CAPÍTULO SIETE

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Trevor y Sara están sentados frente a mí. Sara carga en sus manos un enorme pastel de chocolate y una sonrisa en la cara.


-Feliz cumpleaños princesa- Trevor se acerca y rodea a Sara por la cintura. Ella comienza a reírse


-Suéltame Trevor, vas a hacer que se me caiga el pastel- Trevor suelta una carcajada y la pega más a su pecho.


Mi mirada está concentrada en el enorme pastel de chocolate, amo el chocolate, si pudiera inventar un mundo seria de chocolate. Sara deja el pastel con cuidado sobre la mesa y ambos toman asiento frente a mí, puedo sentir una sonrisa expandiéndose por mi cara, pero de un momento a otro mi felicidad se acaba.


-Los extraño tanto- se me sale de repente.


-Kalia, no llores- Las enormes sonrisas de sus caras se han esfumado, los ojos azules de Sara me miran con tristeza, mientras que Trevor intenta decir algo, pero su cara se lo impide, más bien todo su cuerpo se lo impide, se están derritiendo.


-¡No! ¡No puedo perderlos de nuevo!- corro he intento tomar la mano de Sara antes de que sea tarde, ella abre la boca pero al igual que con Trevor, no salen palabras, un sonido rompe mis oídos, el sonido sale de la boca de Sara ¡son campanas!

Sigo corriendo, pero no llego , por más que avanzo cada vez están más lejos.  


Me consume la desesperación, ya casi la alcanzo, me falta poco, ¡mamá!, tomo su mano y...


Me despierto empapada en sudor, fue solo una pesadilla, pero estoy segura que los remordimientos no me abandonaran nunca, al menos no después del sueño.


Me concentro, enfoco mis cinco sentidos, las campanas no han sido un sueño, ¡son reales!, ¡una alarma!


Me paro como rayo de la cama y me visto con el traje de combate que me ha proporcionado Alioth como "regalo de bienvenida" consiste en pantalones negros pegados y un corsé negro, no, no piensen mal de Alioth, yo pedí el corsé, es más cómodo y le da mayor movilidad tanto a mis alas como a mis brazos. Coloco mi espada a la cadera (esta sí es mía, regalo de Ray) y mi arco con las flechas a la espalda (también regalo de Alioth).


Corro fuera de la habitación ágilmente dándome impulso con las alas, recorriendo todo el pasillo, me detengo antes de descender por las escaleras, todo es un caos, los sirvientes corren a refugiarse y los gritos se escuchan por toda la casa. En el inicio del pasillo de alado está de pie y como petrificado Leander. Corro hacia él, me ve, y, antes de que pueda decirle algo, extiende sus brazos, llego hasta él y lo cargo, se acomoda de changuito con sus brazos rodeándome el cuello y sus piernas en la cintura.


Bajo volando por el hueco entre las escaleras aterrizando en el salón principal, junto a la puerta con su familia se encuentra Zeth con Hila en sus brazos.


-Vayan al sótano- Zeth da la orden a su padre, Hila llora, cuando retira la mano que tiene en sus ojos me ve, se suelta de los brazos de su hermano, corre hacia mí y se aferra a mi pierna izquierda. Debo de parecer mamá changa en estos momentos.


-Kalia, son los neflims- dice Hila, me mira con desesperación. Coloco a Leander en el suelo, me acuclillo frente a ellos y les digo


-Vayan al sótano como dice su hermano, no dejaré que los neflims entren, ¿de acuerdo?- ambos asienten y sin más preámbulo se van junto a su papá al sótano.


Zeth se queda.


-Tú también- le digo


- No alitas este es, por así decirlo, mi destino, no me voy- la sangre comienza a hervirme. No quiero reconocerlo pero tiene razón.


-Bien, pero no hagas nada estúpido ni te separes de mí a menos que sea necesario-


-Es muy temprano para este tipo de propuestas bonita, pero cuando esto acabe prometo no separarme de ti- guiña el ojo. ¿Este tiene un tic, o qué? Rodo los ojos sabiendo que estoy más colorada que una manzana, pero no me puedo dar el lujo de contestarle, no ahora.


Salimos al patio con la enorme fuente, puedo observar como los arqueros apuntan algunos al cielo y algunos al suelo. Zeth descifrando mi mirada de rareza explica que es por si algún ángel aliado con los demonios se acerca. Pensar que hay desertores entre los ángeles me da escalofríos, nunca sabes en quien confiar. Antes de pensarlo dos veces estiro mis alas y me elevo en vuelo poniéndome por encima de la fuente más arriba del muro, viendo así aproximadamente a unos veinte neflims intentando derribar las enormes puertas. Ignorando la orden de Zeth a los arqueros de mantener la posición mi sentido común toma mando y grito


-¡Arqueros, todos apunten a los neflims!, ¡si llega a aparecer algún ángel enemigo, me encargaré yo! ¡Todos al mismo tiempo! ¡Apunten a un objetivo! ¡Disparen!- unas cuarenta flechas fueron disparadas al mismo tiempo pero parece que los neflims solo sintieron un pinchazo. Doy la orden de nuevo cargando yo también mi arco, tres caen.


Muchos comienzan a amontonarse en la puerta y los arqueros y yo seguimos disparando tantas flechas como podemos. Vuelo sobre el muro atacando lo más rápido que mis brazos me permiten. Caen unos pocos más. Así no podemos ganar. Oigo a lo lejos los gritos de Zeth pidiéndome que no saliera, comienzo a descender hacia la pradera, hacia mis enemigos. Al darse cuenta de mi presencia comienzan a alejarse de la puerta, vienen a atacarme. Estoy lista.   

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Aquí está lo prometido.

Espero les guste.

Dejen comentarios y den estrellitas.


Con cariño Dany


Créditos(editora): Paola

A prueba de fuego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora