Octobella escuchó un estruendo por la noche y no dudo en dar un brinco asombrada, sus oídos dolieron un poco. Se detuvo de golpe su amado sueño.
—¡Quién rayos me quiere arruinar el sueño!, ¿por qué oh...
Una pequeña silueta estaba de pie frente al cuarto de la sorprendida.
—¿Percival?
Este asintió. No habló con su pequeño compañero durante tiempo que le pareció mucho y las dudas no cesaban. Apenas entraba luz en el foso y llegaba a dar miedo, debido a la escasa iluminación, claro está. La madrugada se coló y no se dejaba ver las verdaderas intenciones. Él traía consigo unos cristales violetas, se acercó lentamente y la ojiceleste permaneció sin decir una palabra. ¿Qué planeaba hacer? Era lo único que se repetía ella.
A su lado, guardó los cristales que brillaban sin importar la oscuridad y los depositó dentro de un frasco mediano, como si fuera su linterna, porque conocía muy bien los pensamientos de terror que tenía esa pulpo. Luego lo dejó cerca suyo.
Volteó a mirarla con seriedad—. (Duerme bien, Octobella).
Esta tensó sus movimientos, mantenía una mirada perpleja y triste. Deseaba abrazarlo y pedirle disculpas, aunque ni sabría porqué.
—Percival...
El Brachyura se alejaba, en cuanto sucedía oyó sus llamados y los ignoró completamente.
Unos truenos acompañaron la lluvia ¿qué podía ser peor?, mejor era seguir durmiendo y olvidar un rato la vida. Eso fue lo que pensó. Decidida, se acomodó viendo una vez más la especie de linterna y cerró sus ojos.
•
Abrió sus ojos, parecieron segundos desde que durmió, era de esperarse, ni siquiera veía a su compañero rondando por su foso. Estaba reluciente como cualquier día y Octobella no sabía que pensar.
Se levantó y no halló el frasco de ayer.
—Vaya, vaya, ¿qué pasó? —Se fijó debajo de la mesa y luego, corrió a su jardín submarino.
Allí encontró al pequeño animalillo. Sus palpos temblaron antes de llamar su atención, de nuevo se echaría la culpa y se sentía incapaz de arremeter en contra. Se mantuvo en silencio, hasta que Percival la miró. En cuanto lo hizo, su postura cambió y por la mente del contrario se le pasó algo; extrañaba tanto a Octobella. Extrañaba leer los comics que traía, comer juntos, recoger cristales bonitos y poderosos, además de molestar a quien se les aparecia y dormir. Mentiría si decía que todo lo que había demostrado era desinteres, porque aunque así era, lo cierto era que él la echaba de menos. La chica pulpo no estuvo consciente de la falta que aquel crustaceo sentía.
—Hasta que te encuentro. Oye, ¿estas bien? —inquirió con honestidad ella.
Su compañero aguantó un sollozo en quebranto, esto no lo notó Octobella, no era buena para las adivinanzas ni acertijos. Mucho menos comprendía las indirectas de su querido amigo. Percival continuó ese silencio como sus ganas de querer desaparecer, no sólo la rompía con la situación sino que a él también le pasaba.
—(¿Soy una carga para ti, no? Por que no me has gritado cómo siempre lo haces?, sería lo justo ¿no crees? —Hizo una pausa para tomar aire, la ojiceleste lo observaba pasmada. No creyó que se animara a hablar—. Estos días me di cuenta de algo, hablando seriamente... suena hasta alucinando que lo diga así nomas, ¿no? Opino igual, amiga. Lo que trato de decir es. —Resopló—, que lamento mucho apartarme de ti y me di cuenta... que la niña que una vez cuidé yo la estuve alejando de mí, como un cobarde).
—Perciv...
—(Les prometí que siempre lo haría; que siempre te protegería. Soy un mentiroso).
La pulpo se sentía tan mal, nunca unas palabras la habían hecho retroceder a pensar y reflexionar. No culpaba al decapodo, tampoco tenía actitud de victimista. Sabía que era una diferencia.
—No es tu culpa. —Se atrevió a decir—. Tú, tú no tuviste la culpa de nada. Seguro yo hice algo que no te gustó, tal vez me equivoqué, como ayer por ejemplo.
—(¿Qué ocurrió ayer?).
Se relamió sus labios—. Uhmm, un... uno de esos villanos nocturnos, ya sabes, uno de ellos se "hizo" mi amigo. Ushh, no quiero hablar de esto. En fin, para hacer el cuento corto, me traicionó cuando lo creí diferente, porque él parecía caballerosamente amable.
Octobella ya no quería hablar sobre ese egolatra, según argumentaba. Pero explicarle a su fiel amigo hacia que sus dudas no existieran.
—(Oh, ¿y cómo acabó?).
—Sabes que yo no me quedo de brazos cruzados, ya te imaginarás el resto.
—(Bien).
—¿Pero, Percival, hay algo que quieras decirme acerca del por qué dejaste de hablarme? Desde el día que bailé con ese faraon estas así, quiero saber que pasó.
—(Oh, eso —pronunció nervioso—. N-no es nada, estaba molesto contigo por asuntos del hogar, a veces no me dejas actuar, o ni me dices de tus planes).
—¿Era eso?
Él asinto.
—Espero que sea la verdad, te creeré —Le sonrió y este se la devolvio—. Percival...
—(¿Qué?).
—Abrázame y no me sueltes.
—(No tengo razones para hacerlo, Octobella).
La ojiceleste soltó una risita y atrapó con sus brazos a su amigo, cerró sus ojos al sentir calor. Hace tiempo no sentía aquello en sus brazos, ya que su compañero favorito era el que le brindaba seguridad. Por eso un simple abrazo desvaneció el temor de llevar su plan a la realidad.
•
La noche cayó y un niño egipto salía del museo, mas bien del Mundo del Más Allá situado en la escultura del museo. Mantuvo una conversación en su mente pensando en si podría ser el momento adecuado, llevó considerándolo desde un buen tiempo, además ya tenían la confianza más ampliada.
¿Por qué no?
«Porque tal vez podría haber otro obstáculo y estorbarme no sería una sorpresa»
Negó con la cabeza ante esas ideas, ¿estaba en lo correcto?
¿Desde cuándo planear se convirtió en la peor tarea?
«Desde que apareció ella»
Pharaoh Boy fue prisionero de su realidad por tantos años, esa no era la primero vez después de todo.
Pero negarse iba a ser lo último que haría, cuando se proponía a algo se mentía hasta conseguirlo, sin importar la gente o las consecuencias.
«Perseverar en esto es mi meta, conseguiré que no me vuelvan a callar y demostraré quien soy»
Volvió a la galería para agarrar aquella indiscreta "piedra" con punta hacia bajo y cadena, la cual estaba enroscada en sus dedos para llevarlo correctamente. Ya estaba programado para su función.
—Sólo debo esperarla, de sus labios me sabré la respuesta y su jurisdicción...
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La Quiero a Ella (Pharaobella)
FanfictionPharaoh Boy siempre creyó que nadie lograría captar su atención hasta que la conoció a ella. ~~~ Una noche, en una persecución inesperada, dio como resultado el encuentro de los villanos más temidos por la ciudad. ¿Quién diría que un simple encuent...