Capítulo XVII | Preguntas

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                LOS GRITOS FURIOSOS DE LA MUJER, sin contar con el sonido de las olas, eran prácticamente lo único que podía escucharse en la isla.

—¡Justo cuando parece que tu estupidez no puede ser mayor, vas y sobrepasas tu propio límite! —gritó furiosa la mujer, mientras lanzaba con fuerza una de las pocas botellas que aún no había destrozado. El capitán, a duras penas, la esquivó, provocando que esta impactara contra uno de los árboles de la isla.

—Sí, Anastasia, lo que tú digas. Pero haz el favor de dejar de malgastar el ron.

—¿De verdad eso es lo único en lo que piensas, Sparrow? —acusó la rubia, furiosa— Definitivamente ser piratas os nubla el juicio.

—«Capitán» Sparrow para ti —aclaró el castaño, mientras sus brazos realizaban sus tan acostumbrados y característicos gestos. Los ojos azules de la mujer, brillantes de enojo, se entrecerraron aún más.

—¿Capitán? ¿Capitán de qué? —inquirió Anastasia, cerrando los puños con fuerza— Como capitán tenías una única cosa que hacer —denunció la contraria, alzando su dedo índice—: proteger tu barco y mantener a tu tripulación. Y fracasaste estrepitosamente en el intento. Incluso yo sé gobernar un navío mejor que tú. Y soy todo lo contrario a un maldito pirata.

—Oh, ¿de veras? —preguntó falsamente el pirata, acercándose con precaución hacia ella. A estas alturas, era prácticamente inmune a los comentarios de odio de la mujer. Sin embargo, debió reconocer que aquel último le había molestado más de la cuenta— Porque, hasta donde yo sé, te dedicas a robar, no tienes ningún remordimiento a la hora de asesinar a alguien y, desde luego, engañas mucho mejor que uno. Y, ahora que lo pienso, incluso trataste de...

—¡Ni se te ocurra mencionarlo, bastardo!

Jack alzó las manos fingiendo inocencia mientras una socarrona sonrisa se abría paso entre sus labios. Le encantaba sacar a Anastasia de sus casillas, pero aunque lo estaba consiguiendo, no podía negar que la rubia también le estaba poniendo de los nervios por mucho que pirata tratara de disimularlo. Llevaban casi una hora discutiendo y aún no habían llegado a nada. Básicamente, su conversación había consistido en la mujer haciendo estallar las botellas de ron contra el suelo mientras lanzaba improperios mientras Jack se esforzaba en sonsacarle algo de información evitando convertirse, como daño colateral, en la diana de la rubia.

Entre la espada y el océano | Piratas del Caribe [Jack Sparrow]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora