SOFÍA GARCÍA.
Estaba en la habitación mirando a la nada, que aburrimiento si tan solo me diera mi teléfono podría aunque sea distraerme con eso.
Esa mujer sacaba lo peor de mi era como si con el hecho de solo verla me fastidia y me hace enojar demasiado, tal vez es por el motivo por el cual estoy encerrada en una mansión sin saber que hacer, pero ella tiene razón, ella no me obligó a venir y el culpable de todo esto era mi padre.
Ojalá al menos este haga algo bien en los últimos años y logre conseguir ese dinero aunque es difícil ya que según Francesca es una suma ostentosa. Creo que debería de al menos intentar escaparme para pedir ayuda pero ¿Cómo? Si la casa está rodeada de guardias además mi padre estaría en riesgo si intento hacer eso.
En ese momento tocaron la puerta y luego se abrió dejando ver a Adriano.
-Lamento molestarte, solo que no nos conocimos en una buena situación- dijo este muy nervioso aun en el marco de la puerta.
-¿La situación en la que quería matar a mi padre?-este suspiro y entró a la habitación quedando frente a mi.
-Si lo se, no es nada grato conocer así a una persona, pero quiero decirte que puedes pedirme lo que quieras y yo tratare de conseguirlo.
-Indicaciones de tu jefa.- afirme.
-La señora Amatos solo quiere que se sienta cómoda en su estadía.
-¿Cómo voy a estar cómoda en la casa de una mafiosa y más encima que intento matar a mi padre?.
-Bueno si lo pintas así realmente suena muy mal.
-Esta muy mal de hecho. A todo esto ¿tu jefa ya se fue?.
-Así es, tuvo que salir a hacer unos negocios.
- Y seguro que quiere que yo esté bien y me dejó en buenas manos con el hombre que le apunto con un arma en la cabeza a mi padre- Adriano suspiro y se sentó en el costado de la cama mirandome.
-No soy un mal tipo, de hecho yo no pedí tener este trabajo al igual que la señora Amatos, ninguno lo elegimos.
-¿ Y tu que eres de ella? ¿Su esposo, su perro, su amigo?- Mi pregunta le causo gracia a Adriano haciéndolo reír.
-¿Su esposo? Iugh Dios me salve de ese infierno - respondía gracioso, la verdad también me causo risa.- Soy su mano derecha, me encargo de los asuntos importantes cuando ella tiene que cerrar un negocio u algo y no puede atender las demás cosas- Asuntos importantes. ¿Será que soy uno de ellos?
-Algo parecido a su perro- dije riendo haciendo que este fingiera sentirse ofendido.
-Me encantaría quedarme charlando, pero me cortaran la cabeza si no me ocupo de algunos asuntos. Igualmente esta Anna, a ella también puedes pedirle si algo se te ofrece.
Adriano se fue, al parecer este tenía que salir. Estaba tan aburrida que decidi salir a recorrer la mansión y sus alrededores, no estaría haciendo nada malo tampoco puedo quedarme en esa habitación mirando una pared blanca, me volvería loca.
Estaba recorriendo unos pasillos hasta que me encontré con una gran puerta cerca de la sala en la que estuve la noche anterior.
Abrí la puerta y me encontré con un gran despacho, tenía un estilo muy rústico y elegante con unos sofás de cuero en el medio de la habitación, a un lado un gran escritorio y una pared estaba repleta de libros, me acerque a ellos y la mayoría eran de literatura.
Me reí internamente esperaba más un libro como de "Como ser un gran asesino" no una biblioteca de libros de literatura u historia. Al parecer la Señora Amatos le encanta leer o ¿lo tendré de decorado?.
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Disparo al corazón
Ficção AdolescenteSofía García es una enfermera de 22 años con una vida sencilla y tranquila luego de mudarse a España, pero esa tranquilidad se acabará cuando viaje a Italia a ver a su madre y al enterarse que su padre tiene problemas con la familia más importante d...