Lizzie Smith le dieron una noticia que no era realmente buena ¡Se tenía de mudar! Esa idea no le gustaba nada. Pero lo tuvo de hacer a regañadientes. Fue a Hogwarts e hizo buenos amigos pero también un enemigo, Draco Malfoy pero entre ese chico y...
Lizzie salió del despacho de Umbrige por otro castigo por interrumpir la clase. Estaba caminando por el pasillo y se cruzó con los famosos gemelos Weasley. Liss tenía la mano bastante dolorida ya por las heridas de la pluma especial de Umbrige.
- Hola, nueva rebelde, - Habló unos de los gemelos Weasley.
- ¿Qué te ha pasado en la mano? - Preguntó otro preocupado por la mano ensangrentada.
- Umbrige. - Respondió Liss corta.
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Lizzie después de ir a la enfermería fue al gran comedor. Se sentó en la mesa de Slytherin con Carles y Nati enfrente mía. Liss sentía una mirada sobre ella. Dejo de comer pizza y miro por donde venía esa mirada. Venía de la mesa de Gryffindor exactamente de Harry Potter le miraba con una gran sonrisa desde su sitio. Miró a sus amigos y después otra vez a ella. Harry señaló su mano después de señalarla. Lizzie sabía perfectamente a qué se refería. Le preguntaba cómo estaba su mano y ella solo levantó su mano y cerró su puño y levantó los pulgares.
Tantas semanas de detención con Harry había hecho un nuevo amigo. Se llevaban muy bien y podían quedarse hasta las tantas hablando por carta a través de sus búhos. Dejo de mirarlo y empezó a comer de nuevo.
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Cuando estaban saliendo por la puerta Lizzie sintió una mano en su hombro por lo que se giró su cabeza para ver un Malfoy muy cerca de su oído.
- Te el guardaré el secreto que te gusta Harry Potter por qué que te guste un Gryffindor arrancaría tu reputación de Slytherin. - Susurro con una voz algo ronca.
Se acercó ella una vez a él para susurrarle a su oído. Malfoy se tuvo que agachar para llegar a la altura de Liss.
- Él no me gusta, Malfoy. - Susurró Lizzie.
- Esas miradas no son de amigos. - Susurró Malfoy.
- Cállate, Malfoy. - Habló Izzy para su cabeza a donde estaba el rubio.
Y se quedó a centímetros de rozar sus labios. Luego rápidamente la quitó de ahí y se recogió un mechón de pelo detrás de la oreja. Se fue lo más rápido que pudo a su cuarto. Y ahí estaba Hedwig, la lechuza de Harry, con una nota en su pequeña pata encima del escritorio que estaba enfrente de la ventana abierta. Liss leyó la nota y sonrió inconscientemente. Le contestó de vuelta y así se llevaron casi toda la noche.
