Diez

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Con Jaeno en la escuela tiene algo de tiempo para él, en la mañana libre o aprovecha para dormir o perder el tiempo aprendiendo cosas desde su celular.

Su suegra tuvo que acompañarlo y asesorarlo para meter a Jaeno a la escuela, se sintió tan fuera de lugar entre un montón de madres y uno que otro padre.

Ahora camina por las calles, respirando aire puro y disfrutando la paz, está de buen humor por alguna razón, tararea una canción que llega a sus oídos a través de los audífonos mientras observa la ciudad.

De reojo ve un televisor de un kiosco, un anuncio en especial llama su atención deteniendo su andar. Jisung, el amigo de Jeno aparece como una estrella naciente en las noticias.

Ese imbécil, cuando sea más famoso dirá por Twitter que fue un bullying en su época de estudiante para joderle la vida.

Pero verlo logrando sus sueños le recuerda una vieja conversación que tuvo con Jeno hace como cuatro años dónde le decía que mientras Jisung iba a ser cantante Jeno sería actor.

Lo decía en broma, pero Jaemin nunca dudó de que podría lograrlo, Jeno era guapo e ingenuo, ¿Que más necesitaba?

Pensar en como terminó le dió una punzada de dolor en el pecho, las vidas de ambos son tan patéticas.

Aprovecha y compra un cigarro con el dinero del autobús, un mal gasto tan innecesario, pero su interior merece un respiro.

Desea con toda su alma visitar a Jeno, aunque se abstiene, será un estorbo que Jeno no necesita.

Su paz es interrumpida cuando la música es cortada debido a una llamada entrante, saca su teléfono del bolsillo de su pantalón y extrañado ante un número desconocido, contesta.

—¿Quién es?

Buenas tardes señor... ¿Na Jaemin?

Pregunté quién eres.

Soy la maestra de Lee Jaeno, la hora de retirada ya pasó y aún nadie ha venido a buscarlo.

Jaemin observa la hora en su reloj, si no mal recuerda tuvo que haber pasado por el hace una hora, pero estaba tan relajado que lo olvidó. Chasquea la lengua.

—Déjelo ahí.

¿Disculpe?

Se golpea la cabeza con la palma de la mano. —Ya voy, deme un momento.

Da vuelta sobre sus talones resignado a acabar su día de paz. Camina relajado por las calles hasta llegar a la escuela donde estudió Jeno, es enorme y bonita, para entrar hay que subir unas amplias escaleras, allí está Jaeno, llorando a gritos con la profesora que seguramente fue quien lo llamó.

—¡Me abandonó, seguro me abandonó! ¡Siempre decía que se liberaría de mi cuando comenzara a estudiar!— Jaemin aún no llega por completo pero escucha claramente los lamentos de su hijo.

—Eso no es cierto, seguro ya viene, tranquilo...— la maestra trata de calmarlo, asustada ante las palabras del niño. —¿Y tú madre?

—¡Jeno nunca está en casa y la abuela es muy mandona! ¡Quiero a mi papá!

—Jeno también es tu papá, más que yo, de hecho.— Jaemin al fin aparece frente a los ojos de Jaeno, subiendo las escaleras para llegar a él.

Jaeno abre los ojos, y llorando más fuerte, ahora de alivio, va corriendo a abrazarlo.

—¡Pensé que hablabas enserio con abandonarme! ¡No me asustes así!— sus gritos son ensordecedores, Jaemin se encoge ante el ruido.

—¿Crees que si no lo hice antes que era más fácil, lo haré ahora que sabes mi nombre? Serían muchos problemas.— da una última calada antes de tirar el cigarro y pisarlo.

Nuestra historia... no fue cómo lo planeamos. «Nomin»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora