Cαpı́tulo 1

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Quackity y Vegetta se conocían desde que el menor llegó a Karmaland por primera vez. No tardaron mucho en llevarse bien puesto que compartían cosas en común.

Vegetta siempre trató de buena forma a Quackity, lo cuidaba y consentía, si él estaba cerca, el menor no podía evitar sonreír.

Por eso fue que en algún momento Quackity terminó enamorado del mayor. Jamás le había gustado nadie como lo hacía Vegetta.

No estaba muy seguro de que hacer al respecto, lo pensó mucho. Tal vez solo era algo pasajero, pero mientras más meditaba más se daba cuenta que enserio sentía algo por él.

Así que con gran valentía decidió confesar sus sentimientos.

Pero cada vez que lo intentaba se ponía demasiado nervioso, siempre terminaba diciendo cualquier tontería. Y ese día no fue la excepción, ya era la octava vez que intentaba confesarse, pero se salió por completo de sus manos.

Como antes dije, Quackity se ponía demasiado nervioso. Aquellas palabras salieron antes de que siquiera pudiese procesarlas.

— Vegetta quiero que me beses.

Vegetta parpadeó varias veces tratando de procesar lo que el menor le había dicho. Lo miró y Quackity tenía una expresión seria en su rostro, sin ningún rastro de que estaba bromeando.

Quackity por su lado estaba demasiado avergonzado de su repentina petición. Trató de ocultarlo poniendo su mejor cara de póker, pero lo que no pudo ocultar fue el sonrojo en sus mejillas.

— Quacki-

— ¡Te pago!

Su cerebro advertía que debía dejar de hablar, aunque las señales no llegaban del todo bien. Su mente había hecho cortocircuito y hablaba sin pensar.

— ¿Pagarme? ¿De qué estás hablando, te sientes bien Quackity?

— Puedo pagarte, tengo dinero. —Empezó a buscar en su billetera. — Te pagaré cinco karmas de plata. —Sacó las monedas.

— Yo-

— Tómalos Vegetta. —Insistió sin mirarlo.

Vegetta sonrió con ternura. Bajo la mano que le extendía Quackity y acarició su pelo.

— Entonces quieres que te bese.

El sonrojo del pelinegro se extendió hasta sus orejas sin poder evitarlo. Ya sabía que había dicho una tontería y que probablemente a estas alturas Vegetta ya sabría de sus sentimientos.

— Lo haré. —Concedió el mayor.

Se acercó más a Quackity quien tenía el corazón a millón. No podía creer que enserio el mayor iba a besarlo, su ilusión cayó por los suelos cuando sintió unos labios en su mejilla.

Vio a Vegetta interrogante, este tenía una sonrisa de oreja a oreja.

— No tenías que pagarme por eso.

— No me refería a eso. —Bufó.

— ¿Ah no? ¿Entonces?

Quackity no contestó, se limitó a rodar los ojos por el gran despiste del azabache.

¡ŦE PAGØ! [V&Q]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora