Periodo 1833-1891

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República oligárquica y Guerra Civil de 1891

Este periodo histórico abarca desde el 25 de mayo de 1833, fecha de promulgación, publicación y juramento de la Constitución Política de 1833, hasta el 26 de diciembre de 1891, cuando asume la Presidencia de la República Jorge Montt Álvarez, luego de la Guerra Civil de 1891.

Desde la formación de la república, el siglo XIX chileno se caracteriza por establecer las bases del Estado oligárquico, marcado por la hegemonía política, social y económica de los sectores ligados a la propiedad de la tierra, la banca y de las actividades comerciales. Políticamente, el período se caracteriza por considerar dos grandes coyunturas: la correspondiente a los gobiernos conservadores (1831-1861) y a los gobiernos liberales (1861-1891).

En la primera de ellas, se caracteriza por el fuerte presidencialismo consagrado en la carta de 1833, donde la figura del Presidente de la República acumula una importante cuota de poder y de prerrogativas en desmedro del Congreso Nacional.

Políticamente, se despliega un acentuado autoritarismo de la figura presidencial, una débil influencia del Congreso Nacional y el uso más o menos frecuente por parte del primer mandatario de los estados de excepción. En estas circunstancias el Presidente gobierna casi sin contrapesos durante los denominados decenios, esto es, por dos períodos presidenciales consecutivos de cinco años gracias a su inmediata reelección, completando así diez años de gobierno o un decenio. Los Presidentes que ostentan el mando de la nación durante los decenios son José Joaquín Prieto (1831-1841), Manuel Bulnes (1841-1851), Manuel Montt (1851-1861) y José Joaquín Pérez (1861-1871), si bien a éste último se le considera un gobierno de transición.

También se manifiesta la fuerte influencia de Diego Portales, omnipresente Ministro del gobierno del Presidente Prieto y artífice de la institucionalidad política imperante. La autoritaria figura de Portales, impulsor de un gobierno fuerte, centralizado y despersonalizado, mantuvo el consenso general de la clase política en cuanto al respeto del orden republicano y el repudio de los caudillismos militares. Esta característica se mantendría a lo largo de todo el periodo, consolidándose como la clave política fundamental del orden republicano chileno. Además, el país atravesó conflicto externos como la guerra contra la Confederación Perú-Boliviana (1836-1839), que posicionó a Chile en el concierto del Pacífico.

En el orden interno, y a pesar de las restricciones del autoritarismo portaliano, se desarrollan una serie de iniciativas del más variado orden y que propenden al desarrollo político, económico, social y cultural del país, principalmente en los gobiernos de Manuel Bulnes y Manuel Montt. Destacan, entre estas medidas, la creación de un marco jurídico a través de la promulgación del Código Civil y el Código de Comercio. El fomento de la educación se expresó con la fundación de la Universidad de Chile y la promulgación de la ley de instrucción primaria, instaurando la educación pública gratuita. Se impulsaron las obras públicas gracias a la construcción de ferrocarriles, líneas telegráficas, redes de alcantarillado y agua potable, iluminación pública, navegación, puertos y caminos. Además, se desarrolló el fomento a la inmigración extranjera y a la ocupación del territorio.

Por otra parte, desde mediados de siglo, se comenzó a desarrollar la organización formal de los primeros partidos políticos, lo que consolidó el sistema de partidos. Entre las primeras organizaciones que surgen se destaca el Partido Liberal y el Partido Conservador o pelucón, a los que se suma el Partido Nacional o Montt-Varista, liderado por Manuel Mont y cercano al conservadurismo, pero menos afín a la iglesia católica.

Desde la elección de José Joaquín Pérez en el año 1861, se manifiesta una segunda coyuntura, que se extiende hasta la Guerra Civil de 1891.

Se producen aquí transformaciones importantes en la forma de ejercer el poder político en Chile, expresadas en una serie de transformaciones sociales e institucionales. Si bien el Estado oligárquico no fue alterado en sus fundamentos esenciales, el surgimiento de nuevos actores sociales provocó cambios importantes que en el siglo XX se hicieron más visibles.

