Prólogo

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Era una huérfana más como tantos otros niños en las calles de Corbelle, a primera vista nos destacaba del resto de ellos y su belleza sólo podría ser apreciada si te tomabas el tiempo suficiente para ignorar la peste que conllevaba una pobre higiene, algo discernible a simple vista. No es que tuviese unas facciones particularmente armoniosas o consideradas como un estándar de belleza para la región, eran sus fascinantes ojos verdes que contrastaban con una piel oscura y unas facciones que delataban una ascendencia de esclavos extranjeros, así como su rizado cabello oscuro a primera vista, revelaba mechones rojos como si de trazos de sangre se tratara cuando la luz del sol se posaba sobre ellos.
La primera en notar esta peculiar belleza fue una vieja prostituta que ahora corría su propio prostibulo, no era difícil adivinar el potencial que tenía una vez que te percatabas de ello. Esa fue la razón que le ofreciera un trabajo limpiando el burdel a cambio de refugio y una comida segura al día para luego hacerla trabajar como una prostituta mas. El plan funcionó un tiempo hasta que la niña fue lo suficiente mayor para darse cuenta que podría vivir mejor por menos trabajo valiéndose de la belleza que la había llevado ahí en primer lugar.
No tendría mas de dieciséis años de edad cuando ya era considerada una de las mujeres más bellas en el burdel más selecto de la capital, aquel que solo podían costearse los nobles o cualquiera que tuviese el ingreso suficiente para comprarse un título. Era la consentida de decenas de hombres y podía darse el lujo de escoger a sus clientes, su favorito sin duda era el duque Stoddart, era el más generoso de todos y su fortuna parecía tan inagotable como su lujuria, misma que lo llevo a una muerte poco digna para alguien de su rango y linaje familiar. Los trámites fueron llevados a cabo por su heredero, alguien quien claramente no compartía los pasatiempos de su padre; esa fue la primera y única vez que Nicolás y Dilara se volverían a ver en mucho tiempo.
Pese a su basta experiencia en cuestiones del lecho, Dilara aún era joven y como cualquier adolescente de dieciocho años, cuando un apuesto y carismático joven comenzó a seducirla, ella no dudó ni un instante en huir con él para empezar una familia decente y llena de amor, hasta ahora sus impulsivas acciones no habían tenido grandes consecuencias pero poco sabia ella de que esta vez no sería de la misma manera. Todos los sueños que había creado en base a esas bellas pero vacías promesas se derrumbaron cuando el dinero que ella había ahorrado y las joyas que habían sido regalos de adinerados pretendientes se esfumaron en menos de seis meses en alcohol y apuestas, aquel deslumbrante y apuesto joven se había transformado en un monstruo que llegaba furioso en busca de dinero que no había y volcaba su ira contra su mujer que contaba con cuatro meses de embarazo en aquel entonces.
Ella sabía lo que pasaría si decidía deshacerse de su bebé en un estado tan avanzado, ella quería vivir y por eso abandonó a ese monstruo antes de que la matara, sabía que no podía volver al burdel, no en ese estado. Maldijo al hijo del monstruo y probó suerte en otros oficios sin tener mucho éxito en ellos, finalmente fue acogida por una carabana de gitanos que exhibían fenómenos que por lo general solían ser no más que trucos baratos.
Pese a algunas cicatrices que su exmarido había dejado en su cuerpo aún poseía cierta belleza que era capaz de cautivar a cualquiera que tuviera ojos, algo que no pasó desapercibido para el líder del pequeño circo de fenómenos, sin embargo no fue su belleza lo que marcó su decisión de acogerla, fue su vientre hinchado que según sus visiones, sería una hermosa niña que tendría el poder de naciones enroscado en su dedo meñique. Para Dilara no eran más que patrañas pero si eso le garantizaba una cama blanda y tres comidas al día no dudaría en entregarle al bebé apenas naciera.
Algo que caracterizaba a Dilara era su volubilidad e impulsividad, había ido con los deseos de Solomon por cuatro años y básicamente le había entregado a su hija apenas nacer para que la criara. Pero cuando Nicolás Stoddart se presentó a su puerta y le ofreció una vida cómoda para ella y su hija sin que tuviera que volver a levantar un dedo para trabajar, no dudo un instante en planear su huida con Aysel. Tenía que asegurarse de que la niña escapara con ella, por lo que la enviaría antes como si hubiera sido cosa de la niña escapar por su cuenta, Dilara se iría unos días después como si fuese a buscar a la pequeña y en su mente era un plan perfecto.
Solomon no pudo evitar perder a Aysel pero al menos pudo cobrarse la vida de la mujer que se la arrebató y pasaría el resto de sus días lamentándose por perder a tan preciosa joya.

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⏰ Última actualización: Dec 03, 2022 ⏰

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