Sentimientos

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Las manos de Andrés reposaban en aquella pequeña cintura que tan loco lo volvía. Los brazos de Aracely rodeaban su cuello.

Era un beso tierno, apenas un roce. Un contacto lleno de suavidad, gratitud y anhelos.

Ambos sentían la necesidad de profundizar más el ósculo pero el miedo al rechazo los detenía.

¿Qué estaban haciendo? Una vez más se dejaban llevar por aquel sentimiento que estaba creciendo en ellos, por aquello a lo que podría malentenderse como una confusión debido al gran apoyo que Andrés era para Aracely y viceversa... Pero a ninguno de los dos le importaba en ese instante.

Era el único momento en el que podían ser ellos mismos, donde podían ser sinceros.

Por instinto, la rubia mordió tiernamente el labio inferior de aquel hombre que la llenaba de ilusiones, provocando que él hundiera aún más sus dedos en su cintura y pegara más sus cuerpos.

Por más que lo intentaron, el beso se tornó aún más intenso, más voraz.

Sus respiraciones se acoplaron hasta convertirse en una sola.

No querían detenerse.

No podían.

Entregados como si la vida dependiera de ello, se olvidaron de todo lo que los rodeaba y se dejaron llevar por aquel desenfrenado deseo que los estremecía de pies a cabeza.

Sus cuerpos temblaban de emoción, de ansias de poder sentirse un poco más.

Sus lenguas danzaban acompasadas, recorriendo cada pequeño espacio de sus bocas, guiándose mutuamente hacia la locura.

La necesidad de tomar algo de aire los hizo separarse.

Dejando un beso en la frente de la pequeña mujer que tenía ante sus ojos, luego de un largo suspiro, preguntó:

— ¿Qué estás haciendo conmigo, Ara?

La rubia sonrió con pesar.

— La verdadera pregunta es: ¿qué estamos haciendo, mi Andy?

Aracely llevó su pulgar hacia el labio inferior del moreno, acariciándolo con delicadeza antes de volver a ponerse de puntillas para darle un casto pero tierno beso.

— ¿Dejarnos llevar por lo que sentimos? —Preguntó Andrés, repitiendo la acción que ella realizó segundos atrás.

Como si un cubetazo de agua fría hubiera caído sobre ella, la rubia cerró los ojos y, suspirando nuevamente, confesó:

— No voy a ser hipócrita y decirte que esto fue otro impulso, porque ambos sabemos que no es así. —Se alejó unos pasos de él antes de continuar.— Pero tampoco voy a decirte que eres el amor de mi vida y que quiero estar contigo para siempre.

A pesar de que oír eso hizo que una fuerte angustia se instalara en su pecho, una gran parte del moreno esperaba escucharla decir algo algo así.

— Creeme que lo sé, no esperaba oírte decir lo contrario. —Dijo en un tono más seco de lo que quisiera.

— Andrés... —Otro largo suspiro.— Estoy sintiendo algo muy fuerte por ti y, la verdad es que... En este momento no estoy segura de si estoy mezclando mis sentimientos, si estoy confundiendo gratitud con amor. Y no quiero jugar contigo, Andrés, te quiero demasiado para hacer algo que te lastime.

— Yo sé que no lo harás, Ara. —Dijo el moreno, acercándose nuevamente a ella.— Entiendo como te sientes porque me está pasando lo mismo. Yo... Siento esa necesidad de tenerte cerca todo el tiempo, de hacerte reír y que te olvides de todo. Todo el tiempo necesito ver tus hermosos ojos mirándome y diciéndome que estás bien porque no quiero verte triste nunca y sé que estás pasando por un momento difícil, sé que todo esto puede ser confuso, y no voy a presionarte.

— Todo lo que mencionas no es amor, sólo es compasión por lo que estoy viviendo. Y te lo agradezco, todos los días... Además, esto no es solo por mi y lo sabes. Tú tienes a tu mujer, tienes tu familia, ya hemos hablado de eso.

