A la final, no aguanto las ganas y me paso por el Pub, Gavin se alegra apenas me ve entrar. Voy directo como un bólido hacia la barra.
―Solo vengo por un trago, así que prepáramelo rápido y anótalo en mi cuenta ―digo bastante azorada.
―¿No vas a saludar, Elia?
Gav se muestra espantado.
―Es que estoy nerviosa.
―Cand me contó algo, ¿es eso?
Asiento con vehemencia. Él se sonríe y me sacude el pelo desordenándolo con sus manos diestras de barman. Me hace sentir como un niño regañado.
―Tranquila, lo harás bien.
―Gracias, Gav ―suspiro.
Él vuelve a obsequiarme otra de sus tiernas sonrisas, y se pone a preparar un coctel mientras yo me hago mil ideas de cómo será la noche.
―Aquí lo tienes, es el especial de Gavin para matar los nervios. No tienes que pagarlo corre por mi cuenta.
Mi amigo realmente me hace sonreír. Tomo el vaso y me lo bebo de un solo sorbo. Delicioso. Lo dejo sobre la mesa y me pongo en pie.
―Nos veremos mañana, ¿verdad?
―Claro que sí ―responde sin perder su buen humor.
―Cand...
―Es una odiosa, pero sé cuándo las cosas son muy importantes para ella y prometimos siempre estar allí, apoyándonos ―comenta como si hiciera una reflexión, seguido aprieta sus labios con una sonrisa.
Es cierto. Asiento a sus palabras y me pongo en pie.
―No le digas que vine por aquí, ¿vale?
―De acuerdo ―repone haciendo un gesto de cierre en sus labios.
Me despido de mano y salgo rápido de allí. Pedaleo hasta casa y una vez subo a mi piso tomo una ducha. Ni siquiera sé que ponerme, así que saco varios vestidos que es lo más decente que tengo para salir. Entre ellos el que me puse para ir al cumpleaños de la madre de Adam. Lo hago a un lado y me decido por un conjunto de falda y blusa. Mientras me arreglo miro a cada rato el reloj.
Son las ocho me digo y justo en ese momento tocan mi puerta. Me exalto llevándome un tremendo susto que hace que mi corazón lata a mil. A mi cabeza viene la idea de que esa puede ser Cand que no se ha quedado con las ganas. Me calmo, me levanto de donde estoy y abro la puerta, pero al hacerlo me encuentro con la sorpresa de que no es ella. Es un hombre algo mayor y va vestido de traje.
―Buenas noches, señorita Campbell ―dice el hombre.
―¿Quién... es usted? ―pregunto algo espantada.
―Vengo a recogerla de parte del señor Leroux, ¿ya está preparada para salir? ―responde y yo me quedo lela.
También pienso que, al no tener guardia en la entrada del edificio, es tan fácil subir a los pisos, que hasta se podrían meter lo ladrones. Luego pienso que, si un ladrón entrara en el mío, a lo mejor y sentiría lástima.
―Eh sí, pero pensaba ir en mi bici hasta allá ―respondo al ver que él hombre me está mirando y yo pensando en tonterías.
―No será necesario, yo la llevaré y la traeré de vuelta ―prosigue.
―Ah, bien, siendo así, termino de recoger mis cosas y salgo.
El hombre asiente. Esperaba que bajara o algo, pero se queda allí a la espera de que haga lo que propuse. Eso no hace más que aturdirme. La situación me resulta algo extraña, pero también un poco eufórica. Ahora estoy acelerada.
Por fin termino y bajo con el hombre hasta un auto negro y elegante que está aparcado en la acera, llamando toda la atención. Abre la puerta de atrás con mucha caballerosidad para que suba. Eso me abruma, pero una vez me acomodo la asegura y va a su lugar. Cuando pienso que va a conducir, se vuelve hacia mí y me entrega una bolsita.
―Debe vendarse con lo que hay allí dentro.
―¿Vendarme?
―Así es.
―¿Puedo saber por qué?
―Son órdenes del señor Leroux. ―Es lo único que contesta y no parece dispuesto a moverse de allí hasta que no lo haga.
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Quiéreme por favor
Fiction généraleElia es una chica joven que estudia artes y trabaja como modelo artística para pagar sus gastos. Está enamorada de Adam; y sabe que es un amor no correspondido, algo que él le ha dejado claro; sin embargo, hay algo que los mantiene juntos y a ella l...