasgos de los "guerreros" que me rodeaban.
Avancé aún más y los lamentos y gritos que antes escuchaba se hacían más claros. No puede evitar estremecerme a la aterradora idea de que era alguien que estaba gritando y no los sonidos de la cueva que mi cerebro adaptaba para jugarme una mala broma. Atravesé el enorme espacio repleto de innumerables "guerreros" de piedra hasta que llegué a un punto en donde el suelo ya no era el gris natural de las piedras, sino un rojo con pequeñas manchas azules, verdes, amarillas, rosadas o cafés y extrañamente ningún "guerrero" se encontraba encima del suelo rojo, parecía una frontera. Y como humano que era, la curiosidad me ganó y avancé más, esta vez un temor fue infundado poco a poco en mí ser.
Avancé unos cuantos pasos hasta que escuché un gran grito y varias voces.
"¡AHHHHHH!"
"¡Agárrenlo, no lo dejen escapar!"
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El surgimiento de un guardián
FantasyLuego de entrar en un estado de sueño debido a una máquina de criogenización, Julian Esteban Hernandez Piñeros despierta en un mundo que ya no es el que él conoce. Las armas de fuego no existen, la tecnología que conocía son solo los vestigios de lo...