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—“Shia” ¿Te encuentras bien Víctor? — Chai se acerca. ¿Por qué a mí? Me está tomando de las mejillas. Siento su respiración demasiado cerca. No puedo evitar mirar sus labios entre abiertos. ¿Por qué se tiene que acercar tanto? Además ¿Para qué? Es evidente que estoy sangrando. Pareciera que lo hace a propósito para ponerme nervioso.

—“P'Chai, solo estoy sangrando, no es nada grave. —No se si fue lo que dije, pero se separó de mí.

— “¿Phi?” No puedes estar tan seguro de que soy mayor que tú. —Me mira arqueando una ceja.

—Lo siento si te hice sentir incómodo, solo quería tratarte con respeto. — ¿Hacerlo sentir incómodo? Pero si él me está haciendo sentir así.

—Tengo veintitrés años.

—Imposible. Pero si pareces de veinticinco por lo menos. —Ay Víctor, por una vez deja de hablar, solo estás metiendo la pata hasta el fondo.

—¿Me estás diciendo viejo? —No parece estar molesto, de eso la situación le divierte.

—Lo digo porque pareces maduro, osea por tu cuerpo, no lo digo por mal, osea me refiero...¡Vamos, es un cumplido! —Y el muy desgraciado se ríe.

—Tranquilo, lo decía de broma. —Acerca su mano a mí cabello. —Eres tan tierno.

—Bueno...entonces si eres mí Phi, ya que yo tengo veinte.

—Como quieras, pero pasa. —Debo parar esto aquí.

—No gracias, solo venía a preguntar algo. —El aparta su mano de mí cabello.

—Ni hablar, debo atenderte como es debido, y debes limpiarte esa sangre.

Ya había olvidado mí sangre, que casualmente la provocó el que me quiere ayudar. Lo sigo adentro de su apartamento. No me sorprende que esté tan inmaculado, lo que si me sorprende es que no tenga fotos de su familia. De hecho parece que ni decoró el departamento.

—Siéntate por favor. — Me inclino hacia adelante en forma de reverencia de noventa grados y tomo asiento. Él suelta una pequeña risa burlesca. ¿Qué hice mal? Solo hice una reverencia... ¡Santo cielo! Esa reverencia solo se hace en Corea.

Lo veo encaminarse hacia una puerta, la cual intuyo que es el baño. No puedo creer que no se a percatado que aún está casi desnudo. Aunque se ve increíble, pareciera que está modelando para mí. ¡Diablos! Estoy sangrando de nuevo. Nunca me había pasado esto, ni siquiera con mí ex.

Chai regresa con un botiquín y se sienta a mí lado.

—Primero voy a limpiar la sangre. — No espera una respuesta ya que mientras habla se encuentra acercándome un algodón.

— ¿Por qué tu departamento no está decorado? —La curiosidad puede más que yo.

—Solo decore mí habitación, me da igual el resto de la casa. —Se encoje de hombros y la verdad no estoy en desacuerdo con él.

—¿No piensas vestirte? —Veo como deja el algodón a un lado.

—¿Por qué lo haría? Estoy en mí departamento y ambos somos hombres. — Chai: 1 y Víctor: 0

—Si ya pero... nada olvidado. — ¿Cómo podría decirle que es la razón por la que estaba sangrando?

—Por cierto, querías algo ¿No? —Él me mira arqueando una ceja.

—Cierto, quería saber dónde venden té pero ya no es necesario. —Solo quiero largarme de aquí de una vez por todas.

—Te puedo dar algunas bolsitas de té, son muy relajantes. —Ni siquiera espera una respuesta de mí parte, solo las busca mientras habla.

—En serio no hace falta, me voy. —No quiero ser tan descortés, pero ya no puedo seguir en el mismo entorno que el si aún se encuentran semidesnudo.

Me levanto y me encamino hacia la puerta. En cuanto tomo la manilla siento que agarra mí muñeca.

—Espera, si he dicho algo que te hizo incomodar, en verdad lo siento. —Parece que lo dice en serio, sus mirada refleja sinceridad.

—No dijiste nada, solo me quiero ir. —No puedo ni poner una excusa. Bajo la mirada.

—Lo siento, solo quería ayudar. —No quería entristecerlo. No se que hacer para hacerlo sentir mejor. Esperen, ya se.

Me acerco a él y lo beso en la mejilla. Parece sorprendido. Al menos se que no es homofóbico ya que no se lo tomó a mal, incluso sonríe.

—Tranquilo, estoy bien, gracias por todo. —Espero a que suelte mí muñeca, en lugar de eso, suelta el agarre pero toma mí mano. Se la lleva a los labios. ¡Acaba de besar mí mano! ¡Dios, qué lindo! No puedo evitar sonrojarme.

—Recuerda que cualquier cosa que necesites, estoy a tu disposición. —Me sonríe, pero su sonrisa esta vez es un tanto seductora. Pareciera que me está coqueteando.

—V-vale gracias, hasta luego. —Prácticamente corro hacia mí departamento.

Ahora necesito el té más que nunca.

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