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Se sentía nervioso. Había intentado sacar el sudor de sus manos varias veces ya, sin éxito. La puerta de madera estaba frente a él, lisa y brillante, pero comenzaba a arrepentirse de estar ahí.
Tomó aire con ganas, en un vago intento de calmar los nervios que seguían invadiendo su cuerpo.
-Vamos, Jake, tú puedes.
Se habló a sí mismo, en un susurro. Estaba afuera del departamento de aquella chica, Ryujin. Tenía pensado hablar con ella, explicarle las cosas para que pudiera entender el por qué no podía estar con ella, aún siendo su alma gemela, aunque ahora ya no estaba tan seguro. Pero arrepentirse ya no era una opción.
Levantó una de sus manos para presionar el pequeño botón del timbre y esperó, mientras el chirriante sonido le taladraba los oídos.
Escuchó pasos del otro lado de la puerta y, con eso, sintió su corazón comenzar a latir con mucha fuerza. Luego de unos segundos, un chico de cabellos castaños algo claros y ojos afilados estuvo frente a él.
-¿Qué estás haciendo aquí?
Su voz no había sonado agresiva, y la pregunta no había sido hecha con un tono recriminatorio, tan sólo había estado cargado de auténtica confusión. Jake tragó saliva, comenzando a sentirse todavía más inquieto.
-Estoy buscando a Ryujin.
El chico suspiró débilmente y asintió con la cabeza.
-Pasa.
Se hizo a un lado, indicándole con la cabeza que entrara. Jake caminó tímidamente, hasta llegar a la pequeña sala de estar.
-¡Sunoo! ¿Quién estaba tocan...?
Otro chico, de cabellos rubios y facciones suaves, asomó su cabeza desde las escaleras.
-Oh.
Exclamó, mientras caminaba hasta estar frente a él.
-¿Quién es este chico, Sun?
Preguntó, mirándolo de arriba a abajo, como si no pudiera escucharlo. Jake carraspeó.
-Mi nombre es Shim Jake.
Los labios del chico se abrieron, formando una pequeña O.
-Tú eres...
-¿Qué demonios estás haciendo en mi casa?
Los tres chicos giraron la cabeza ante el sonido de la voz femenina.
-¡Ryujin! Yo quisiera...
-¿Cómo te atreves a venir, luego de que tu novio me trató como basura?
Jake frunció el ceño, mientras Sunoo se acercaba a su hermana y la tomaba por el brazo con suavidad.
-¿Por qué no escuchas lo que tiene para decir, Ryujinnie?
