Capítulo 8

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—Alto—gruñó Louis

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—Alto—gruñó Louis. Paró de caminar antes de adentrarse en el camino de las montañas—.Me están pateando otra vez.—abrazó su estómago y contó hasta diez.—T-tú sigue caminando. Te alcanzaré.

Harry detuvo sus pasos y examinó el lugar.

A diferencia del bosque, ahí había muchos alfas y omegas que se dirigían a las cascadas. Todos pasaban por ahí, ignorando los dolores del omega embarazado, porque si no se apuraban llegarían al anochecer, en un mal momento para pescar. A esas horas los salmones se escondían.

—Descansemos aquí—el alfa lo tomó del hombro.

—No—apretó los dientes—.Si paramos, no llegaremos hoy. Necesito llegar. Aún faltan más montañas por pasar.—volvió a sentar las patadas—.Maldición. ¡Dejen de patear!—gritó.

—Toma asiento—lo guio hacia un tronco tomándolo del hombro, pero Louis retiró su mano.

—¿Me están jodiendo?—exclamó exaltado—.Llegaremos pronto al lugar donde les daré una mejor vida y me hacen esto. ¡Basta! ¡No pateen más!—gimoteó.

—Louis...—tomó sus manos—.Hay osos por los alrededores. Algunos son violentos. Te escucharán. Intentemos mantener la calma.

—¡No puedo evitarlo! ¡Estoy embarazado!

—Por eso debes de guardar la calma, porque no es una razón valida para querer golpearte y entonces me enojaré y los golpearé. Y eso no te gustará.

Louis volteó hacia arriba. Había una pila de montañas detrás de ellos, marcando el camino hacia las cascadas. Estaban justamente en la entrada, por lo que no había mucho por recorrer. No más de lo que ya habían recorrido. Tal vez llegarían en medio día si se daban prisa.

—Escucho un montón de pasos.—se tapó los oídos.

—Muchos osos van a las cascadas a reabastecerse de comida.

Esto me pone los nervios de punta—enderezó su espalda—.Me duele la cabeza y estoy...—tragó saliva—.No lo sé. Quiero llorar.—sus ojos se llenaron de lágrimas, pero no salió ni una gota.

Harry sacó la botella de agua de su mochila y la rellenó en el pequeño río frente a ellos. Humedeció su rostro con sus palmas y se la dio al omega.

Louis dio un trago grande.

Iba a cerrar los ojos por unos segundos, porque también estaba cansado, pero un oso marrón se quedó de pie, pasmado, frente a ellos.

«¿Vas a dar a luz pronto?» le preguntó a Louis.

—¿Quién eres tú?

Harry olfateó su aroma. Eran feromonas de un alfa joven.

«Voy a las cascadas».

El omega dirigió su vista a una de sus patas, empapada en sangre seca, a las cuales les faltaban dos garras.

Salta, LouisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora