Historia

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El 8 de septiembre del 2017.

Era un día normal en la librería Entre Hojas. Sus empleados, Alejandro y Cristina, paseaban entre los estantes llenos de libros, esperando a algún cliente.

Por fin, llegó la esperada persona, que estaba interesada en aquel distinguido local. Ya que nunca se había fijado en él.

Alejandro, fue directo a atender al joven. El cual estaba un poco perdido. Parecía extranjero.

Empezó a hablar en un idioma desconocido que parecía que se había tomado cuatro colacaos.

Cristina, sin poder aguantarse las ganas de reírse. Salió apresuradamente del lugar. En cambio, Alejandro no pudo contenerse y empezó a reírse como si no hubiera un mañana ...

Cristina se caracterizaba por ser una persona muy suelta. Tenía gran agilidad a la hora de hablar con los demás y siempre sabía lo que decir.

Lucía como una joven de diecisiete (aunque en realidad tuviese veintidós). Solía llevar vaqueros y camisetas de muchos estampados distintos. A simple vista era muy guapa, tenía el pelo largo de un precioso color cobrizo y grandes ojos grises.

Era escritora y ya había publicado tres libros.

Por otro lado, estaba Alejandro. Un chico de veintiséis años introvertido y con ganas de comerse el mundo.

Solía llevar ropa cómoda y a la vez elegante. En sí, era bastante atractivo y alto. Llevaba siempre su cabello moreno alborotado y sus ojos marrones destacaban sobre los demás.

Dedicaba su tiempo a leer y a jugar al baloncesto.

Ambos trabajaban en el pequeño negocio de una anciana llamada Elena.

Estaba situado en una de las calles más importantes de su pequeña ciudad y era la única librería que quedaba en el barrio.

Destacaba por su estilo clásico y acogedor que invitaba a cualquiera a entrar a dentro. No era un local muy grande pero su luminosidad lo hacía espacioso.

Últimamente las ventas habían disminuido bastante, lo que preocupaba a los chicos. Adoraban su trabajo y sabían que necesitaban ayuda para seguir manteniéndolo. ¿Pero cómo?, ¿cómo podrían atraer a más clientes?

... Alejandro volvió a la realidad y se dio cuenta de que no había sido muy educado. Con toda la amabilidad que pudo reunir, intentó hablar con el joven. Este no parecía entenderle.

Cristina volvió adentro y analizó la situación. Ambos hombres la miraban en busca de ayuda.

Ella se dirigió al cliente y le preguntó en inglés si buscaba algo en particular.

Él pareció comprender sus palabras. Por lo que acto seguido le respondió (también en inglés), que estaba allí porque estaba interesado en encontrar un antiguo periódico del año 1954.

Alejandro (a causa de su mala comprensión para otros idiomas), no entendía qué era lo que quería aquel muchacho.

Cristina se dio cuenta, y empezó a traducirle todo lo que había dicho.

Después de esto, el silencio se apoderó de la librería.

Ambos estaban muy confundidos, era la primera vez que alguien preguntaba por documentos viejos.

Intrigados esperaron a que el chico le explicara un poco más sobre su petición, pero al no obtener respuesta, sintieron que tenían que cortar aquel silencio.

Ahí fue cuando Cristina habló. Le preguntó a su compañero sobre el almacén y este fue a buscar algún periódico que Elena pudiera haber guardado allí.

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