Capítulo 3

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-Ay, viene la amiguita a salvar a la inútil.- dijo Patty con una leve sonrisa ladina, pareciera que quisiera provocarme para cometer algún acto que no quería y que me hiciera arrepentir.

En ese momento entró una de mis profesoras y el silencio reinó en el lugar.

-¿Que pasa aquí?- dijo, posando su mirada sobre cada una de nostras.

Nadie respondió.

Ella suspiro abriendo la puerta para irse, y en el instante que la puerta se cerro detrás de ella, Patty me fulmino con la mirada.

-Nos vemos en el recreo.- finalizó para así tomar su mochila e irse acompañada de su grupito de gallinas zombies.

-No tenías porque enfrentarte a ella.- dirigí mi mirada hacia Julia, que como yo, había terminado de cambiarse.

-¿Soy tu amiga no?- terminé diciendo y le brinde una pequeña sonrisa para asegurarle que todo iría bien.

Pero no sabia si todo de verdad iría bien.

(...)

Sonó el timbre y todos salimos al patio, caminaba despacio con un poco de miedo, pero no tanto como para darle una buena paliza a esa cabrona.

Llegando al centro del patio vi su grupito.

Mirar su cara hizo que la sangre empezara a hervir en mis venas.

Lian estaba sentado sobre un murito rodeado por sus amigos.

Julia se alejó quedándose a unos metros de mi, mientras las gallinas zombies hicieron lo mismo con Patty.

Todos sabían que esto no acabaría bien.

Pero, ¿por que debía meterme en problemas donde no pintaba nada?

Solté un suspiro de fustración preparándome a recibir cualquier insulto que saliera de la boca de esa arpía .

Ella se acercó a mi con su cara de "miren, soy la hija de un entrenador, parezco un gorila y doy miedo".

Quería escupirle en la cara.

-Así que no huiste como un conejito asustado ¿eh?- su voz me irritó más de lo normal y más porqué me encontraba en el lugar equivocado y en el momento equivocado.

-¿Y por que debería huir de una víbora tan miserable como tu?- respondí apretando mis puños mientras mi mirada se cruzaba con la suya.
-¿¡Que dijiste pequeña cretina!?- gritó aventandose sobre mi.
La tomé por los brazos fuertemente intentando alejarla y lo único que pude hacer fué empujarla.
Ella seguía insultandome, mientras intentaba golpearla sólo se defendía bloqueando con los brazos los golpes que recibía.
Mis mejillas estaban ardiendo llenas de lágrimas, seguía diciendo cosas de mi madre y de mi sobrina.
Era horrible, todo esto era horrible, quería que parara ya, no soportaba sentir esas palabras.

Cuando menos me lo esperé me encontraba en el piso, sobre ella y mis puños seguían volando hacia su rostro rojo, lleno de heridas.
Ya no había nadie que nos rodeaba, no se oían los gritos de los muchachos que no hacían nada solo disfrutaban de el horrible espectáculo, el timbre ya había sonado y nosotras seguíamos matandonos como animales feroces.
Hasta cuando llegaron nuestras profesoras a separarnos y llevarnos de vuelta a clases.

Lagrimas de cristal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora