14. Cazador de oro y fuego.

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No sabía exactamente cuántos minutos llevaba vagando por el bosque y llorando como un alma en pena, pero, no parecían los suficientes.
Mi llanto sonaba como uno totalmente lastimero, en el que la persona aprovecha para llorar por todo lo que no ha podido llorar en su vida. Si alguna vez les ha pasado, saben de lo que hablo.

Mi mente simplemente había entrado en crisis, la desaparición de mi madre había sido la gota que colmó el vaso, ¿cómo podría soportar más de eso? Aunque nuestra relación no haya sido la ideal y a pesar de que su presencia en mi vida había causado más heridas que otra cosa, ¿después de todo seguía siendo mi madre no?

Octavia me había dicho que tenía que hacer lo que Mina esperaba que hiciera, que sea valiente al igual que ella, pero mi valentía no existía o simplemente se había esfumado al ver que mi madre había sido secuestrada.

La última vez que había estado en el bosque fue la noche de la fiesta de Moondlitch. No lograba recordar mucho de eso, a excepción de que ahora caminando bajo la lluvia y sin rumbo, aquella noche pintaba mejor. Tal vez era un buen momento para dejar de llorar como una idiota y comenzar a cuestionarme hacia dónde me dirigía.
Doy media vuelta y el castillo Moondlitch aún se lograba observar perfectamente, imponente y espectral en la distancia.

Dominick enfurecería cuando viera que ya no estaba, o tal vez se sentiría agradecido, no creía que él realmente quisiera casarse.

- Pero mira a quien tenemos aquí - suena una voz avasalladora en medio del silencio que ha traído el fin de la lluvia.

Su voz me trae un flashback de la noche de la fiesta de Moondlitch, aunque esta no sea la misma, la situación parecía igual.

Al girar unos brillantes ojos dorados son lo primero que veo.
El hombre dueño de aquella voz me saluda con una sonrisa sarcástica de blancos dientes, en otro momento tal vez resultaría hermosa, pero no ahora.
Su cabello es del color de sus ojos, dorados como si se tratara de una cascada de oro cayendo hasta por encima de sus hombros.
Se encuentra vestido con pantalones negros y una camisa blanca como la nieve, es grande y corpulento, y no parece simpático, pero si irónico.

- ¿Quien eres? - pregunto tratando de parecer más valiente de lo que me sentía en realidad.

- No es importante, aunque claramente siempre lo es - comenta con el mismo tono de voz y una chispa de arrogancia - sin embargo, restémosle importancia por ahora, ¿a qué se debe que la nueva rosa de los Moondlitch esté por aquí? - pregunta dando un paso hacia mi.

Deseaba salir corriendo, pero, por alguna razón mis pies se habían quedado clavados al suelo como bloques de concreto, no parecían querer dar tregua a salir de aquí, tal vez por la fascinación hacia el hombre que se encontraba frente a mi que simplemente parecía sacado de otro mundo o por el miedo que comenzaba a emanar ya que él parecía saber de donde venía y eso era simplemente imposible, ¿cierto?

- ¿A qué se refiere? - atino a preguntar, lo único que me quedaba era simular que no sabía de qué hablaba y esperar a que me matara lo más rápido posible.

- Ahorrémonos el teatro su "majestad" - escupe sarcásticamente la última palabra como si esta fuera veneno en su boca al mismo tiempo que retira una afilada daga con rubíes del bolsillo de su pantalón para empezar a juguetear con ella - podría rebanarle el cuello ahora mismo si así lo quisiera, pero, preferiría que coopere, esta es una de mis camisas blancas favoritas y no quisiera mancharla con sangre, aún - dice señalándome con su daga que aún en la inmensa oscuridad corta el aire con su afilado brillo plateado al igual que su sonrisa.

MoondlitchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora