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CHAPTERONE muy informal
EN SUS DIECISÉIS AÑOS, MORGAN LEE HA ESTADO EN UNA BUENA CANTIDAD DE BODAS. Y, bueno, con eso quiere decir que ha estado en tres, todas para la misma persona: su tía Helen. Todo comenzó cuando tenía dos años y su memoria era inexistente, pero por lo que le contó su tía (aunque no era mucho), se casó en primavera porque era joven e ingenua pensando que como la primavera era el florecimiento de las flores, podría ser el florecimiento de su matrimonio que duraría para siempre.
El matrimonio terminó en otoño.
Y entonces, Helen musitaría que, por supuesto, su matrimonio terminó en la estación en la que todo lo demás murió, al igual que las hermosas flores con las que prometió su matrimonio.
Se llamaba Derek Patterson y era muggle, lo cual era toda la base de por qué se divorció de ella tan rápidamente. Helen se enamoró rápidamente y quiso permanecer en ese estado, sin querer decirle nada que pudiera acabar con su relación amorosa, y mantuvo su condición de bruja como un secreto a voces.
Por supuesto, como todo, el secreto salió a la luz y no lo manejó muy bien. Salió a tomar una copa y nunca regresó, sólo le envió los papeles del divorcio. Helen entonces procedió a quemar todo lo que él tocó con un hechizo por despecho, aunque eso no detuvo el dolor dentro de su corazón.
La segunda boda tuvo lugar cuando Morgan tenía nueve años y no recordaba ni la ceremonia ni al marido. Para entonces, muchas cosas habían cambiado en la vida de la joven, incluso su forma de vivir durante dos años antes de perder a sus padres en un desafortunado suceso laboral. Pero, ese era el precio de tener una carrera de alto riesgo como la de Auror.
Debido a sus errores con el último matrimonio, Helen dio un giro completo con su segundo marido. Por un lado, él no era muggle, así que no había miedo de que descubriera la magia y se volviera loco por ella. La segunda era que se trataba de una ceremonia de invierno, todo lo contrario a la primavera porque nada crecía ni florecía y, por lo tanto, no habría ninguna decepción si moría.
Justin Matthews parecía un buen hombre. Ayudaba a Morgan con sus deberes, limpiaba los platos, siempre tenía citas con Helen y nunca parecía tener problemas con Morgan. Bueno, eso parecía.
En el segundo año de su matrimonio, cuando la pequeña Morgan fue a Hogwarts y envió a casa una carta en la que detallaba su aceptación como Slytherin, Justin presionó duramente para tener hijos. Quería tener su propio prodigio en el mundo, quería continuar su linaje y su buen nombre.
Sin embargo, Helen nunca quiso tener hijos. Amaba a Morgan y nunca se arrepintió de haber acogido a la niña, pero los niños nunca estuvieron en su plan de vida. Era una curandera, y muy buena, y lo único que quería era un gato y un marido, buenos amigos y su familia. No niños.