— Alejandra y yo...

— No quiero oírlo, discúlpame. —Interrumpió la actriz.— Te lo he dicho antes y no estoy para escándalos y mucho menos para meterme en medio de una familia. Sólo estoy aquí para cumplir mi trabajo y hacer lo que debo hacer.

— Los dos estamos aquí por lo mismo, Ara. Eso no lo dudes. —Respondió él, dando otro paso hacia ella a medida que la rubia se alejaba.— Pero no huyas de mi, por favor. Somos dos adultos que podemos controlar nuestras acciones, ¿verdad?

Aracely rió de manera incrédula.

— Creo que acabo de demostrarte todo lo contrario.

— Bueno, sí. —Dijo él, también entre risas.— Pero las cosas se solucionan hablando, tal y como lo estamos haciendo ahora. —Tomó las manos de Aracely entre las suyas, antes de continuar:— Yo tampoco te diré que no siento nada por ti, porque la realidad es que cada día te admiro y te quiero más, pero tienes razón... No voy a pedirte que estemos juntos, no hasta que los dos estemos seguros de lo que queremos y mucho menos hasta que aclaremos todos los asuntos que tenemos pendientes.

— Debemos controlarnos, es ahí por donde tenemos que empezar. —Respondió Aracely, soltándose de su agarre.— Nuevamente, te pido disculpas por haberte besado... Fue un día lleno de emociones y no encontré mejor forma de demostrarte lo agradecida que estoy contigo.

— Ya sé lo que sigue: "no volverá a suceder", y después terminaremos besándonos como dos locos enamorados. —Bromeó el moreno, levantando sus cejas de forma sugerente y haciéndola reír.

— ¡Andrés, ya!

— Oye, no te pongas nerviosa, ya sé que soy irresistible.

Allí estaba de nuevo, aquel hombre que parecía un niño cuando empezaba con sus bromas y graciosadas.

Nunca entendería cómo, pero Andrés siempre encontraba la forma de hacer pasar el momento incómodo y convertirlo en algo divertido.

Aracely agradecía internamente que fuera así. Sabía bien que no soportaría tener que alejarse de él por lo que sea que estaban sintiendo.

— No eres irresistible, eres insoportable. —Dijo ella, sin dejar de reír.

— Insoportablemente besable, querrás decir...

— ¿Sabes qué? Es hora de que te vayas. Carlita llegará en cualquier momento y no quiero que te escuche diciendo estas tonterías.

— ¿Ahora me echas? Wow... Hablabas en serio cuando dijiste que no soy el amor de tu vida. —Continuó bromeando, mientras hacía morritos como una criatura.

Otra carcajada de Aracely resonó por todo el lugar y rápidamente el moreno se unió a ella.

Una vez ambos lograron calmarse de su ataque de risas, Andrés la miró y abrió sus brazos, invitándola a que se acercara a él para abrazarla.

Aracely no lo rechazó y se fundieron en un sentido abrazo.

Como siempre, y debido a la diferencia de altura, Aracely apoyó la cabeza en su pecho y se dejó acoger por aquellos fuertes brazos que siempre la hacían sentir tan segura.

— Gracias por entenderme, Andresito. —Dijo ella en un susurro.— Por favor, créeme cuando te digo que lo último que quiero es perderte o alejarme de ti.

— Aunque quisieras, jamás te lo permitiría.... Además, una vez entras en la vida de Andresito Palacios, es difícil que quieras salirte por ti solita. —La hermosa risa de Aracely volvió a llenar sus oídos, armándolo de valor para decir:— Te quiero, Ara.

Había mucho más sentimiento detrás de ese "te quiero", pero ambos ya habían llegado a una conclusión acerca de esos sentimientos.

Quizás no era el momento indicado o quizás solo era una confusión.

Sin borrar la sonrisa de su rostro, Aracely lo abrazó aún más fuerte antes de responderle con un doloroso:

— Te quiero, amigo.  

Mi fuerzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora