Cuando le dijeron que necesitaban que comenzara a trabajar «de inmediato», Boss no creyó que se refirieran verdaderamente a de inmediato. Pero al día siguiente de firmar el contrato, a primera hora, un automóvil negro lo recogió frente a su edificio. Él se durmió en el auto durante todo el trayecto a la mansión Tangwai, por lo que no estaba seguro de cuánto tiempo había tomado el viaje. Cuando abrió los ojos el sol ya estaba en lo alto del cielo y el automóvil se había detenido.
—Hemos llegado, señor —informó el conductor, que lo miraba por el espejo retrovisor. Era un hombre de mediana edad, casi calvo y de boca grande.
Boss se enderezó, frotándose la parte posterior del cuello con la mano. No había dormido tan incómodo desde que tenía quince años.
—Por favor, llámeme Boss —dijo con suavidad.
—En ese caso puedes llamarme Kan.
—Gracias por traerme, P'Kan.
—Ese es mi trabajo —repuso P'Kan con obviedad, pero sonreía.
Boss le devolvió la sonrisa débilmente y salió del auto. Parpadeó, mirando la enorme casa frente a él. Había leído que la mansión Tangwai era considerada la obra arquitectónica más importante y hermosa de la ciudad, pero no imaginó que fuera tan imponente. Era una colosal mole blanca y cuadrada, accesible a través de unas escaleras rectas, con torrecillas en las cuatro esquinas y una cúpula que coronaba tres pisos de construcción. Las líneas de los balcones y los vitrales de colores contrastaban con delicada traza sobre la fachada. La puerta principal era de madera, medía el doble de un ser humano y estaba tallada con precisión donde hubiera una pulgada que tallar. Todo, desde la verja de hierro que rodeaba la propiedad hasta los jardines bien cuidados y dispuestos, gritaba "dinero".
—¿Quieres que te ayude a llevar la maleta? —preguntó P'Kan a su espalda.
—¿Eh? —balbuceó Boss, volviéndose. En lo que admiraba la casa el hombre había sacado su maleta y la mochila del maletero—. Oh, no, yo me encargo. Gracias.
Dicho y hecho, Boss se colgó la mochila al hombro y cogió la maleta por el asa. Tras despedirse de P'Kan subió la escalinata que conducía a la puerta principal. En el rellano de la escalera lo esperaba un hombre vestido con un traje oscuro y con tupido bigote negro. No parecía joven, pero tampoco muy mayor, debía rondar los treinta y tantos años.
—Boss Chaikamon, ¿cierto? —dijo el hombre. Tenía una voz clara y fría—. Mi nombre es Chane. Soy el jefe de seguridad del señor Tangwai y es conmigo con quien te reportarás de ahora en adelante.
—Es un gusto conocerlo.
—Sí, bueno. Entremos.
El vestíbulo era una estancia grande que olía a incienso y cuyas paredes estaban cubiertas con lujoso papel dorado. Una resplandeciente lámpara colgaba del techo como un gran racimo de uvas cristalinas y una alfombra gruesa de color marrón cubría el suelo sin dejar ni un solo centímetro desnudo de entarimado. Por todas partes había muebles de madera de aspecto antiguo y lujoso, mesillas anticuadas sobre cuyas superficies reposaban jarrones de brillantes colores y esculturas de cristal que debían valer más dinero del que Boss tendría en toda su vida.
—El señor Tangwai se encuentra de viaje, por tanto, te presentarás directamente con su hijo. Antes será prudente que te cambies —añadió P'Chane, dándole un rápido vistazo por encima del hombro. Era evidente que desaproba la elección de vestuario de Boss, que consistía en vaqueros rotos y una camisa sin mangas—. Tu habitación está en el tercer piso, junto a las demás habitaciones del joven Noeul.
—¿Habitaciones? —inquirió Boss.
P'Chane no dio muestras de haberle oído y siguió caminando. Atravesaron el vestíbulo, doblaron una esquina y quedaron frente a unas escaleras de caracol que parecían infinitas, pues desde abajo no se podía ver dónde terminaban. Mientras las subían Boss agradeció por primera vez no tener tantas posesiones, de haber llevado consigo demasiado equipaje habría resultado muy difícil subir. Llegaron a un pasillo largo y lleno de puertas, algunas de las cuales se encontraban entreabiertas como si alguien se estuviera asomando desde el interior. Lo que parecía poco probable. Todo estaba extremadamente frío y silencioso, como si allí no existiera ningún ser vivo.
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DECANTING [BossNoeul]
AléatoireUn guardaespaldas que odia a los seres humanos holgazanes e irresponsables conoce a un terco, caprichoso y atormentado chico. Aunque al principio intenta mantener una cercanía estrictamente profesional, poco a poco se da cuenta de la naturaleza frág...