Uno de los elementos políticos fundamentales está dado por el fin de los denominados decenios, formalizado gracias a la reforma constitucional que impide la reelección inmediata de Presidente de la República (1871). Producto de ello, se instauran los gobiernos de cinco años o quinquenios, que fueron liderados por Federico Errázuriz Zañartu (1871-1876), Aníbal Pinto (1876-1881), Domingo Santa María (1881-1886) y José Manuel Balmaceda (1886-1891).

Se realizan además una serie de importantes reformas políticas que propenden a una mayor liberalización y apertura del autoritarismo portaliano. A la mencionada reforma a la reelección presidencial, se suma la nueva ley de prensa, la instauración del voto universal masculino para las elecciones presidenciales, la sanción de rango constitucional de las libertades de reunión, asociación sin permiso previo y la libertad de enseñanza.

Todas estas reformas de carácter liberal impulsan las libertades públicas y ponen límites al poder presidencial, reforzando las atribuciones y el protagonismo político del Parlamento.

Junto con las reformas políticas reseñadas anteriormente, se desarrolla poderosamente la modernización del país, tanto en sus aspectos institucionales como en los ámbitos económicos, culturales y tecnológicos.

A su vez, en esta etapa surgen agrupaciones y partidos políticos que dan cuenta de la emergencia de los nuevos grupos sociales. Tal es el caso del Partido Radical, en 1863, representante de las emergentes clases medias y de las elites de provincia, y el Partido Democrático, en 1887, considerado el primer partido político chileno de raigambre popular. Es notable que este impulso modernizador y liberalizador no se haya visto interrumpido por el desarrollo de dos guerras civiles (1851 y 1859), ya que durante el transcurso del conflicto las instituciones políticas chilenas siguieron funcionando con la más absoluta normalidad.

El conflicto bélico más importante del siglo fue la Guerra del Pacífico (1879-1883), que enfrentó a Chile contra Perú y Bolivia. Si bien las razones del conflicto obedecen a problemas limítrofes, el triunfo de Chile permitió ampliar su territorio al norte (provincias de Tarapacá y Antofagasta) y adquirir la riqueza salitrera.

A nivel político, y desde el tercer cuarto del siglo, la institucionalidad política chilena comenzaba a mostrar síntomas de desgaste, particularmente al interior de la clase política nacional y en las relaciones existentes entre el Ejecutivo y el Parlamento. Ya desde el gobierno de José Joaquín Pérez surgen ciertas prácticas parlamentarias tales como las interpelaciones a los ministros de Estado y su consecuente rotativa ministerial, la utilización de la aprobación parlamentaria a las denominadas leyes periódicas, los votos de censura, las obstrucciones y otros recursos que, con el correr del tiempo, se fueron haciendo una constante en la vida política nacional.

Estas prácticas políticas hacen crisis en el gobierno de José Manuel Balmaceda (1886-1891) durante el cual, en vista de las tensiones surgidas entre el proyecto político del Ejecutivo, especialmente en relación al uso de los abundantes recursos fiscales provenientes de la explotación y venta del salitre, el Presidente Balmaceda pierde el apoyo del Congreso Nacional.

La situación hace crisis a fines del año 1890, cuando el Parlamento le niega al Presidente la aprobación de las leyes de presupuesto para el año siguiente de 1891. En respuesta a esa medida, el Presidente decide gobernar aprobando por decreto el presupuesto del año anterior. Esta determinación, que atropella las facultades del Parlamento, coloca al Presidente fuera de la ley. En consecuencia, el Congreso Nacional redacta un acta de deposición del Presidente, la que es ignorada por éste último, quien a su vez clausura el Congreso. La pugna entre el Ejecutivo y el Congreso finalmente se resuelve por las armas, estallando la guerra civil. El Congreso y sus partidarios cuentan con el apoyo de la Armada, mientras que el Presidente y sus seguidores son apoyados por el ejército. Tras las batallas de Concón y Placilla, Balmaceda es derrotado.

El Presidente se refugia en la embajada argentina y en ese lugar, el 19 de septiembre de 1891, al día siguiente de concluir su período presidencial, se suicida. Este trágico acontecimiento marca el fin de los gobiernos liberales en Chile, dando inicio al régimen parlamentario.

RESUMEN (historia, Cambios políticos, económicos, sociales y culturales)Where stories live. Discover now