Cap. 32. Primer Volumen; EN NUESTRO REINO

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     Tras el tifón, el calor desapareció y los mosquitos también. El aire era fresco y vaporoso, lleno de humedad. La luna en el cielo parecía que había sido bañada y ahora era un orbe blanco y brumoso que brillaba a través de la negrura de la bochornosa nocturnidad. El suelo del parque estaba cubierto de ramas y hojas caídas, las hileras de cocoteros reales habían sido tan sacudidas por el viento que sus ramas habían volado en pedazos y algunas de sus largas frondas habían sido arrancadas de los troncos y colgaban miserablemente. Los corales verdes, arrancados de raíz, yacían en grupos en el suelo, sus ramas descansaban enmarañadas. Todo el parque estaba devastado, completamente desolado.

     El Abuelo Guo subía y bajaba los escalones de piedra del museo a la entrada del parque, con las manos entrelazadas en la espalda, yendo de un lado al otro. Llevaba una gabardina negra, y su cabello blanco como la nieve. Fruncía el ceño profundamente, preocupado. Resultó que la noche anterior, justo después del tifón, Tie Niu se había visto involucrado en un incidente importante en el parque; había visto a un hombre y una mujer jóvenes escondidos en el pabellón del estanque de lotos, abrazándose. El hombre era un soldado de permiso de una de las islas exteriores y la mujer una enfermera. Los dos se habían pasado de la raya pero, el imbécil de Tie Niu, al atraparles en el acto, enloqueció de nuevo; maldiciendo a la pareja, regañándoles y llamándoles perros en celo, por invadir nuestro territorio. '¿Cómo podemos permitir que los forasteros se comporten como perros en nuestro territorio, nuestro viejo nido?', señalando a la enfermera y diciéndole un montón de obscenidades. El joven soldado se enfadó y fue tras Tie Niu, quien lo apuñaló en el vientre, hiriéndole gravemente. Cuando llegó la policía, Tie Niu estaba tan fuera de control que tuvieron que golpearlo con sus porras hasta que cayó al suelo, sangrando profusamente por la cabeza.

     "¡Si no le hubiera agarrado y bloqueado, habrían matado a palos a ese chico imprudente!"

     El Abuelo Guo me dijo exaltado:

     "En cuanto Tie Niu me vio, se arrastró, envolvió sus brazos alrededor de mis piernas y gritó: '¡Gonggong [1] Guo... Ayúdame... Me van a matar!' Su rostro estaba cubierto de sangre, y cuando la policía trató de apartarle, se aferró desesperadamente al bajo de mi abrigo, sollozando como un bebé.

     - Esta vez...", se lamentó el Abuelo Guo, "definitivamente lo enviarán a Huoshao Dao [2]..."

     Recuerdo que la noche que huí de casa e irrumpí en el parque por primera vez, fue el Abuelo Guo quien me llevó a su casa para mostrarme su álbum de fotos 'Aves de Juventud', mientras me relataba las vicisitudes del parque. Cuando me mostró la foto de Tie Niu le llamó 'búho' y predijo que era como una gran catástrofe esperando a suceder. Según él, estaba en nuestra sangre esta energía salvaje, así como los tifones y los terremotos son parte de esta isla.

     "Sois una bandada de pájaros jóvenes que han perdido sus nidos", me dijo con una expresión triste en el rostro, "igual que las golondrinas de mar que cruzan el océano, siempre volando hacia adelante desesperadamente, sin saber dónde terminarán ..."

     El sábado por la noche, el tifón había avanzado y todas las aves de juventud habían volado de regreso al parque, como una colonia de murciélagos que se habían escondido de una tormenta en cuevas extrañas, refugiándose, y ahora, al amparo de la oscuridad, volaban de regreso a su viejo nido. Acurrucados para entrar en calor, cantar y hablar, contando todo tipo de chismes absurdos.

     Tan pronto como subí los escalones del estanque de lotos, me golpearon en la cabeza, el abanico del Shifu Yang con un chasquido gritó en voz alta:

     "¡Te voy a dar una paliza, pequeño esclavo presuntuoso! ¡Has arruinado la reputación [3] de tu maestro! ¡De ahora en adelante, no esperes que el maestro te cuide o te ayude a encontrar clientes!

HIJOS DEL PECADO (Crystal Boys)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora