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2847 palabras.
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Toques, roces, caricias, y besos. Nami perdía razón y sentido cada vez que Luffy se ponía meloso. Perdía control de sus actos, de sus pensamientos, e incluso de sus emociones. No podía decir que no. No quería decir que no, cada vez que el chico de ojos profundos la miraba suplicante mientras alargaba una mano para tocarla.

Luffy la estaba consumiendo por completo.

Sus labios se abrieron. Cada vez le resultaba más difícil mantener silencio, pero no quería causar ningún ruido que alertara a cualquiera que estuviera mínimamente cerca.

A Luffy no le agradaba eso.

Luffy era muy inquieto y curioso. Desde que descubrió la suavidad de los pechos de Nami le gustó la idea de jugar con ellos; cuando experimentó por primera vez tal sensación de placer quiso repetirla una y otra vez; finalmente, después de descubrir la cantidad de sonidos y reacciones que podía causarle a la pelirroja con los movimientos adecuados, deseó escucharlos cada vez con más excitación.

No le gustaba que Nami se cohibiera de expresar lo que sentía —en todos los sentidos—, además, si a Nami le resultaba lo suficientemente fácil reprimir sus gemidos, ¿No significaba eso que estaba haciendo algo mal?

Frunció el ceño mientras relamía un poco sus labios.

Los dos senos de la chica subían y bajaban con rapidez gracias a su respiración acelerada. Luffy le dio una buena mirada para darse cuenta de su condición; fijándose en la forma en la que su respiración se entrecortaba, sus ojos se apretaban y los pliegues de sus labios se separaban con un pequeño hilo de saliva que los mantenía conectados. Todo en ella le gustaba, y todo en ella lo excitaba, a tal punto de parecer una persona completamente diferente cuando se trataba de estas situaciones.

Aún cuando Nami era consciente de su incapacidad para controlarse cuando de Luffy se trataba, no caía en cuenta de que su contrario se encontraba casi que en la misma situación, sino mucho peor que ella.

Luffy retiró el delgado brazo que su navegante usaba para ocultar la excitación de su rostro. Sus pómulos estaban decorados en un rojizo intenso que igualaba el tono que habían adquirido sus labios hinchados. Para el momento en el que se vio expuesta sus ojos marrones se abrieron flojos captando un poco de la expresión de deseo puro del chico.

Nami jadeó.

—Luffy... —Lo llamó con un lloriqueo bajo que hipnotizó los movimientos del susodicho.

Luffy volvió a remojar sus labios, sintiéndolos secos de repente, y se acercó con suavidad a la piel blanquecina de Nami.

Con sus labios ya húmedos buscó una de sus partes favoritas para probar de la chica. Acercando su boca al cuello como primer objetivo, Nami no pudo hacer más que inclinar la cabeza para darle camino libre.

Aún cuando Luffy mantenía la muñeca de su mano derecha apresada, con una fuerza desmedida, contra las sábanas de su cama, Nami hacía esos pequeños gestos que indicaban aprobación hacia las acciones del pelinegro.

En un principio, Luffy empezó plantando besos delicados, trazando un camino en su piel, cada vez acercando más su torso al de Nami y apresandola contra la cama. No fue hasta que sintió las largas uñas de Nami trazar un roce en su abdomen cuando se permitió la primera mordida, seguida de la creación de un chupón.

Nami gimió estirando más su cuello, clavando aún más sus uñas contra el abdomen de Luffy, deseando que esté mordiera, succionara y lamiera más. Sin pensar en el problema que sería esconder las marcas que Luffy siempre dejaba en ella.

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⏰ Última actualización: Nov 26, 2022 ⏰

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Lujuria [Luffy x Nami]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora