Analia

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Una vez en el río Tame, tomaron un descanso detrás de una enorme roca que la corriente había traído hasta allí cuando el agua se desbordó en los meses de lluvia, el paisaje era amplio y lleno de vegetación, pequeñas flores de todos los colores crecían alrededor del río, agitadas por la brisa nocturna, al otro lado en la orilla sur, se levantaba un campamento, enormes toldos militares se extendían por varios metros, conectados unos con otros a través de arcos cubiertos de ramas secas,  las banderas con el símbolo de una espada curva embadurnada en sangre, se agitaban en la cima de cada tienda de campaña.

-El símbolo de la casa Cian. Exclamó Luminus. -Acaso tu amiga es una vampira como tú.

-Ajám, y no es cualquier vampiro, es Analia la comandante más habilidosa que la casa Cian haya conocido, hija del poderoso Tupac el bárbaro, su astucia e inteligencia son dignas de respeto. Contesta Angie entre suspiros.

-Pensé que eras enemiga de los vampiros.

-Lo soy. Exclama mientras observa a Luminus con rostro travieso.-Por ese motivo, tu serás nuestro boleto de entrada.

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Analia vacilaba frente al mapa de guerra, sus camaradas explicaban la situación en el campo de batalla, como bien era sabido, los vampiros estaban ganando cada vez más territorios, a costa de muchas vidas.

"¿Las conquistas valen el sacrificio?" No podía pensar en otra cosa, la duda la carcomía por dentro, muchos de sus compañeros cayeron sin honor aplastados por el enemigo en la  primera línea de combate enviados allí como corteros para el matadero.

-¡Debemos ser fuertes amigos míos! La voz de Victurk su compañero más cercano interrumpió sus pensamientos, estaba dando el típico discurso sobre el orgullo y como el honor más grande, se conseguía con la muerte en el combate.

Estaba agotada de todo esto, ciento cincuenta años habían pasado desde que la guerra comenzó, y parecía no tener un fin próximo, ni siquiera le gustaba pelear, quería ser botánica, descubrir las propiedades medicinales de las hierbas y flores, explorar el mundo como médica, días antes de que el conflicto estallara, había empezado por fin sus clases de herbolaria, después de rogarle por mucho tiempo a su padre, pero la vida tenía otros planes para ella y la embadurnó con la gloria miserable de un conflicto bélico. Su casa era conocida por ser la más compasiva de todas, jamás mataban en exceso, una vez conseguido sus objetivos, dejaban que los supervivientes escapasen, incluso en algunas ocasiones, les dotaban de suministros, su padre le recriminaba por ello, sin embargo nada podía hacer, Analia era una líder nata, y sus estrategias los llevaron a la victoria en más de una ocasión, todo vampiro de la casa Cian la respetaba, y darían su vida por ella.

-Haría lo que fuera para terminar con la guerra. Analia esbozó una sonrisa melancólica mientras su mirada seguía en el horroroso mapa de guerra. La reunión había terminado, solo ella y Victurk permanecían en la carpa militar, una mesa enorme con muchos asientos los separaba, su compañero sentado en una silla de madera jugueteaba con su espada afilada.

El vampiro sin sorprenderse contestó:

-¡Si! Yo también, este conflicto nos ha arrebatado todo, sueños, amigos, incluso el amor. 

-¡Pero nos otorgó la gloria del guerrero! Vociferó Analia con pereza. -Acabas de darnos un discurso sobre ello, apuesto, animaste a todos los presentes con tus sandeces.

-Los jefes militares son estúpidos, es muy fácil tenerlos animados. Victurk se levantó para observar el mapa también. -Mira eso, quinientas bajas en solo dos semanas, ¿Desde cuándo nuestras vidas valen tan poco?

Las leyendas del abismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora